La altiva soberbia

Rodolfo Díaz Fonseca
18 enero 2021

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El vocablo soberbio se utiliza de manera positiva cuando se refiere al desempeño que tuvo una persona durante una intervención o evento. Así, suele decirse, fulano de tal ofreció un soberbio recital, o, perengano deslumbró a los asistentes con una soberbia actuación.


Sin embargo, normalmente usamos el término soberbia para designar el sentimiento de superioridad que muestra una persona. Es decir, la altivez o exagerada valoración con que se aprecia o considera por encima de los demás. De hecho, la palabra soberbia deriva del latín superbus, que significa el que es altanero o se considera superior.


Pero, ¿de qué se puede uno vanagloriar, si hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados (Mt 10,30 y Lc 12,7). En otras palabras, ¿de qué podemos presumir? ¿Cuáles son nuestros grandes logros? Si debemos ser superiores a los demás es en lo contrario: caridad, comprensión, sencillez y humildad.


Para evitar incurrir en soberbia, conviene recordar el barro de que estamos hechos y lo efímera que es nuestra vida. La juventud, inteligencia, belleza y demás cualidades que nos adornan son frágiles, fugaces y transitorias.


Luis de Góngora, expresó: “goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lirio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata o viola troncada se vuelva, mas tú y ello, juntamente, en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”.


Sor Juana Inés de la Cruz indicó que no podemos vencer al transcurrir de los años, la vejez y el olvido: “es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado: es una necia diligencia errada, es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada”.


¿Me domina la soberbia? ¿Me considero superior?