La armonía de la vida

Rodolfo Díaz Fonseca
13 agosto 2020

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La palabra armonía deriva del griego y significa juntar una cosa con otra sin conflictos, en un orden agradable y placentero. Es decir, lograr un ajuste, acuerdo, concordancia, combinación y equilibrio completamente adecuados.

La armonía produce alegría, optimismo y entusiasmo, a la vez que comunica tranquilidad, belleza y relajación. En todas las disciplinas y actividades es necesaria esta justa correlación para que exista respeto, confianza, colaboración y entendimiento. Incluso, la sana relación no sólo es básica entre los humanos, sino entre todos los seres de la naturaleza para conservar el sano equilibrio.

En su mensaje de la audiencia general de ayer, el Papa Francisco recordó la importancia de preservar la armonía en toda la creación. Reconoció que el ser humano rompe constantemente este equilibrio dejándose llevar por su lógica de dominio y de dominación, mientras que la armonía se distingue por su carácter de servicio.

Bergoglio reconoció el trabajo desinteresado de muchas personas por lograr esta armonía y destacó que existen patologías sociales más devastadoras que el coronavirus:

“Es loable el compromiso de tantas personas que en estos meses están demostrando el amor humano y cristiano hacia el prójimo, dedicándose a los enfermos poniendo también en riesgo su propia salud. ¡Son héroes! Sin embargo, el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias. Una de estas es la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional. A veces miramos a los otros como objetos, para usar y descartar. En realidad, este tipo de mirada ciega y fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma el ser humano en un bien de consumo”.

¿Creo, fomento, difundo y preservo la armonía?