La comercialización del garbanzo (Primera de tres partes)
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epalaublanco@yahoo.com.mx
En noviembre de 1974 que ingresé a UNPEG, me tocó un período muy interesante, con un grupo liderado por Lauro Díaz Castro, como presidente de CAADES. En este grupo se encontraba José Luis Gastélum, recién nombrado presidente de UNPEG, quien me invitó a trabajar con él. Fue un período de cambios trascendentales. Decidieron rescatar a la UNPEG para iniciar un nuevo modelo de la comercialización. El grupo anterior estaba acostumbrado a manejar las cosas de otra manera. Lauro y José Luis Gastélum implementaron varios cambios: desde la designación de un nuevo gerente hasta la comercialización directa al mercado de compradores.
En 1974 se establecieron relaciones con Cuba. En ese año se contrató 5 mil toneladas con la empresa estatal encargada de la importación de garbanzo. Se incluyó una intención de compra por otras 5 mil, a definirse cuando tuviéramos la seguridad de contar con el producto. En la administración anterior, se manejaban un total de 2 mil 500 toneladas por temporada agrícola; Por lo que no se podía vender un volumen mayor.
Se implementó el esquema de pool de ventas. Se pagaba al productor al recibir su cosecha un anticipo y una vez comercializada el total de la cosecha, se revisaban los números actualizados para proceder a darle una liquidación final al productor.
En la administración anterior el garbanzo se recibía expidiendo recibos confidenciales de depósito que no tenían validez jurídica. El productor iba con un banco local el cual otorgaba un préstamo prendario directo al productor con el recibo confidencial. Cuando el garbanzo se vendía, la UNPEG pagaba los créditos directamente al banco y la liquidación final que estaba pendiente de entregarse, se procedía a repartir a los productores.
La realidad es que un grupo de comerciantes realizaba la comercialización a nombre de la UNPEG, que le vendía a otros intermediarios y no a compradores reales del mercado internacional.
Dos banqueros y un comerciante intermediaban la venta. Avelino Fernández había formado una asociación con un grupo de cuatro comerciantes de garbanzo en España, distribuidos en todo el territorio español, que controlaban un alto porcentaje de la compra de garbanzo mexicano. José Luis Gastélum desbarató ese mecanismo.
El primer banco nos financió la compra de las primeras 5 mil toneladas. Se tuvo que contactar al director general adjunto de Banamex, para ampliar la línea por otras 5 mil toneladas. Ante la necesidad de contar con créditos adicionales en el futuro, abrimos nuevas líneas de crédito con otros bancos, que llegaron a sumar 15 millones de dólares, que nos permitió en 1979 llegar a acopiar 55 mil toneladas de origen, en un año de sobreproducción en México. Para esto tuve que convencer al director regional del banco en Hermosillo para cubrir las 10 mil toneladas para Cuba.
Se consiguió con la Secretaría de Agricultura, por conducto de su Dirección General de Economía Agrícola, que los permisos de exportación se otorgaran solo a las organizaciones de productores. Eso le permitió a la UNPEG controlar hasta el 75 por ciento de la producción de Sinaloa. En el contexto actual difícilmente podría lograrse.
Con esto rompíamos el esquema de monopolio controlado entre compradores y vendedores. Iniciamos un largo camino de renovación. Se profesionalizó la organización. Se modernizó la empresa construyendo una bodega mecanizada para manejar el garbanzo, dándole una gran agilidad a la recepción, ahora a granel. Antes se recibía encostalado, lo que era sumamente lento. Se contrató un experto que nos diseñara elevadores continuos que no golpearan el garbanzo quebrándolo y se mecanizó toda la recepción.
Se amplió la capacidad de criba de dos toneladas por hora a 20 toneladas por hora, lo que nos permitiría manejar grandes volúmenes, frente a las 2 mil 500 toneladas del pasado reciente. Se incrementó la recepción hasta 15 mil toneladas y en épocas de sobreproducción se llegó a manejar 55 mil toneladas en una sola temporada.
Se viajó a diversos países: Colombia, Brasil, Venezuela, Cuba, España, Francia, Irán y Estados unidos. Por conducto de la Unión Nacional de Cooperativas Agrícolas de Cereales empezamos a exportar a Argelia, donde no había relaciones diplomáticas. Esta gran diversificación ayudó a enfrentar mejor los años de sobreproducción.
Ha habido cambios fundamentales en la carga marítima: en el periodo 74-83 se cargaban barcos de carga general con grandes escotillas, en donde se estibaban los sacos de garbanzo de uno por uno. Los embarques eran del orden de 2 mil toneladas mínimo, para que el barco hiciera la escala al puerto de Mazatlán. A partir de 1985 empezó la carga en contenedores de 20 pies con 22 toneladas cada uno. Así que era posible embarcar solo un contenedor con destino a cualquier país. En 2009 hicimos una exportación de un contenedor con 22 toneladas a las islas Azores, una isla en medio del Atlántico. El contenedor se envió de Mazatlán a Manzanillo, en barcos alimentadores, puerto con mayor calado, que podía recibir barcos para hacer una travesía hasta España o Argelia o cualquier otro puerto de Europa. El contenedor para las islas Azores se embarcó primero a un puerto español, probablemente Cádiz, para transbordarse en otro barco con destino a la isla Azores. Aunque la travesía era muy larga, finalmente llegaba a su destino final. Esto permitió atender pequeños clientes a grandes distancias.
Este avance en el transporte marítimo, al permitir pequeños embarques desaparece el importador mayorista, pudiendo cualquier comerciante importar desde 20 toneladas. Esto tiene implicaciones al facilitar la comercialización internacional.