La crisis de los ‘levantones’
Podrían estar vivos, podrían estar muertos, tal vez están en una fosa clandestina, podrían ser esclavos de un cártel, podrían ser víctimas de trata, estar secuestrados; nadie lo sabe, nadie los busca. Debería haber un ejército buscando a esos miles de seres humanos, pero son sus familiares quienes se dedican a esa tarea, algunas veces acompañados de voluntarios o miembros de colectivos de búsqueda.
Tal es la impunidad, que los delincuentes “levantan” a sus víctimas a plena luz del día y en zonas transitadas y vigiladas, como pudimos ser testigos en un video que se ha viralizado en redes sociales, en el cual una persona es privada de su libertad en el malecón de Mazatlán. Todos los transeúntes lo vieron, menos la autoridad.
En México, los “levantones” y desapariciones se han convertido en una práctica de los grupos del crimen organizado principalmente.
En el caso de Sinaloa no hay una cifra exacta de cuántos desaparecidos hay realmente. En la Fiscalía General del Estado se tiene registro hasta el día de hoy, de 3,807 personas en condición de desaparecidos, pero la cifra crece cada día, y muchos nombres no están registrados en ninguna base de datos por la desconfianza que tienen los familiares hacia las autoridades.
Muchos ven inútil hacer la denuncia, pues saben de antemano que no harán su trabajo de investigación.
Una práctica común de la sociedad es la de revictimizar, juzgando sin evidencia: “Algo debía”, “De seguro andaba en malos pasos”.
Pero activistas afirman que están “levantando” a ciudadanos inocentes.
Hay cientos de casos que uno no puede explicarse por qué sucedió: profesionistas, padres de familia; gente trabajadora, que simplemente no llegaron jamás a su casa.
Los nombres y fotografías en los anuncios de “se busca” o “desaparecido”, tal vez a usted no le digan mucho, pero se trata del hijo, hermano, padre, o pareja de alguien que llora día y noche, tan sólo esperando una pista de dónde está.
Por eso es uno de los delitos de más alto impacto que existen, pues viola todos los derechos humanos de la persona desaparecida, pero violenta también los derechos de los familiares de la víctima, de su comunidad y de la sociedad, por lo que es un delito tipificado como de “lesa humanidad”.
La práctica de desaparecer cuerpos tal vez fue iniciada por el ejército nazi durante el holocausto en 1941.
En esa Segunda Guerra Mundial, fueron millones de cuerpos desaparecidos en los campos de concentración, que hasta hoy se desconoce su paradero.
Lamentablemente, este delito reapareció en Latinoamérica en la década de 1950 como práctica común de gobiernos represores y autoritarios.
Como allá en Europa, en nuestra región, más que nunca, es de suma importancia difundir y promover el respeto a los Derechos Humanos.
Es por esto, que como parte de un proyecto en el que participo, y que se enmarca en los Programas Nacionales Estratégicos (PRONACES), buscamos la construcción de un Centro de Memoria y Justicia para las víctimas de desaparición forzada en el noroeste de México.
Este centro además de honrar a las víctimas, buscará promover una cultura más amistosa y pacífica.
También pretende ayudar al proceso de luto digno de los familiares, y la reconciliación en regiones que se han visto golpeadas por la extrema violencia, como ha sido el caso nuestra entidad.
Como sociedad, no debemos dejar que el alma, los cuerpos de estos seres humanos desaparezcan de nuestra mente.
Debemos honrar la memoria de las víctimas y sus familiares, pero también aprender del pasado para que éste no se vuelva a repetir.
Es cuanto....