La desaparición...

Guillermo Osuna Hi
22 mayo 2022

No acaba de irse la pandemia de coronavirus y ya se presentan dos enfermedades que amenazan con alcanzar grado pandémico. Una de orden mortal, la hepatitis aguda infantil, y la otra, llamada viruela del chango, que se estima de baja letalidad. La cosa es que, en temas de enfermedades contagiosas, cuando no es Juana es Chana; esperemos no estar en la sintonía de la advertencia bíblica plasmada en Ezequiel 8:13 “Verás cosas aún peores que estas”, misma que utilizo para lo siguiente.

No cabe duda que somos un país privilegiado en cuanto a recursos naturales se refiere, aún y a pesar de su menoscabo, gracias a la acción depredadora que hemos ejercido en nuestro desatinado concepto de desarrollo.

Por ejemplo, de acuerdo a datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento de y Uso de la Biodiversidad, nuestro litoral marino se extiende a lo largo de poco más de 15 mil kilómetros, con todo el potencial que representa para el desarrollo de una abundante actividad pesquera con diferentes especies marinas, sin embargo, la explotación irracional, movida por la codicia social y política ha llevado a la extracción pesquera al fracaso total. E igual ha pasado en aguas interiores.

Lo peor, es que mamá natura nos entregó un territorio, cargado en sus entrañas de oro negro, el suficiente para que, de tal riqueza, se derivaran los recursos necesarios para lograr un alto estatus de bienestar social, pero no hubo tal, ya que la empresa petrolera nacional se convirtió en botín de la clase política, al grado, de llevarla al nivel de carga deficitaria para las finanzas nacionales.

Y así ha sucedido con la riqueza minera, los bosques, la agricultura y una larga lista de recursos que hemos venido agotando, como también hemos venido extinguiendo la paz social, vía corrupción e impunidad; venenos que nos han llevado a construir una lista fatídica de muertes y desapariciones, las cuales, contabilizan, desde el año 2006 a la fecha, cerca de 490 mil víctimas, atribuidas a la delincuencia organizada, incluyendo a algunos gobernantes y funcionarios corruptos.

Son cifras pavorosas, las cuales, nos alejan abismalmente de los países que gozan de una altísima calidad de vida. Numerología fatídica que nos pinta como una nación atrapada en un hoyo negro espacial.

Respecto al número de personas desaparecidas, en estos días se dieron a conocer las cifras oficiales que nos hablan de poco más de 100 mil desapariciones forzadas, a las cuales, habría que agregarle las que no se denuncian, que no son pocas, por temor a represalias de los criminales, y por qué no decirlo, también por la falta de confianza hacia las fiscalías.

Por supuesto, los familiares de los desaparecidos viven en una angustia permanente, que se convierte en dolorosa agonía, al no saber el destino de los suyos. Si viven como reclutas de las bandas criminales, si son explotados sexualmente, o de plano, si han sido asesinados.

Sobre el preocupante caso de la desaparición forzada de personas, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, destaca que, en el rango de edad de 10 a 15 años, se tienen registros de casi 19 mil casos de niñas desaparecidas y de alrededor de 8 mil varoncitos. En cuanto al segmento de 15 a 19 años, se cuentan poco más de 37 mil mujeres desaparecidas contra 18 mil individuos del sexo masculino.

Ante la pasividad gubernamental en cuanto a procurar el paradero de los desaparecidos, han surgido organizaciones civiles que se han lanzado a la búsqueda de los suyos, esfuerzo ciudadano que no ha sido apreciado plenamente por las autoridades.

La desaparición forzada de personas en México, representa un indiscutido tema de crisis nacional, que el gobierno federal trata de soslayar, aventando culpas al pasado, y a la fecha, no han implementado protocolos para que los tres niveles de gobierno, actúen de inmediato y de manera coordinada, en cuanto se finque la denuncia correspondiente por los familiares de los desaparecidos. ¡Buenos días!