La deuda de Sinaloa con Diego

28 noviembre 2020

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Arturo Santamaría Gómez

santamar24@hotmail.com

 

Para alguien que no sea argentino será difícil aceptar que en la misma tierra del General San Martín, Sarmiento, Leopoldo Lugones, Jorge Luis Borges, Evita y el Ché Guevara, se diga que Diego Maradona, un futbolista, sea el personaje más importante que haya nacido en Argentina. Lo dicen no tan solo numerosos comentaristas deportivos sino intelectuales y políticos de primer nivel.

No se sorprendan, tres de los hombres más conocidos de la sociedad global y la era digital son argentinos: el Che, Maradona y Messi. Este trío ilumina la cultura popular mundial. Pero, ustedes dirán, de ser populares a ser considerados “seres históricos” hay un gran trecho. No en la sociedad contemporánea, donde ni la ciencia, ni la literatura, ni la política son tan valoradas por las mayorías como son la música popular y el deporte, probablemente porque las emociones atrapan más a los individuos que las ideas profundas. Recuerden que el Che fue despojado de su simbología revolucionaria y convertido en un objeto de consumo popular, en un ícono comercializado y relegando al estratega guerrillero y al ideólogo de la revolución del hombre nuevo.

Y sí, Diego Maradona es un símbolo de la cultura pop mundial pocas veces igualado. El futbol lo encumbró como una figura inmensamente famosa, pero su personalidad lo llevó más allá del deporte.

Diego era un villero, como dicen con frecuente desprecio sectores de las clases medias y altas argentinas de aquellos que nacen y viven en los barrios proletarios de las ciudades argentinas. Aprendió a jugar en “los potreros”, es decir, en los llanos y calles de Villa Florito, en Buenos Aires. Pero ahí no tan solo aprendió a jugar futbol sino también absorbió una visión intensa, apasionada y furiosa de la vida. Nació con el ADN del genio deportivo pero en el barrio comió todos los nutrientes sociales y culturales que le forjaron una personalidad, ciertamente compleja y contradictoria, pero con un carisma fuera de lo común que lo convertieron en un líder a donde llegaba.

Con Diego se repite la historia de quien nace en los márgenes de la sociedad y con su genialidad y nutrientes barriales acumula una fuerza telúrica para convertirse en un símbolo del conjunto de la sociedad, lo cual excepcionalmente sucede con los que nacen en las capas sociales privilegiadas.

Por todo esto, Diego, al llegar a Culiacán, logró que una ciudad estigmatizada por la violencia e identificada como una de las cunas más importantes del crimen organizado global, fuese vista, al menos mientras estuvo él, como una ciudad donde también se jugaba futbol y que Diego había escogido para revivir deportivamente. Las búsquedas de Google empezaron a asociar más a Culiacán con un balón y Maradona que con el cuerno de chivo y la capital mundial de las drogas. Un solo hombre, pero de una escala solar, fue capaz de vencer a un ejército de hombres y mujeres fuera de la ley, así fuera temporalmente.

Gracias, Diego, te extrañamos mucho.

 

Posdata

Ha trascendido que López Obrador exigirá que Morena postule a siete mujeres para ser candidatas a gobernadoras independientemente de que la Suprema Corte de Justicia dé paso a la demanda panista en contra de la reglamentación que estableció el INE, la cual obliga que los partidos obligatoriamente postulen a ese número de mujeres para la próxima contienda electoral.

Según el columnista del Heraldo de México, Carlos Allende, ya hay seis mujeres amarradas para ser candidatas a gobernadoras con los colores de Morena. Solo quedaría una plaza femenina y aun no aparece Sinaloa, pero las masculinas ya están bien seguras en Sonora, Michoacán, Guerrero y Zacatecas, así que la incertidumbre de si habrá candidato o candidata por ese partido en nuestro estado continúa.

Es evidente que el Senador Rubén Rocha ganaría la candidatura con cierta facilidad si tal se definiera a través de una encuesta, pero si quien decide las candidaturas es Andrés Manuel López Obrador, como es muy posible que así sea, entonces no sabemos qué puede pasar. Habría que adivinar qué cálculos políticos pasan por su mente.

En la acera de enfrente es casi imposible que la alianza PRI-PAN-PRD, y quizá PAS, postule a una mujer, pero en Morena aún existe esa posibilidad. Y como Morena, mientras siga teniendo aire AMLO, es el partido que sale arriba en todas las encuestas hasta el momento, ya sea Rocha Moya o Imelda Castro tienen muchas probabilidades de despachar desde el Tercer Piso a partir de 2021. En cualquiera de los dos casos, Morena estaría representado por un hombre o una mujer con amplia experiencia política, mucho mayor que la que tienen Jesús Valdez o Juan Alfonso Mejía López, los dos nombres que más suenan para la alianza que propone Quirino Ordaz.