La dialéctica de un triunfo absoluto

Ernesto Hernández Norzagaray
13 junio 2021

Había entusiasmo en las calles, la gente quería participar y se pronosticaba una buena jornada electoral, los candidatos a Gobernador se habían esmerado por aparecer en los medios. Llegó el día y la gente salió a votar. Con los datos del PREP se dice que votó el 49 por ciento de la lista nominal. No es el mejor porcentaje de participación ciudadana, pero es bueno. Ligeramente mejor que el obtenido en 2016. Mejor todavía, técnicamente, los triunfos de la fórmula de “Juntos hacemos historia” son absolutos e inobjetables. Evitando así la judicialización electoral. El IEES hizo su trabajo correctamente y los ciudadanos cumplieron con su parte al emitir su voto. La oposición actuó responsablemente y asumió el resultado adverso muy a pesar de que muchos candidatos y operadores fueron hostigados, amenazados, golpeados y secuestrados por grupos criminales que recorrieron impunemente todo el territorio estatal.

Nunca sabremos cuál porcentaje de la población movilizaron estos grupos, ni cuántos ciudadanos reaccionaron alejándose de las urnas por temor a ser atacados en sus bienes y familias o simplemente cuántos por estos hechos refrendaron su abstencionismo y su inconformidad democrática. Lo evidente es que los líderes de estos grupos operaron neutralizando a quienes consideraron adversarios y apoyando a sus presuntos aliados en esta contienda electoral. Y el resultado está a la vista, Morena y su aliado el Partido Sinaloense, ganaron la Gubernatura y la gran mayoría de los municipios y distritos, donde fueron en candidaturas comunes o solos. Se configura así una nueva mayoría que habrá de gobernar Sinaloa en los siguientes años y que buscará, nos dice el futuro Gobernador, armonizar la llamada 4T en tierras sinaloenses.

Esto sucede simultáneamente en un contexto nacional donde el electorado nacional mandó señales contradictorias que se están descifrando y habla del valor de nuestra democracia. Ya que por un lado Morena obtuvo once de las quince gubernaturas en disputa y una cantidad creciente de municipios que estaban en manos de otros partidos, mientras, por otro lado, sufrió una caída en la integración de la Cámara de Diputados donde tendrá 50 legisladores menos a los de esta legislatura sino la posibilidad de lograr con sus aliados actuales, como hoy sucede, la mayoría calificada indispensable para las reformas constitucionales que le permitirían, entre otras cosas, avanzar en la desaparición de los órganos autónomos entre ellos el INE.

La ciudadanía, como sucedió con el gobierno de Vicente Fox, no dio esta mayoría que representaría el control absoluto y apostó por crear contrapesos políticos al presidencialismo. Así que el Presidente y su partido tendrá que renunciar o postergar las políticas más polémicas, o pactar con la oposición que tendrá 225 diputados si quiere continuar con sus reformas, lo cual se ve cuesta arriba sea porque los llamados partidos bisagra (PVEM y MC) pongan un alto precio a su amor o porque los otros, simplemente, no tienen en la agenda facilitar las decisiones presidenciales.

No obstante, esta mala noticia para AMLO, los sinaloenses volvieron a entregarle los siete diputados federales de mayoría relativa y harán una buena contribución en votos para obtener una parte significativa de los cuarenta diputados plurinominales que comprende la primera circunscripción plurinominal.

Ahora bien, la mala noticia, la incursión decidida del crimen organizado en el proceso electoral seguramente no será de gratis, aunque no haya sido pedido este apoyo envenenado, pues ostentosamente se hizo presente en distintos episodios del proceso electoral ante la notoria contención de las fuerzas de seguridad pública estatal.

Quizá en algunos observadores y analistas, animará está idea de coexistencia porque Rubén Rocha en la entrevista que sostuvo con el periodista Carlos Loret de Mola dejó abierta la posibilidad de un diálogo con sus personeros para pacificar el estado. Esto, si bien no es novedoso, porque ya ha ocurrido, incluso hasta podríamos afirmar con cierta dosis de certeza, que está vigente, lo nuevo es que por primera vez un candidato a la Gubernatura se haya atrevido a decírselo y al aire a un periodista con una gran audiencia.

Por cierto, ninguno de los otros candidatos cuestionó sus dichos y el tema pasó por encima del debate público, demostrando una vez más que sólo es un secreto a voces que raya en el tabú, o mejor, una papa caliente que ningún político en funciones quiere tener en las manos.

Así que habría que preguntarse en este tema escabroso ¿qué sería lo diferente en un gobierno de la 4T respecto de lo que ya hicieron sus antecesores? Considerando que para muchos es un actor agridulce enraizado en nuestra contaminada vida pública, o acaso, simplemente será la reedición de la paz pactada durante los viejos gobiernos priistas.

Claro, entre aquello y esto, hay una gran diferencia de fondo, todavía en los pasados años ochenta el crimen organizado estaba subordinado al poder político (léase el libro revelador de Luis Astorga: Drogas sin Frontera, Grijalbo 2003) y ahora, hay evidencia suficiente en muchos estudios de que es a la inversa y eso hace más difícil cualquier política de seguridad pública, por eso quizá más que por razones humanitarias se intenta volver a esa paz pactada y mejor orientar las políticas a combatir las causas sociales que es una apuesta que podría ser tan o más peligrosa que la llamada “guerra contra las drogas” pues deja abiertos flancos que han provocado ya a menos de la mitad del sexenio más 60 mil homicidios dolosos.

Entonces, volviendo a los saldos de la pasada elección, que sin duda tiene muy contentos a quienes se entregaron con todo a la causa morenista y como no en términos de resultados, está ahí el carro completo desde los gobiernos del Estado y municipios hasta el Poder Legislativo, de los cabildos a las sindicaturas, y así tener el mando para impulsar el programa social de la 4T, pero todo ese control institucional pudiera estar acotado por la sombra del poder fáctico que se hizo presente en la pasada elección.

O sea, se puede perder ganando, y esto lo podremos empezar a visualizar cuando se integren los nuevos gobiernos estatal y municipales porque será entonces que veremos cómo estarán representados los intereses de los factores reales de poder que hicieron posible este triunfo absoluto.

En definitiva, sean bienvenidos los nuevos gobiernos y las políticas públicas destinadas a favorecer la mancuerna de crecimiento económico con justicia social, sobre todo aquellas destinadas a los grupos más vulnerables.

No puedo cerrar este texto sin mencionar que el martes pasado felicité a Rubén, quien en breve será Gobernador electo y le destaqué el valor de la crítica y la tolerancia con un claro énfasis en la UAS, y me respondió, amablemente, prometiendo que durante su gobierno Sinaloa manifestará una gran transformación. ¡Que así sea!