La diaria antipatía de Estrada Ferreiro

Alejandro Sicairos
14 febrero 2019

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La ciudad quiere sonrisas, no regaños
 
 
 
 
El ceño huraño de Jesús Estrada Ferreiro es parte del paisaje urbano de Culiacán, síntoma de que el Alcalde llegó a destiempo a un cargo público que necesita políticos tolerantes, modernos, de piel dura a las críticas y de vez en cuando sonrisas que denoten el sentido lúdico del poder. Verlo siempre, renegando de todo y con todos, comienza a aburrir a la gente que creyó que la alternancia adquiriría un semblante alegre.
Sin que se trate tampoco de que todo el día ante riéndose en la calle, el Presidente Municipal da elementos para el psicoanálisis al tratarse de esos casos de hombres y mujeres que buscan cargos de representación popular, luchan por éstos al grado de la ignominia, y al sentarse en las sillas del mando adquieren un rostro adusto, insociable y dan la idea de que siempre traen retortijones en el estómago.
Debiera Estrada Ferreiro darles buena cara a los ciudadanos que lo necesitan entero y contento, a los periodistas que en sus cuestionamientos esperan respuestas maquiladas en el cerebro y no en el hígado, a los organismos de la sociedad que a duras fuerzas han avanzado en quitarse los grilletes de los gobiernos, a la población que acude puntual a pagar contribuciones y al barrendero que bajo el quemante sol intenta maquillar la faz de Culiacán.
Sería impensable que a tres meses y medio de desempeñar el cargo, el Alcalde esté cansado o harto de los conflictos y presiones implícitas en la responsabilidad que tiene en sus manos. Un viraje de lo arisco a lo amable le ayudaría a sobrellevar la carga y aparte motivaría la participación ciudadana en ese caminar cuesta arriba.
Más que subrayar las diferencias, el gobierno de la ciudad tiene que asumir la función de crear consensos, alentar el diálogo, tolerar la discrepancia y al final de cuentas sacar lo mejor para los ciudadanos, les guste o no a Estrada Ferreiro, sea o no del agrado de sus oponentes. Harta a cualquiera, inclusive al mismo Alcalde, prolongar los enconos de la campaña política que debieron acabar con el veredicto de las casillas electorales.
Viéndolo con positivismo, el desacuerdo representa el preámbulo de los pactos para que a la capital sinaloense le vaya bien. Quien pretenda pelear sin la divisa de las posibilidades intermedias que conducen a la unidad termina aislado, excluido de deliberaciones que de cualquier forma adoptarán las mayorías. Está bien enojarse de vez en cuando; lo que está mal es ver a un enemigo en cada culiacanense divergente.
Sonría, Alcalde, como un guiño a la tolerancia y evidencia de que usted es de carne y hueso. Defienda sus argumentos con la fuerza de la investidura pero esté abierto, siempre, a que alguien pudiera tener mejores razones que usted, así, sin medir fuerzas ni obsesionarse en alzar los trofeos denigrantes de la intransigencia. De lo único que debemos ser fanáticos es de Culiacán.
Sujétese de la mano de los culichis y no se suelte nunca de ella porque si lo hace estará perdido. Dejé de creer que un micrófono, una cámara o una pregunta de la prensa es invitación a pelear. Los periodistas y los ciudadanos necesitamos saber qué piensa, cree, hace u olvida hacer la autoridad.
Inténtelo y verá cómo los gobernados lo valoraremos. Deje de ser esquivo y desconfiado porque el que siembra rudeza cosechará piedras que estorban. Un día levántese y queme sus naves hostiles y aborde los galeones de la cordialidad, civilidad y de la gentileza. Y véngase en ese barco al Culiacán que lo quiere esperanzador y colaborativo.
 
Reverso
Que se enteren bien La Lomita,
El Puente Negro y los tres ríos,
Hay otro Estrada que habita,
Detrás de esos modos sombríos.
 
Badiraguato espera
El Presidente Andrés Manuel López Obrador llega hoy por la tarde a Badiraguato, conocida internacionalmente como el tronco del linaje del narcotráfico en Sinaloa y en México. ¿Qué les ofrecerá a los campesinos que cultivan drogas como única posibilidad de sobrevivencia? Esperemos que en lugar de dinero en efectivo les ofrezca inaugurar las nuevas mentalidades y generaciones donde el Estado dé oportunidades de educación, trabajo lícito y acceso a la cultura y el deporte. Eso vale más que cualquier otra ayuda.

 

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