La longitud de la vida
¿Cómo se califica una vida buena y exitosa? Tradicionalmente se ha pensado que el mejor parámetro es vivir muchos años. Incluso, bíblicamente se hablaba de tres grandes bendiciones: tener una vida larga, muchos hijos y suficientes bienes. Por ejemplo, después de probar a Job, Dios lo recompensó: “Yahvé hizo a Job más rico que antes. Tuvo 14 mil ovejas, 6 mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras... Job vivió todavía 140 años después de sus pruebas, y vio a sus hijos y a sus nietos hasta la cuarta generación” (Job 42, 12.16-17). De Matusalén, abuelo de Noé, se dice que vivió 969 años (Gén 5,27).
Lógicamente, no son expresiones que correspondan a un dato histórico. Sabemos que la Biblia maneja muchas cifras y referencias simbólicas. En el contexto de que hablamos, la Biblia enfatiza que había crecido mucho la maldad entre los hombres, por lo que Dios “recortó” sus expectativas de vida: “Entonces el Señor dijo: «Mi Espíritu no contenderá con el hombre para siempre, porque él también es carne; sin embargo, sus días serán 120 años» (Génesis 6,3).
De igual forma, no podemos dar a los siete días de la creación, según la narración del Génesis, el carácter específico de días solares como los nuestros, además de que el sol y la luna, de acuerdo a ese mismo relato, se crearon hasta el cuarto día (Gén 1,14). Por eso, el apóstol Pedro precisó: “No olviden, hermanos, que ante el Señor un día es como mil años y mil años son como un día” (2 de Pedro 3,8).
Vivir muchos años no debe considerarse el único y mejor parámetro (Jesús vivió solamente 33 años), sino una vida con plenitud de sentido: una vida entregada y generosa.
¿Vivo con plenitud y profundidad?