La muerte del cisne
27 agosto 2017
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La voluntad y últimos momentos de una persona son comparados a la muerte del cisne, porque existe una creencia de que esta ave es siempre silenciosa, pero cuando se prepara a su muerte entona un dulce canto.
“Así cantando consuelo mi destino, como hace el cisne ante su pronta muerte”, señala la cantata Carmina Burana. “El cisne plateado, que vive sin hacerse notar, cuando la muerte se acerca, libera su silenciada garganta”, expresa el Madrigal El cisne plateado de Orlando Gibbons.
Hay quienes opinan que el cisne canta de tristeza por su partida, pero otros señalan todo lo contrario. Sócrates manifestó a sus discípulos en el diálogo Fedón: “Si lloran por mí, me consideran muy inferior a los cisnes, pues cuando presienten que van a morir, cantan aquel día mejor que lo han hecho nunca, a causa de la alegría que tienen porque van a reunirse con el dios a quien sirven”.
Ovidio mencionó en la Metamorfosis que el canto del cisne era una mezcla agridulce. “Ella derramó sus palabras de dolor, en un mar de lágrimas, en tenues tonos, en armonía con la tristeza, así como el cisne canta una vez, mientras muere, su propio réquiem”.
Plinio, en su Historia Natural, consideró que la creencia del canto del cisne era falsa. Empero, nadie puede desvirtuar su importancia en la mitología griega, pues era un ave consagrada al dios Apolo como signo de armonía y belleza. Incluso, Zeus se convirtió en cisne para fecundar a Leda.
A principios del Siglo 20, la bailarina Anna Pavlova, inspirada en un poema de Alfred Tennyson, pidió a Michel Fokin preparar una breve pieza de ballet titulada La muerte del cisne, con la música del Carnaval de los animales, de Saint-Saens.
¿Vivo en silencio? ¿Preparo mi canto final?
@rodolfodiazf