La necesidad del desierto

Rodolfo Díaz Fonseca
14 octubre 2018

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El ser humano fue creado para realizarse en comunidad. Desde el principio, Dios dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo (Gén 2,18). Aristóteles, señaló que el hombre es un ser gregario y social por naturaleza, de ahí que no pueda vivir en soledad; de lo contrario, sería un Dios o una bestia.
 
No obstante, a nadie se le oculta que el ser humano también necesita silencio y soledad para reflexionar sobre su ser y acontecer. Los más grandes pensadores, profetas y artistas se forjan en momentos de recogimiento y separación. Es imprescindible el apartamiento para apreciar y valorar la comunión.
 
El desierto y la soledad se tornan indispensables, pues son los talleres más fértiles en que se puede renovar la personalidad. Los grandes personajes de la historia buscaron espacios de purificación y desierto para encontrar y ser totalmente fieles al sentido de su vida.
 
El jesuita Alfred Delp, quien fue ejecutado el 2 de febrero de 1945 por los nazis, escribió el 6 de enero: “El desierto es necesario. También el desierto físico... Las grandes empresas de la humanidad y del hombre se deciden en el desierto. Tienen su sentido y son una bendición esos espacios grandes y vacíos que dejan al hombre solo con lo real.
 
“El desierto es uno de los espacios fértiles y creadores de la historia... Mal anda una vida que no resiste o que evita el desierto. Las horas de soledad han de estar en cierta relación con las de comunidad, de lo contrario los horizontes se reducen y, con las muchas palabras, los contenidos se desperdician y desintegran... Mal anda un mundo en el que ya no hay cabida para el desierto y para el espacio vacío”.
 
¿Valoro y busco momentos de soledad y desierto?
 
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@rodolfodiazf