La nieta de Rocha y la violencia
Los niños en tiempos de guerra

Alejandro Sicairos
25 septiembre 2025

A horas de que el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, presentara el martes en el búnker de la Base Aérea Militar en Culiacán el informe que muestra a la baja la incidencia de homicidios dolosos en Sinaloa, la tarde del mismo día a escasos 6 kilómetros de distancia ocurrió el ataque contra la camioneta que transportaba a una menor de edad que es nieta del Gobernador Rubén Rocha Moya, hecho que dispersó como reguero de pólvora la pregunta sobre el móvil de la agresión.

La niña, hija de Eneyda Rocha, presidenta del Sistema DIF Sinaloa, afortunadamente resultó ilesa y corrió con la providencial suerte que de igual manera había favorecido casi al mismo tiempo a un bebé de 1 año y 3 meses de edad que fue herido por esquirla de bala durante el evento de violencia donde fue asesinada una persona adulta en las inmediaciones de un centro educativo de la colonia Guadalupe.

Respecto al hecho que involucró a la familia de Rocha Moya, de inmediato se instaló la red de especulaciones que usó la confusión para instalar el efectismo del narco apuntando a las altas esferas del poder político, con tanta prisa por decretar dicho caos que hasta fueron desplazadas a último término la fundamental verificación de la información y la indagatoria que inició la Fiscalía General del Estado.

Enseguida, cuando el Gobernador y su hija salieron a decir que se trató de un intento de despojo del vehículo, la conversación pública osciló entre la filosa espada del rumor infundado, que reincidió en ganar rating con el amarillismo a costa del sufrimiento de las familias, y la pared que es la exigencia de “¡a los niños, no!” en la cual se recargan los ciudadanos que al ver a la infancia como víctima saben que hemos tocado fondo en la fosa de la barbarie.

Esto instala la urgencia de que la Fiscalía General de Estado actúe de manera expedita y creíble al hacer y mostrar los trabajos periciales que prueben con sobradas evidencias si la agresión a la unidad que movilizaba a la nieta de Rocha configura ataque directo, con el conocimiento de los criminales de que allí viajaba la menor, o es un acto ordinario de robo de vehículos a través de violencia como son los más de 7 mil casos registrados desde el 9 de septiembre de 2024 a la fecha.

Si resulta fortalecida la primera conjetura, la de las balas lanzadas con motivaciones políticas, entonces las alarmas a activar son muchas. Las principales tienen que ver, una, con el deficiente protocolo de protección a la familia del Gobernador en el contexto de la narcoguerra y, dos, el cambio de la estrategia que hasta hoy le apuesta a contener con mucha fuerza pública a células del narco que apuntan cada vez más alto en la estructura del poder público.

Mientras la labor ministerial clarifica el panorama también deben desvanecer las brumas del amarillismo y catastrofismo que exhibe cierto deseo para que Sinaloa se resbale de una vez por todas por toboganes de inestabilidad y desesperanza. Ese apetito carroñero saciado hasta con la tragedia que alcanza a niños y sus familias, avidez que nos avisa del tránsito hacia una sociedad necrosada.

La situación de peligro en que se hallaron los dos niños, la nieta del Gobernador y el bebé alcanzado por residuos del plomo en el sector Guadalupe, rasca en la herida social que representa la infancia en la mira de las armas que salen a relucir en el enfrentamiento entre los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán y los de Ismael “El Mayo” Zambada. Son el emplazamiento para lograr pronto la paz, o seguir recibiendo los golpes de la crueldad donde más nos duele.

Detengámonos por un momento a observar cómo brota en medio de la barbarie la propuesta a acostumbrarnos a las atrocidades de la narcoguerra, e inclusive caminar hasta el borde del abismo y llegue la resignación al horror a empujarnos al precipicio de los sin entereza. Cuchicheos en el oído social para que mandemos al diablo a las instituciones legítimamente instaladas y sucumbamos ante los gobiernos de facto que intentan erigir los narcos.

En la celada que proponen los que incitan al crimen a usurpar posiciones de mando que sólo la Constitución otorga, los amanuenses del hampa dan pasos atrás hacia sus madrigueras embozadas de líderes de opinión, mientras empujan a las audiencias para que sucumban en los barrancos de la rendición. ¿En qué dirección marcharemos los pacíficos?

Nos notifican estos guiños,

De la violencia despiadada,

Sobre la guerra no librada,

Para salvar a nuestros niños.

Si se sostiene en la agenda de la Presidenta Claudia Sheinbaum la visita a Mazatlán, un lugar al que le gusta mucho venir, seguramente sostendrá el sábado una conversación amplia con el Gobernador Rubén Rocha Moya para conocer el estado de ánimo del Mandatario estatal después de que a la familia de éste lo alcanzó la violencia que el Gobierno federal no ha podido someter. Para la Cuarta Transformación es obligado analizar cómo apoyan a Rocha y a Sinaloa en la estrategia de ponerle fin a la narcoguerra que sin distingos nos hace vulnerables a todos y a todo.