La sombra del caudillo

Guillermo Fárber
24 abril 2019

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El gran Víctor Hugo tuvo también, como todos los seres humanos, su parte oscura; era un prodigio de egoísmo, por ejemplo, y un nudo de contradicciones políticas: https://mihistoriauniversal.com/biografia/victor-hugo/  “En 1813 Victor y sus hermanos se instalaron en París con su madre, que se había separado de su marido por su romance con el General Victor Lahorie, padrino y preceptor de Victor Hugo del que recibe su nombre.Hugo fue a un tiempo napoleónico y monárquico, religioso y revolucionario, legitimista y socialista”.

 

 

Las faldas; una presencia invariable

 

"La boda de Victor Hugo (posible gracias a una pensión anual de mil francos concedida al poeta por el Rey Luis XVIII), a sus 20 años (1822) y con una amiga de la infancia, Adèle Fouchet (a la que abandonaría pocos años después por la actriz Juliette Drouet, además de otras muchas amantes), aconteció como un verdadero melodrama: primero, el poeta no consiguió la autorización del General Hugo, su padre, hasta pocos días antes de la ceremonia; luego, desoyó las súplicas de su hermano Eugéne, enamorado de la misma Adéle; finalmente, el día del casamiento, durante el banquete, el desesperado Eugéne se vuelve loco, esquizofrénico, según dictamen de los médicos que lo internaron en el manicomio de Charenton (donde moriría 15 años después). Si verdaderamente hubo algo maldito en esta unión, los hijos del matrimonio no escaparon al estigma: Léopold, el primogénito, muere a los tres meses de nacer; Leopoldine perece ahogada en el Sena tres meses después de su boda; Charles y François-Victor acompañaron a su padre pero no lo sobrevivieron; Adèle, siguiendo el camino de su tío Eugéne, se volvió loca por amor (no es exacto: sufría esquizofrenia, hay una película francesa de 1975, L´Histoire d’Adèle H, del director Francois Truffaut con Isabelle Adjani, https://www.youtube.com/watch?v=fxbuI0bx5kw) y también murió en un manicomio… El omnipotente Sainte-Beuve (1804-1869, Wikipedia: ‘Además de las críticas que recibió por su método crítico, se acusa a menudo a Sainte-Beuve de no haber mantenido siempre su lucidez de crítico: alabó a escritores que hoy en día han quedado en el olvido más absoluto y criticó con violencia a artistas de la talla de Charles Baudelaire, Stendahl u Honoré de Balzac.’) le confiesa una tarde de julio su amor por Adèle Fouchet; el triángulo amoroso constituido por el matrimonio Hugo y el célebre crítico duró hasta 1833, cuando Hugo se enamora de Juliette Drouet. Aunque el poeta no rompió nunca su matrimonio, tras la muerte de su esposa, en 1868, se une definitivamente a la Drouet… En 1843 conoce a un nuevo amor, Léonie Biard, escritora perteneciente al círculo de la corte, con quien Hugo escapa por una temporada de sus obligaciones políticas y familiares”.

 

 

Sangre en las manos

 

Tras los motines populares de junio de 1848, hace campaña por la Presidencia de Bonaparte, al tiempo que, de manera harto contradictoria, aboga por la creación de leyes progresistas en lo social y educativo. Hasta el golpe de estado de 1851, en el que Luis Bonaparte pasa por propia voluntad de Presidente constitucional a emperador, Napoleón III (tildado por Hugo como ‘Napoleón El Pequeño’ en un panfleto de 1852)… Siguiendo la norma de que la violencia es intrínseca a la actividad política, Hugo también tuvo sangre ajena en las manos: al inicio de la Revolución francesa de 1848, es nombrado alcalde del octavo distrito de París, y posteriormente diputado de la Segunda República con escaño entre los conservadores. Durante los motines obreros de junio de 1848, Hugo participará personalmente en la matanza, comandando tropas frente a las barricadas en el distrito parisino para el que fue nombrado alcalde; más tarde desaprobará la sangrienta represión desarrollada tras la revuelta (típico político: tira la piedra y esconde la mano)”.

 

FIN

En sus años finales, apartado de las intrigas de cortes y gobiernos, se aficiona al espiritismo, en el que es iniciado por la señora Girardin, inquietud pueril que sin embargo plasmaría en los sublimes poemas de El fin de Satán y Dios, que se publicarían de modo póstumo”.