La terapia del dolor

Rodolfo Díaz Fonseca
17 agosto 2023

El sufrimiento y dolor que tocan nuestra vida tienen su razón de ser, a menos que nosotros mismos nos los procuremos. Es decir, muchas veces experimentamos dolor porque nosotros lo atraemos y provocamos como consecuencia de nuestras acciones, atrevimiento, imprudencia y desatinos. Sin embargo, normalmente, se trata de una cuota que cubrimos por vivir y que, además, procura ser mensaje de alerta, reflexión, crecimiento y madurez.

Claro, a nadie le gusta sufrir o experimentar la mordedura del dolor, por eso nos molestamos y vociferamos cuando somos presa de su dominio. Por más que intentemos suavizarlo con palabras filosóficas, espirituales y sapienciales, el escándalo que produce amenaza con jamás disiparse.

Siddartha Gautama, conocido más comúnmente como Buda, expresó: “Si insistimos en tratar de entender el dolor antes de aceptar su terapia, entonces las infinitas enfermedades que padecemos acabarán con nosotros antes de que nuestras mentes se sientan satisfechas”.

Incluso, existe una antigua leyenda budista que subraya la universalidad del dolor. Narra que una señora, con su hijo moribundo en brazos, porque lo había mordido una serpiente, se acercó a Buda para suplicarle salvara a su vástago. El iluminado le respondió que si le traía granos de mostaza de un hogar donde no hubieran padecido el fallecimiento de ningún ser querido, inmediatamente lo sanaría.

Con un rayo de esperanza sobre su frente, la acongojada madre recorrió todo el pueblo, casa por casa, pero al abrirse cada puerta constataba que la parca había visitado ese hogar antes que ella; no obstante, volvía a reemprender la marcha abrigando el anhelo de que en la siguiente casa pudiera encontrar un ambiente diverso. Los vecinos se compadecían y le regalaban muchos granos de mostaza, pero no podían falsear la realidad de su dolor.

¿Sobrellevo con entereza la terapia del dolor?