La Universidad ante la crisis de las pensiones

Jesús Rojas Rivera
26 septiembre 2025

Desde hace décadas, las universidades públicas del País han enfrentado una realidad agridulce, pues en México no existen normas generales que regulen las jubilaciones en dichos entes autónomos, si bien el derecho laboral regula las condiciones mínimas de jubilación para trabajadores, la autonomía universitaria ha servido para dotar a sus trabajadores académicos, administrativos y de servicios, derechos superiores, que, en algunos casos, superan en 200 por ciento o más las prestaciones previstas por la ley.

En 2023, según un estudio de la Cámara de Diputados con datos de la Secretaría de Educación Pública y la Auditoría Superior de la Federación, las universidades públicas de México en general gastaron 72 de cada 100 pesos en pago de sueldos, salarios y prestaciones personales. Un gasto que se incrementa año con año, con la incorporación de nuevos trabajadores en los esquemas de pensión y la contratación de nuevos servidores públicos.

¿Cómo encontrar un esquema justo de pensiones para las universidades del País sin menoscabar los derechos de las y los trabajadores, pero, sin comprometer los recursos futuros de la educación superior en México? Es la gran pregunta que ni los más sesudos académicos del Sistema Nacional de Investigadores de las propias universidades han podido resolver.

En 2022, Martha Zárate y M. Laura Espinoza publicaron un interesante artículo sobre el tema titulado: “Una mirada a los sistemas de jubilación en las universidades públicas de México”. Las investigadoras de la Universidad Veracruzana hacen un recorrido histórico del problema de las jubilaciones y enfocan el análisis en: 1) la reducción de la edad promedio de jubilación que era en principio a los 52 años, 2) la antigüedad mínima laboral que obligaba 25 años de servicios, 3) la jubilación con el último salario recibido y los esquemas tramposos para inflar esta cifra en la mayoría de los casos y 4) La jubilación dinámica que aumenta la pensión conforme al salario de los trabajadores activos. Bajo estas circunstancias, no hay presupuesto que soporte. ¿Pero, quién entre los ratones, se atreve a quitarle el cascabel al gato?

No hay un modelo único en cuanto a “sistemas de jubilaciones para académicos y trabajadores universitarios”, lo hay de muchos tipos; como el de pago único de institución de seguridad social federal casos: Universidad Autónoma de Chiapas y la de Guerrero que sus esquemas de jubilación es la del ISSSTE. O la de Tlaxcala y Quintana Roo que es mediante el esquema del IMSS. Pero también las hay con instituciones de seguridad social estatal como la del Estado de México, la propia Universidad Veracruzana y la Universidad Autónoma de Occidente en Sinaloa con el IPES.

Hay esquemas mixtos o simultáneos como la Universidad Autónoma de Campeche, de Durango y el Estado de Hidalgo, en donde una parte la paga el IMSS y otra la Universidad. Pero el caso más caótico está en aquellas que son de financiamiento propio, que generalmente son las que más recursos entregan a los trabajadores y menos auditorías y controles internos tienen como el caso de: la Universidad de Baja California Sur, Autónoma de Tabasco, Yucatán, la Autónoma de Ciudad Juárez, la BUAP de Puebla -que por cierto está en proceso electoral de rector- y nuestra Universidad Autónoma de Sinaloa.

A las tres universidades públicas más grandes del país: UNAM, Politécnico Nacional y la Autónoma Metropolitana, que, dicho sea de paso, son las de mejores resultados y evaluaciones en cuanto a profesorado y egresados, las pensiones se sujetan a la ley federal del ISSSTE. Para llegar a ello, hubo luchas, marchas y paros, procesos de negociación sindical y mucha tensión política, pero sobre todo amor de los trabajadores por la institución.

Porque en el corazón de cada egresado de la universidad pública que hoy forma parte de su fuerza académica y laboral, está sembrado el espíritu del colectivismo, de la fraternidad y solidaridad de clase. De saber que nuestra alma máter será parte de nosotros siempre, que el orgullo de ser universitario egresado de la educación pública nos debe hermanar en la causa común pensando en nuestros egresados futuros.

Momentum: Ya para terminar mi columna, escucho el murmullo de un anciano en la mesa contigua del cafetín: “Para que les alcance el billete, no nomás es pellizcándoles a los trabajadores la pensión, sino dejando de comprarles a sus compadres chingaderas a sobreprecio” y en eso tiene toda la razón. Luego le seguimos...