La ventaja de ser millennial en tiempos de herencia boomer

Omar Lizárraga Morales
02 junio 2025

Hubo un tiempo no muy lejano, en el que un matrimonio joven podía comprar una casa con un solo sueldo, tener varios hijos sin un plan financiero, y estacionar un carro del año en la cochera con el tanque de gasolina lleno.

Ese tiempo fue el de los baby boomers, esa generación nacida entre 1946 y 1964, que creció al calor del Estado de bienestar, las fábricas a toda marcha y la promesa de que cada generación viviría mejor que la anterior. Hoy tienen entre 61 y 79 años de edad. La mayoría disfruta de una jubilación, posee una, dos o hasta tres propiedades, y viaja por el mundo cada vez que se le antoja.

Después vinimos los de la llamada generación X, también conocida como la generación “puente”. Nacimos entre 1965 y 1980. Nos tocó vivir la transición digital: descubrimos el internet, los videojuegos y la televisión por cable. Algunos afortunados alcanzamos los beneficios de una futura jubilación, y en general, se nos considera una generación estable e independiente.

Pero luego llegaron los llamados millennials (nacidos entre 1981 y 1996), hoy de entre 29 y 44 años de edad. Y tras ellos, la generación Z, nacida entre 1997 y 2012. A estas dos generaciones les tocó la resaca de la fiesta.

A diferencia de los boomers, estas generaciones han vivido entre crisis económicas, outsourcing y contratos temporales que apenas alcanzan para rentar una habitación con roomies. La jubilación laboral, para ellos, parece ciencia ficción.

Mientras que los boomers accedían a empleos bien remunerados con estudios técnicos o universitarios básicos, los millennials acumulan posgrados y deudas que no siempre se traducen en mayores ingresos. Los Gen Z, que crecieron viendo esa contradicción, dudan cada vez más del valor del esfuerzo tradicional.

En México, el salario promedio de un profesionista joven rara vez rebasa los 10 mil pesos mensuales, mientras el costo de vida, el transporte, la renta y los alimentos no dejan de subir. El trabajo formal apenas cubre lo básico, y el informal -aunque más flexible- no ofrece seguridad social, vacaciones ni esperanza de retiro digno.

Para los boomers, la precariedad era una excepción. Para los millennials y los Gen Z, se ha vuelto la regla. Muchos treintañeros o cuarentones aún viven con sus padres. No tienen seguro médico, ni casa, ni coche, ni hijos. No son decisiones voluntarias, sino estrategias de supervivencia.

En los años 80, una casa costaba entre tres y cuatro veces el salario anual promedio. Hoy, en muchas ciudades, una propiedad puede costar entre 10 y 20 veces el ingreso anual de un millennial promedio. La brecha económica es abismal.

Sin embargo, no todo es tragedia. En todo el mundo está ocurriendo lo que algunos economistas han denominado La Gran Transición, o La Gran Transferencia de Riqueza. Se trata del mayor traspaso intergeneracional de bienes en la historia: la herencia de los boomers a sus descendientes.

Aunque hablar de herencias pueda parecer frívolo o incómodo -nadie desea la muerte de nadie-, durante los próximos 20 años, millennials y Gen Z heredarán cuentas bancarias, terrenos y propiedades de sus padres y abuelos.

Muchos millennials han llegado a los 30 o 40 años sin haber podido comprar una propiedad, pero gracias a estas herencias, algunos logran por fin pagar un enganche, remodelar una casa o liberarse del yugo de la renta. Aunque llegue tarde, la herencia puede representar un punto de inflexión financiero.

Así que, si eres millennial y tu boomer favorito goza de buena salud... ¡trátalo bien! Nunca se sabe si entre su testamento y tu renta atrasada hay una historia de redención inmobiliaria.

Es cuanto...