Ladrillos en el imperio chino

Guillermo Fárber
24 noviembre 2021

Para los aficionados a la literatura, recomendamos la vieja novela (1981) del escritor italiano Ítalo Calvino, La Especulación Inmobiliaria, historia de un intelectual de izquierda con mala conciencia que decide lanzarse al escabroso mundo de los negocios. La realidad se encargará de demostrarle, en una cadena de falsas esperanzas y amargos desencantos, su irremediable fracaso como hombre práctico. Este libro constituye una excelente muestra de la sensibilidad narrativa de Ítalo Calvino para captar los conflictos y los cambios de la sociedad italiana tras la caída del fascismo y la conclusión de la Segunda Guerra Mundial.

El Javier apunta con ironía: “Cualquier semejanza con personajes políticos mexicanos que en algún momento fueron o dicen ser de izquierda, no es mera coincidencia.”

A propósito del tema, dice Javier Ortiz de Montellano en:

https://monitorfinanciero.com.mx/opinion/especulacion-inmobiliaria-del-imperio-chino-al-emporio-azteca-javier-ortiz-de-montellano/

“He estado pensando sobre la especulación inmobiliaria desde que recientemente se supo de los problemas de liquidez de algunas inmobiliarias chinas. Esto ha preocupado al mundo ante un posible «efecto contagio» de una crisis al resto del sector de la construcción en la economía china, con incalculables consecuencias (ver nuestro artículo en Monitor Financiero del 24 de septiembre pasado, China: ¿de la pandemia al pandemónium? ¿Logrará evitar que la burbuja inmobiliaria estalle?).

La especulación inmobiliaria lleva tiempo preocupando al gobierno chino, en especial desde la Gran Recesión que surgió en el sector inmobiliario de Estados Unidos y por canales financieros se extendió al mundo bursátil, bancario y económico en 2008-2009.

Desde el gran viraje hacia el capitalismo, la construcción residencial en China, a cargo del sector privado, ha experimentado un crecimiento acelerado de sus ciudades. Sin embargo, la desigualdad en los ingresos pone de manifiesto que el 20% más rico gana más de 12 veces con respecto al 20% más pobre. El aumento de concentración de riqueza de los millonarios desde 1990 es patente y se ha más que duplicado. Los salarios de los altos ejecutivos de grandes compañías adquieren niveles récord con participación de beneficios y acciones. Esta tendencia al aumento de la desigualdad ha provocado una singular especulación inmobiliaria que se manifiesta en que muchos inversionistas tengan dos o más apartamentos. Es el «capitalismo con características chinas», en este caso no muy diferente del modelo mundial (excepto que los municipios les venden los terrenos a los desarrolladores, muy parecido a muchos casos en México). Es el «capitalismo con características chinas»: está bien hacerse rico mientras el país prospere. O como dijo en 1978 su líder Deng Xiaping: “No importa si el gato es negro o blanco, mientras pueda cazar ratones, es un buen gato”.

La mayor cantidad de pasivos hipotecarios no es necesariamente para los bancos. Es para los compradores de apartamentos porque en China se paga por adelantado, extendiendo un préstamo al desarrollador que emite bonos.

Es dinero que los desarrolladores reciben de la gente y les deben un apartamento. Y si los apartamentos no están terminados, pero se ha gastado el dinero, entonces el problema no es sólo rescatar a la gente, sino también la cuestión de quién aportará más capital para pagar a los minoristas que han comprado apartamentos que no los han obtenido en realidad.

El tamaño del problema chino puede apreciarse si se estima que se construyen actualmente alrededor de 70 millones de apartamentos y se venden anualmente 20 millones de apartamentos (en contraste, el censo de vivienda en México registra que hay 35 millones de casas en total en todo el país; en el mejor de los años se construyen 300 mil y en 2020 bajó a la mitad)”.