Las grandes catedrales

Rodolfo Díaz Fonseca
16 abril 2019

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@rodolfodiazf
 
 
 
Se requerirá mucho tiempo, dinero, trabajo, colaboración y esfuerzo para restaurar lo que el incendio destruyó. La Catedral de Notre Dame, parafraseando un conocido refrán, no se levantará en un día.
 
Esas monumentales construcciones no se erigieron en años, sino durante centurias. No se contaba con la tecnología actual, pero aquellos arquitectos, maestros y albañiles estaban enamorados del arte e imbuidos de profunda espiritualidad.
 
Notre Dame es un ejemplo clásico del arte gótico, cuyo estilo nació en el norte de Francia y se desarrolló desde mediados del Siglo 12 hasta los siglos 15 y 16. Giorgio Vasari fue el primero que utilizó el término gótico, en sentido peyorativo, haciéndolo derivar de los godos o bárbaros y oponiéndolo al arte de la antigüedad clásica.
 
Notre Dame no es un simple edificio sino espiritualidad y poesía tallada en piedra. “Los grandes edificios -escribió Víctor Hugo- como las grandes montañas son obra de los siglos... Las más grandes construcciones arquitectónicas no son tanto productos individuales como auténticas obras sociales; que son más bien la creación del pueblo con su trabajo que el genio de un solo hombre”.
 
En el capítulo tercero de Nuestra Señora de París, añadió: “Cada oleada en el tiempo deposita su aluvión, cada raza superpone una capa en el monumento, cada individuo aporta su grano de arena...; es como si el tiempo fuese el arquitecto y el pueblo el albañil”.
 
Sin embargo, no es fácil levantar grandes catedrales, como señaló el poeta Heinrich Heine: “Un amigo me preguntaba por qué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: “los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión”.
 
¿Tengo mudables opiniones o férreas convicciones?