Lectura y diversión

Rodolfo Díaz Fonseca
07 noviembre 2024

La lectura es un ejercicio que proporciona un gozo íntimo y una alegría profunda. Al recurrir a crónicas, poesías, cuentos, narraciones, novelas, epopeyas, misterios, biografías y ensayos el espíritu se enriquece, viaja, conoce, aprende, a la vez que se solaza, alivia y reconforta.

Hemos hablado de alegría, no de diversión, porque el sentido de esta última palabra nos coloca en la frontera opuesta del gozo de la lectura. En efecto, diversión no es sinónimo de regocijo y alegría; al contrario, de acuerdo con Pascal, significa apartar, desviar, alejar, distraer e ir por otro camino.

En sus “Pensamientos”, Blaise Pascal señaló que la diversión: “es la mayor de nuestras miserias. Porque eso es lo que nos impide principalmente pensar en nosotros y lo que nos hace perdernos insensiblemente”

Al divertirse, la persona no pretende fundamentalmente relajarse y encontrarse, sino evadirse, huir de sí mismo, ir en pos de una explosión externa, pero no busca introyectarse en su intimidad, dialogar en su soledad, ni centrarse en su persona.

Por eso, se recomienda la lectura, porque esa práctica nos remite a un gozo, placer y recogimiento, como expresó Fernando Savater:

“La persona que sabe leer, que se aficiona a la alegría de la lectura, tiene unos goces extraordinarios y además a muy poco precio. El mundo está lleno de diversiones caras. Cuanto más inculta es una persona, más dinero necesita para pasar los fines de semana, porque como no fabrica nada, no produce nada, todo lo tiene que comprar. Mientras que una persona con un cierto nivel de cultura, con la conversación, un libro o una música puede pasar el tiempo de una manera enriquecedora, la riqueza que nos dan los libros es una riqueza real más duradera y limpia que las que se tienen”.

¿Disfruto la lectura?

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