Leer e imaginar

Rodolfo Díaz Fonseca
13 junio 2021

La imaginación es un arma muy poderosa que, en ocasiones, no es bien ponderada. Hay quienes la confunden con un inocuo sueño, un fantasmal espejismo o una febril emoción.

Imaginar no es lidiar con fugaces y huidizas quimeras; todo lo contrario, es enfocar correctamente el ojo de la mente para que aterrice en la pista adecuada- “Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr”, dijo sabiamente Albert Einstein.

John Lennon, en su célebre canción, expresó: “Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz... Quizás digas que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te unas a nosotros y el mundo será uno solo”.

Sí, es muy importante soñar e imaginar. Sin el imán de la imaginación permaneceríamos clavados siempre en el mismo sitio, incapaces de pensar, planear y proyectar. Aun cuando no alcancemos a ver el fin de nuestros sueños, no es lícito nulificar ni cortar la matriz de nuestra imaginación. “Sueño en el libro que no escribiré jamás”, exclamó Italo Calvino.

Y ya que hablamos del libro, conviene subrayar que la lectura resulta un inestimable recurso para nutrir nuestra imaginación. “Leer, dijo José Luis Sampedro, nos enriquece la vida. Con el libro volamos a otras épocas y a otros paisajes; aprendemos el mundo, vivimos la pasión o la melancolía. La palabra fomenta nuestra imaginación: leyendo inventamos lo que no vemos, nos hacemos creadores”.

Agregó que el poder político y el poder económico prefieren educar a ciudadanos pasivos y sin imaginación: “Hace cinco siglos la imprenta nos libró de la ignorancia llevando a todos el saber y las ideas. El alfabeto fomentó el pensamiento libre y la imaginación: por eso ahora nos quieren analfabetos”.

¿Fomento el hábito de la lectura? ¿Proyecto nuevos mundos con la brújula de la imaginación?