Libertad de pensamiento

Rodolfo Díaz Fonseca
07 abril 2021

Con el fallecimiento del teólogo Hans Küng se hace necesario retomar el tema de la libertad de pensamiento en la Iglesia. Es cierto que se debe custodiar la fidelidad al espíritu evangélico, evitar que se deformen las verdades y dogmas, vigilar que se viva éticamente y no se corrompan las costumbres. Sin embargo, cobra vigencia la pregunta de ¿si no ahogará las semillas del Espíritu un plenipotenciario Magisterio de la Iglesia y un excesivo dogmatismo?

Küng fue una de las mentes más brillantes de la Teología del Siglo 20. Muy joven se convirtió en uno de los asesores más estimados en la renovación eclesial del Concilio Vaticano II, que fue convocado por Juan XXIII y quien se refirió a él como “el más joven teólogo rebelde”.

Siempre quiso servir a la Iglesia, pero su pensamiento nunca dejó de ser crítico. Sus libros “La Iglesia”, “Ser cristiano”, “¿Existe Dios?” y, sobre todo, “¿Infalible? Una pregunta”, en donde pone en entredicho la inerrancia del Papa, le trajeron como consecuencia que en 1979 se le retirara el título de “teólogo católico”. Como dijo Teilhard de Chardin: “Toda nueva verdad nace como herejía, tanto más cuanto más nueva sea”.

El pensamiento de Küng, hombre de diálogo y apertura, dio fama y prestigio a la Universidad de Tubinga, en donde ufanamente dicen: “Tubinga no tiene una universidad, es una universidad”.

Recibió alrededor de 15 doctorados honoris causa de las más reconocidas universidades. Al final, elaboró un programa para una Ética Mundial, en el que afirmó: “No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones; no habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones; no habrá diálogo entre las religiones si no se investigan los fundamentos de las religiones”.

¿Profeso, promuevo y defiendo la libertad de pensamiento?