Lo feo de ser feo

Omar Lizárraga Morales
26 julio 2021

En las sociedades modernas, el ser físicamente atractivo o atractiva, tiene muchas ventajas. Por supuesto para encontrar pareja, pero no sólo eso, experimentos sociales han demostrado que las personas con una imagen personal que es considerada bien parecida, pueden beneficiarse tanto en sus relaciones personales como, incluso, a la hora de buscar trabajo.

Pongamos como ejemplo a una mujer poco agraciada físicamente que pide algún tipo de ayuda a personas extrañas en la calle. Lo más seguro es que una minoría de transeúntes se detendrá a orientarla, o a consumirle algún tipo de producto. Por otra parte, si tenemos a una chica atractiva o sexy en la misma situación, tendrá múltiples personas dispuestas a detenerse para ofrecer su ayuda o a consumir cualquier producto, aunque éste sea innecesario. A este recurso humano, la economista Katherine Hakim, lo denomina capital erótico.

Entonces, puede haber personas que no son atractivas, y que sólo por su mala apariencia física podrían causar rechazo, y hasta discriminación. Tal vez, usted se ha cruzado con alguien con “mala pinta”, y se ha cambiado de acera, se ha agarrado el bolso, o ha pasado con la cabeza baja lo más rápido que ha podido. Como si ser feo (a) fuera sinónimo de ser una mala persona. A este prejuicio, basado en la mala apariencia se le conoce en español como “aspectismo”, y proviene del vocablo inglés “lookism”.

El término “lookism” tiene su origen en un programa de televisión sudcoreano. La historia gira en torno a un estudiante de secundaria que puede cambiar entre dos cuerpos: uno gordo y feo, y el otro atlético y guapo. El gordo y feo, constantemente es intimidado y despreciado, mientras que el atractivo tiene sólo tratos especiales. Con el cuerpo atlético lleva numerosas experiencias de vida, desde convertirse en una celebridad, ser aprendiz para una compañía de entretenimiento y modelar ropa.

Ahora bien, el “aspectismo” tiene sus impactos psicológicos en quien lo sufre, una persona discriminada por su apariencia tiene un efecto devastador sobre su autoestima, pero también sobre las condiciones de vida en general, incluso en lo laboral.

Diversos estudios consultados afirman una amplia brecha salarial entre una persona bien parecida y otra que no lo es. Ésta última tiene una mayor probabilidad de entrar a la cárcel, padecer de exclusión social, rechazo infantil y menor probabilidad de que la ayuden.

En los centros de trabajo en los que se requiere contacto directo con los clientes o usuarios, es común que en sus convocatorias de empleo anuncien: “Se requiere excelente presentación”, con lo subjetivo que esto sea. En la hotelería, por ejemplo, el personal de contacto o “visibles”, como recepcionistas, anfitriones, o relacionistas públicas, tienen que tener una bonita sonrisa, aunque este requisito no esté por escrito. En contraposición, en las áreas “invisibles” o de “no contacto”, es asignado personal que no importa su apariencia física.

Este es un tema poco discutido en México, pero actualmente en algunas sociedades europeas y en la estadounidense, con el objetivo de combatir este tipo de discriminación ya se exige pedir solo currículos sin fotografía, para que se pueda seleccionar del modo más equitativo posible sin basarse en características superficiales.

Para combatir de manera general el “aspectismo”, el psicólogo español Arturo Torres, recomienda trabajar coordinadamente para crear culturas más inclusivas en las que los cánones de belleza no afecten ni nuestra autoestima, ni nuestra libertad personal y laboral.

Es cuanto...