Los impuestos y el crecimiento del País

26 abril 2017

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Fernando A. Orrantia

Con frecuencia los gobiernos olvidan que debe existir una proporción cuidadosa entre los impuestos que se cobra a los contribuyentes fiscales de un país y la posibilidad de crecimiento de la economía del mismo país. También olvidan con frecuencia los gobiernos que su obligación es procurar mantener una baja inflación, que permita conservar el valor adquisitivo de la moneda. Crecimiento económico y baja inflación, son los dos elementos esenciales para el bienestar de los ciudadanos. El argumento principal que llevó a Donald Trump a la presidencia de su país fue precisamente su compromiso formal y reiterado de reducir la rasa del impuesto sobre la renta, que ahora en Estados Unidos es de 38 por ciento. Algunas veces Trump ha dicho que lo reducirá al 15 por ciento y otras ha afirmado que será del 20 por ciento. Lo importante es que aparentemente es la principal obligación establecida clara y repetidamente durante su campaña electoral, que seguramente propondrá al Congreso este mismo año.

Sin embargo, la reducción de la tasa del ISR en el país vecino al norte debe estar acompañado de una proporcional reducción del gasto militar del país, porque se supone que el Congreso no le aceptará la reducción del impuesto si no hay una proporcional reducción del gasto y el que se dedica a la fabricación de material bélico sería probablemente el gasto menos indispensable y que por ello podría ser reducido. Lo importante es que las empresas están esperando que Trump cumpla su promesa de reducir la tasa del impuesto para impulsar el crecimiento de la economía al aumentar el empleo y la derrama económica en todo el país. Sería difícil que el Congreso, cuyas dos cámaras tienen una mayoría de votos del partido Republicano, acepte reducir la tasa impositiva sin reducir también el gasto, para evitar un grave déficit fiscal, una mayor inflación y con ello, reducir el poder adquisitivo de la moneda.

El partido Republicano no tuvo en mucho tiempo la mayoría de votos en ambas cámaras del Poder Legislativo y ahora tiene la oportunidad de poner en práctica todas las medidas fiscales que han anunciado y que se supone aumentarán el crecimiento del empleo del país. Sin embargo, la reducción del gasto público es también indispensable y en ese tema es donde se espera una larga controversia no solo entre los legisladores de los dos partidos políticos, sino también dentro del mismo partido Republicano. Los errores cometidos por Trump en sus primeros cien días en la Casa Blanca quedarían olvidados si logra una importante reducción en la tasa del ISR Afortunadamente para Trump, el Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte), registró un importante crecimiento económico y del empleo al reducir su ISR al 25 por ciento. Irlanda copió la idea y lo redujo a 15 por ciento, lo que produjo un aumento en la inversión extranjera y una eliminación del desempleo en un país que durante cuando menos tres siglos, tuvo un grave problema de desempleo que motivó la emigración de varios millones de sus ciudadanos en los siglos 19 y 20 a Australia primero y después a Estados Unidos.

México no ha aprendido la lección que nos han mostrado varios países. Tenemos una alta tasa de ISR (35 por ciento) y además, tenemos un impuesto adicional del 10 por ciento por reparto de dividendos a los socios o accionistas de las empresas, lo que se ha traducido en una constante reducción de la economía formal y en un aumento en el uso de trampas fiscales para reducir el golpe del impuesto. Esta doble tasa fiscal es la causa de la lentitud en el crecimiento económico de México y en el pequeño crecimiento de la producción industrial, que es la actividad económica que requiere más empleados por millón de pesos invertido. Cada sexenio vemos a los nuevos funcionarios buscar la manera de aumentar el gasto público, esconder algunos renglones importantes del mismo, aumentar la deuda pública y en conjunto, reducir el crecimiento del empleo.

Lamentablemente, nuestros funcionarios públicos federales, estatales y municipales  -sean del PRI o del PAN-  desean aumentar cada año el gasto público con el principal propósito de obtener el tradicional soborno consistente en un porcentaje del costo de cada obra pública. Nuestros alcaldes de Sinaloa son expertos en el difícil arte del “gasto compartido” entre los contratistas y los funcionarios responsables de las obras públicas. Si lo duda, trate de recorrer el centro de Mazatlán para percatarse de todas las calles que en plenas Semana Santa y Semana de Pascua, mostraron sus entrañas y obligaron a los automovilistas locales o turistas, a perder muchos minutos para llegar a su destino, pero todo se vale cuando se trata de facilitar las obras públicas cuya oportunidad no podía ser más absurda. Pero el gasto es el motor de la economía personal y familiar de los alcaldes, decimos los mazatlecos.