Los incentivos que Berdegué no trajo
Sinaloa tiene el maíz; falta la directriz
A la eventualidad de que al campo de Sinaloa le vaya bien con la meta fijada por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para que en 2026 México produzca 25 millones de toneladas de maíz blanco no transgénico, le aportó muy poco el Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Julio Berdegué Sacristán, quien vino el 3 de octubre a Culiacán en calidad de escucha cuando los agricultores lo esperaban como el resolutor que les urge.
Si algo quedó claro durante la primera aproximación de posturas es que sólo en caso de que el Gobierno federal cambie de chip en cuanto a instrumentar las mejores políticas públicas para el agro sinaloense, aquí será posible cosechar casi una cuarta parte del volumen del grano alimentario que proyecta la Mandataria nacional, tomando en cuenta trillas récord como las del ciclo 2022-2023 que superaron los 6 millones de toneladas.
Ojalá que la motivación de la Sader a los agricultores suceda de manera más palpable en las siguientes reuniones. En el dilema de arar las parcelas o abandonarlas por incosteables, la gente del campo no halla alicientes sino indiferencias provenientes de instituciones que dejaron de proporcionar suministros a bajos costos, financiamiento accesible y aseguranza factible, así como buenos precios y eficientes canales de comercialización para las cosechas.
Es decir, la agricultura ya no puede ni debe ir a ciegas a un ciclo de siembras ni confiar en que sobre la marcha le irán resolviendo las demandas. En contraparte, al llamado segundo piso de la Cuarta Transformación le viene como anillo al dedo la disponibilidad de agua y la disposición de los agricultores para planear el gran programa que alcance la soberanía alimentaria y libere a los productores de quebrantos constantes.
Sí se puede, no obstante que antes habrá de suceder la zafra de la confianza que disipe el otro estiaje donde la saliva ha querido refrescar el ánimo de los labriegos y acaba resecándolo más. A partir de ya debe materializarse la transformación de la política agroalimentaria que en el sexenio de López Obrador fue desastrosa por proponer el asistencialismo atroz como la cura del cáncer que es la simulación y aniquilamiento de la agricultura comercial.
Berdegué debe saberlo o si no los 30 representantes de los maiceros con los cuales se reunieron él y el Gobernador Rubén Rocha lo hicieron de su conocimiento. Quizá lo rescatable de la nueva actitud federal sea el diálogo y que la legítima actitud reclamante de los productores y la vital receptividad del Estado permitan acuerdos de gran calado y distantes de la costumbre de endosarle al Gobierno local la solución y el conflicto.
Durante el año en curso la administración que preside Rubén Rocha Moya cayó en insuficiencia presupuestal y se vio obligada a contratar un crédito por 2 mil 300 millones de pesos para cumplir, entre otras cosas, con el pago del apoyo de 750 pesos por tonelada de maíz a alrededor de 25 mil productores. Esto no es solución, por supuesto, y menos lo será si en 2026 el gasto público estatal deberá priorizar la inversión en mejorar la seguridad pública.
Por ello, siendo de cuna sinaloense el Secretario de Agricultura debe estar al tanto de la realidad local y además conocer a los productores que en las distintas ramas económicas asumen que el tiempo es oro, no se diga cuando el surco está urgido de recuperar las pérdidas derivadas de dislates gubernamentales que decretaron el abandono del sector mientras la sequía convirtió en infértil el suelo durante el ciclo primavera-verano, y la inseguridad equivale para los negocios al juego de ruleta rusa.
Podría alegar Berdegué en defensa propia que él no es político sino un científico del área cuyo conocimiento incide en la profundidad de los problemas, pero la mentalidad rural sí conoce a la perfección que la tierra exige con exactitud cronológica la semilla, el agua, los insumos y la comprensión de los burócratas, tanto como el arado entiende a la tierra.
Con todo el mérito internacional en materia de ciencias agrícolas, la oportunidad de abrevar en la sabiduría de las mujeres y hombres que cultivan la tierra le permitiría regresarle a Sinaloa la categoría de la troje de México.
En Sinaloa es el maíz,
El de peor expectativa,
Mientras lo rieguen con saliva,
Que le marchita la raíz.
Cuando Antonio Toledo Corro venía a Sinaloa siendo Secretario de la Reforma Agraria de 1978 a 1980 le enojaba la pregunta de si aspiraba a ser Gobernador de Sinaloa; Francisco Labastida Ochoa al desempeñarse como Secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal (1982-1986) consideraba que era falta de visión política el hecho de futurearlo en el cargo de Jefe del Ejecutivo Estatal, pues él siempre quiso ser Presidente de México. Ahora Julio Berdegué Sacristán, Secretario de Agricultura del Gabinete de Claudia Sheinbaum desde el 1 de octubre de 2024, le parecen tonterías el que lo consideren pretenso a suceder en el cargo a Rubén Rocha Moya. La política los hace iguales en eso de que se les queman las habas por ser Gobernador y al mismo tiempo atienden la obligación de apegarse a reglas de la hipocresía del poder. Nunca debieran decir que nunca jamás.