Memorias de Mario Arturo Huerta Sánchez
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Mario Arturo Huerta Sánchez
Tamborilero
En el año 1938 habiendo entrado a cursar el primer año de escuela secundaria, formé parte de la banda de guerra como primer tambor. Nuestra banda estaba en todos los desfiles que nos invitaban a participar.
En el año 1938 que se organizó el grupo de boys scouts por el Club Rotario de Mazatlán, en la que la banda de guerra estaba integrada por varios de nosotros entre los que me acuerdo, José Manuel Castelló, Camilo Medrano, Juan Gavica, Alfonso Benítez, Juan Francisco Bastidas y yo como primer tambor, Antonio Díaz de León y mi hermano José Guillermo que se turnaban el cargo de corneta de órdenes.
Taurófilo
Cuando llegué a la Ciudad de México para iniciar mis estudios en la Escuela Nacional de Ingenieros de la UNAM, únicamente se celebraban corridas de toros en la Plaza El Toreo de la Colonia Condesa que funcionaba desde el 22 de Septiembre de 1909 hasta el 19 de mayo de 1946, fecha en que se inició su cambio de ubicación a Cuatro Caminos, en el Estado de México. A finales de 1946 fui transferido de la Constructora El Águila en que yo trabajaba como dibujante y calculista, a la Constructora de El Toreo, su empresa filial, como responsable de la supervisión del desmontaje de la estructura metálica del Toreo de la Condesa y su montaje en Cuatro Caminos. Yo no debía autorizar que se instalaran las partes de la estructura que estuvieran en malas condiciones, por lo que la empresa contratista del montaje consideró que yo era injusto y demasiado estricto y primero quisieron sobornarme con una jugosa cantidad, pero yo la rechacé, les dije que yo no quería ser responsable de que se perdieran muchas vidas, por lo que acudieron a la dirección a tratar de que me cambiaran de puesto. La dirección no solo rechazó su petición sino que me dio todo su apoyo y organizó un evento especial en el que el presidente de la Constructora, el licenciado Gabriel Ramos Millán me dirigió palabras de reconocimiento y me entregó como regalo un reloj marca Omega de acero inoxidable, que acababan de salir a la venta. Ahí seguí desempeñando mi trabajo hasta que llegó el momento de inaugurar la Plaza de Toros de Cuatro Caminos el domingo 23 de noviembre de 1947, con una corrida que participaron los matadores: Lorenzo Garza, mi favorito, Luis Castro “El Soldado” y Jorge Medina con seis toros de San Mateo a la que asistí con un pase que me otorgó la empresa.
En 1945 un compañero José Alberto Parrao Enrile me invitó a acompañarlo a la Plaza México que estaba en construcción, en donde él trabajaba, en varias ocasiones.
José Alberto me invitó a la corrida inaugural de esa Plaza el martes 5 de febrero de 1946, en que el Cartel fue Luis Castro “El Soldado”, Manuel Rodríguez “Manolete” y Luis Procuna, con toros de “San Mateo”.
A principios de diciembre de 1946 me llamó un amigo de Mazatlán, “Pato” García que se había ido a vivir a la Ciudad de México, para saber si lo queríamos acompañar mi hermano y yo a una corrida de toros que se iba a llevar a cabo el miércoles 11 de diciembre a las 5:00 pm, en que el cartel era Lorenzo Garza, Manuel Rodríguez “Manolete”, y en donde toma la alternativa Leopoldo Ramos “Ahijado del Matadero”. Le dije que con mucho gusto iríamos.
El día señalado pasó por nosotros, para estar sentados en nuestros lugares antes de las 5:00 pm, hora que inició esa corrida que considero fue la mejor que presencié en toda mi vida de taurófilo, ya que fue una apoteósica tarde pues ese mismo día Lorenzo Garza cortó orejas y rabo a los toros “Amapolo”, “Buen Mozo” de la ganadería Pastejé, en tanto que también Manolete cosechó orejas y rabo al toro “Manzanito” del mismo fierro. En diciembre de 1947 asistí a una corrida en el Toreo de Cuatro Caminos en que el Torero Rejoneador Carlos Arruza cortó orejas y rabo a un toro de “San Mateo”. En 1947 y 1948, mis compañeros de la escuela Ignacio Guzmán (Generación 1945) y Gilberto Borja Navarrete (Generación 1946) compramos derecho de apartado de asientos en tendido de sombra de la Plaza México para las temporadas 1947 y 1948 en que vimos torear a Lorenzo Garza, Fermín Espinoza “Armillita, Carlos Arruza, Jesús “Chucho” Solórzano, el español Manuel Rodríguez “Manolete”, Luis Briones, Alberto Balderas, Paco Gorraez a novilleros que tomaron la alternativa, Capetillo, Chucho Córdova, Joselito, Rafael Rodríguez , Paquito Ortiz, Jorge Medina, Leopoldo Ramos “Ahijado del Matadero”.
Un fin de semana del mes de diciembre de 1947 llegaron de la Crescenta, California a la Ciudad de México, Adam Biescar y su esposa Virginia Titus, hermana de mi cuñado Frank Titus, (casado con mi hermana Rosa), acompañados de una pareja de amigos y me invitaron a una corrida de toros en la que toreaba “Chucho” Solórzano, en la Plaza México.
Chucho era famoso por su toreo fino de magníficas verónicas y esa tarde se lució cortando orejas y rabo en sus dos toros. Mis amigos y yo estuvimos tomando cerveza tras cerveza disfrutando la corrida. Al salir nos fuimos al restaurante “Fonda Santa Anita” en la Avenida Juárez frente a la Alameda Central. Todos estábamos eufóricos y mis amigos me pidieron que tocara un piano de cola que lucía en el salón. Con la debida autorización toqué la “Danza Ritual del Fuego” de Manuel Falla, que el público presente aplaudió efusivamente. Luego se acercó a mí un mesero a decirme que el Matador de toros Jesús Solórzano pedía que por favor tocara “La Malagueña de Lecuona” que afortunadamente yo sabía y la toqué con mucho éxito ya que fui muy aplaudido. Al llegar con mis amigos, felices y orgullosos, también llegó un mesero con una botella de champaña “Dom Pérignon” que me mandaba Chucho Solórzano, por lo que de inmediato me dirigí a su mesa para agradecerle su atención y aprovecharme de que me autografiara el programa de la corrida, que me dedicó muy afectuosamente. Él y sus amigos y amigas me felicitaron cariñosamente. Después de cenar y tomarnos la champaña, salimos muy bien iluminados a nuestros domicilios. Al día siguiente, lunes, a las ocho de la mañana, tuve que estar en la escuela, para presentar el exámen final de “Ingeniería sanitaria” con el maestro Anastasio “Tacho Bustamante”. Con motivo del desaguisado del día anterior, cervezas, whisky y champaña se me borró la memoria y no me acordé de nada. Le platiqué al maestro lo sucedido el día anterior y gracias a que fui un buen alumno durante el año, me dio cita para días después para presentar el examen que, gracias a Dios, pasé satisfactoriamente.
Años después, cuando yo vivía en Mazatlán, en febrero 5 de 1965, fuimos a Guadalajara a ver una corrida de Manuel Benítez “El Cordobés” alternando con César Girón y Fermín Murillo.
Después de la corrida nos fuimos a la Funeraria en donde estaban velando a Don Ramón Castelló, papá de mi compadre José Manuel, a quién acompañamos toda la noche.
Meses después los miembros del Patronato del Seminario de Mazatlán fuimos a Guadalajara a solicitar su ayuda a Don Bernardo Corvera quien nos invitó a comer en su casa a mi compadre Toño Cevallos y a mí, los demás se fueron a la corrida de toros del Cordobés, Ranchero Aguilar y Joselito Huerta. Don Bernardo nos dió una suculenta comida con exquisitos vinos de mesa que nos servían continuamente, lo que nos hizo ya no insistir en la ayuda solicitada y violentar nuestra asistencia a la corrida a la que nos dio mucho trabajo en llegar a nuestros lugares porque íbamos hasta las manitas.
Menos mal que fue un corridón.
Los años posteriores seguimos viajando para ver torear al Cordobés, Paco Camino, Diego Puerta, Silveti, Fermín Rivera, Manolo Martínez, Eloy Cavazos.
Antes del Carnaval de 1973, hubo una corrida en Mazatlán en la que toreó Capetillo quien hizo una magnífica faena que le premiaron con oreja y rabo. Después de la corrida en petit comité nos reunimos a celebrar a Capetillo con quien platiqué de sus corridas cuando era novillero y tomó la alternativa de matador. Muy agradable Capetillo.
El viernes 5 de agosto de 1975, salimos con rumbo a Barcelona, con escalas en San Remo, en Montecarlo en donde visitamos el Casino; frontera Italia-Francia, Niza, Cannes, frontera Francia-España.
Llegamos a Barcelona a las 7:30 pm del domingo 7 al hotel Avenida Palace.
El lunes visitamos la Catedral y Barrio Gótico, cenamos en el famosos restaurante “Los Caracoles” y luego nos fuimos a las Ramblas en donde entramos a “El Cordobés” que tenía una bonita variedad de bailables españoles que gozamos los Ortegón, de Cima, Sterling y nosotros.
El martes 9, salimos hacia Madrid, pasamos por Zaragoza, en donde comimos. Al pasar por Calatayud, en donde celebraban una feria, tuvimos la suerte de asistir a una corrida de toros en la que toreaban Palomo Linares, El Niño de la Capea y Paco Alcalde. Palomo Linares cortó una oreja a su primer toro y dos orejas y rabo a su segundo toro. Fue una muy alegre tarde, muy adornados los balcones alrededor de la plaza con mantones de llamativos colores, desfile de reinas en automóviles convertibles y hasta un espontáneo borrachito siguiendo a las reinas, moviendo los brazos como las bastoneras en los desfiles que fue muy aplaudido. Antes, al ir, llegando al pueblo, vimos mucha gente en la carretera, los hombres de corbata negra y pensamos que era algún entierro, por lo que detuvimos nuestro automóvil para preguntar de qué se trataba, contestándonos uno que por ahí pasaba muy emocionado, “er fin der mundo, Palomo Linares y er Niño de la Capea, bájense que todavía hay boletos”. Los de Cima y nosotros decidimos seguir el consejo de nuestro interlocutor y nos quedamos a ver la corrida. Saliendo de la Plaza nos enfilamos hacia Madrid a donde llegamos a las diez y media de la noche al hotel Fénix.
Tenista
A mediados de 1985 me uní a un grupo de jóvenes que jugaban tenis en el Raquet Club de mi concuño Manuel Becerra, a quien yo le construí ahí departamentos en condominio. Compré raqueta, zapatos tenis, shorts, camisetas, es decir me equipé totalmente. Sin embargo no dedicaba el tiempo necesario por tantas ocupaciones y jugadas de golf casi todos los días, por lo que tuve necesidad de abandonar mis deseos de ser tenista y guardé todo mi equipo, pero mis hijos, desde 1990 que dejé de jugarlo, lo utilizaban cuando lo necesitaban.
Torero
Con motivo de finalizar el plazo de la directiva de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción (CMIC) del ingeniero Salvador Romero, se organizó una comida en el Restaurante “El Cortijo”, que tenía un ruedo para espontáneos que quisieron torear una vaquilla o un becerrito. Pues en el momento oportuno nos tiramos al ruedo Miguel Salinas y yo, que salimos bien librados, siendo aplaudidos por tan selecto auditorio que pidió oreja y rabo para los dos matadores. Yo conservo una foto que me tomaron dando un magnífico pase de muleta. Algunos incrédulos dicen que es un fotomontaje. Volví a tirarme al ruedo en los corrales del Rancho Las Cabras, cuándo lo administraba mi compadre Héctor Escutia Villanueva; Los espectadores eran únicamente familiares en donde el más preocupado era mi suegro Don Luis Roberto González. Gracias a Dios salí bien librado a pesar de que me le acerqué tanto al becerro Cebú que me sacó un zapato del pie derecho.
Voleibolista
El mismo grupo de amigos que íbamos a la playa sur en 1938 a nadar y a echarnos clavados, José Manuel Castelló, Arturo de Cima, Fernando Sánchez Zúber, Rodrigo Patiño, Rafael Domínguez, Toño, Chuy y Quico Cevallos, Cerillo Zazueta, Alejandro León de la Barra, Agustín y Fernando Gregoire, Güero Briggs, Jorge Meléndez, mi hermano Memo y yo, a veces nos poníamos a jugar voleibol en un terreno de la playa frente a una máquina abandonada. En ocasiones íbamos a jugar en el Parque Zaragoza al lado de la calle Morelos, con autorización del H. Ayuntamiento de Mazatlán.