Memorias de Mario Arturo Huerta Sánchez

07 junio 2017

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Mario Arturo Huerta Sánchez

Julio de 1949, Fecha de mi primera construcción

Estando en mi casa en la Ciudad de México el día 5 de mayo, mientras me preparaba para el examen que tendría el día 20, recibí una llamada de mi condiscípula California Zertuche, quién me dijo que había hecho el proyecto de una casa habitación para Don Guillermo Azcona en Mazatlán y como ella no podría construirla me recomendó para que yo lo hiciera. Como Don Guillermo se encontraba alojado en el Hotel del Prado de la Ciudad de México, él me iba a esperar ahí a las 5:00 de la tarde de ese día; acudí puntualmente a la cita, examine los planos, hicimos algunos comentarios sobre el proyecto, nos arreglamos sin problema alguno y fijamos la fecha para iniciar la construcción de la casa en la esquina de Paseo Claussen y Calle Jabonería de Colonia Los Pinos, el día 4 de julio de 1949. Así  fué  como ese día 5 de mayo quedó fijado mi destino, gracias a mi compañera la ingeniera California Zertuche y a Don Guillermo Azcona, a quienes recuerdo con especial gran afecto y guardo eterno agradecimiento. Viaje oportunamente a Mazatlán para iniciar los trabajos de construcción en el día señalado, organice el programa de la obra y también empecé a dedicar el tiempo necesario para la preparación de mi tesis profesional.

 

7 de febrero de 1951

El miércoles de ceniza, 7 de febrero de 1951, al fin salí hacia la Ciudad de México para dedicarme exclusivamente a mi tesis.

Antes que otra cosa me presenté ante el ingeniero Roberto Mendoza Francos y le entregué una copia de mi trabajo para obtener su visto bueno. Luego presenté mi solicitud a la Dirección  de la Escuela, a cargo del ingeniero Alberto J. Flores, la cual me fue contestada el 26 de febrero de 1951, informándome que la Dirección había aprobado mi tema de Tesis Profesional y que el ingeniero Roberto Mendoza Franco proponía que lo desarrollara como: “Discutir la Función, la Construcción y el Costo de los Rompeolas que mantendrán el acceso en el Puerto de Mazatlán, Sinaloa”.

Luego llegué a un buen arreglo con la Imprenta “Servicio Foto Offset” y de acuerdo con el responsable me puse a trabajar en el formato de la Tesis y en la elaboración de los planos correspondientes.

Al quedar terminada la impresión y el encuadernado, solicité la fecha de mi examen  profesional, que quedó fijada para el viernes 18 de mayo de 1951.  El lugar fue el Salón de Solemnidades, ex Capilla de la Escuela Nacional de Ingenieros, en el Palacio de Minería, a las 19:00 horas. El jurado estuvo integrado por los señores ingenieros Alberto Ortiz Irigoyen como Presidente, José Alberto Parrao Enrile como Secretario, Esteban Salinas Elorreaga como Primero Vocal, Roberto Mendoza Franco como Segundo Vocal y Samuel Ruíz García como Tercer Vocal . Cada uno de ellos me hizo preguntas sobre los temas de mayor importancia para la profesión y por supuesto hice una minuciosa exposición de la tesis desarrollada. Después de hora y media de examen, se levantó acta que me fue entregada y firmada por todos los miembros del Jurado como constancia de mi Examen Profesional.

Afuera de la ex Capilla me estaban esperando familiares, compañeros y amigos que acudieron a felicitarme y de ahí nos  trasladamos a festejarlo con una fiesta en casa de mi abuela.

Ahí en un pasillo que a la vez era un balcón que asomaba a un patio de la planta baja, en donde en el centro había una pila decorativa en la que se desplazaban pescaditos de color rojo y naranja que llamaban la atención de los observadores, quedaron colocados mis compañeros de generación, algunos ya recibidos, quienes se apostaron como centinelas armado con sendos vasos de cuba libre, formando una doble fila muy peligrosa de atravesar. Ahí se encontraban desde los más diablos hasta los más conspicuos.

Sin embargo no hubo más remedio que atreverme a entrar a esa boca de lobo a efecto de brindar con cada uno de los centinelas, por lo que al llegar al final, yo ya llevaba los ojos de borrego ahorcado. Mientras realizaba la audaz travesía, uno de los centinelas presumía que con sus lentes de vidrio de botella podía ver con mayor claridad los pescaditos que no dejaban de moverse en la pila, por lo que motivó la curiosidad de los demás que se pasaban los lentes uno a los otros hasta que, dijeron que accidentalmente se cayeron al patio y se hicieron añicos.

El dueño se quedó sin ver por falta de lentes y exceso de cubas por lo que se lo llevaron casi en camilla. La fiesta terminó después de las tres de la mañana, obligada por las quejas de los vecinos que mandaron una patrulla. 

Repuesto del desaguisado del viernes, el lunes siguiente me dediqué a gestionar mi título lo cual me tomaría aproximadamente 45 días, por lo que pedí a mi compañero Sven Diederichsen, quien hacía el mismo trámite, que recogiera mi título y me hiciera el favor de enviármelo una vez que quedara registrado en la Dirección de Profesiones de la Secretaría de Educación Pública, lo cual cumplió con todo esmero.

 Mientras tanto me vine de regreso a Mazatlán. Jaime Tarriba y yo nos habíamos puesto de acuerdo previamente en asociarnos y en abrir una oficina que quedó localizada en la Calle Mariano Escobedo cerca de la Calle Tacuba, ahora Heriberto Frías. Su apertura se levó a cabo el lunes 4 de junio de 1951, coincidiendo con el inicio de la construcción de la primera obra de “Huerta y Tarriba”: el Restaurante  Joncol’s propiedad de los señores Karl Jonsson y Oses Cole.

A partir de entonces nos fue muy bien, ya que se nos encomendaron muchas otras obras que nos tenían ocupados todo el tiempo.

Inesperadamente recibí una carta del Secretario de Marina, Almirante Alberto J. Pawling, en la que me comunicaba que se había aprobado mi propuesta para construir el Rompeolas “H” , se me otorgaría una beca para hacer una Maestría en Puertos, en Francia, con el compromiso de  mi parte de trabajar cinco años para la Secretaría después de obtenida la Maestría. Pensé detenidamente en tan interesante propuesta, la que en el caso de haberla aceptado hubiera cambiado radicalmente el rumbo de mi vida, y decidí no aceptar tan honrosa invitación, sino agradecer el honor con que se me había distinguido y expresar la gran satisfacción que sentía al haber aportado una solución para la protección del Puerto de mi querido Mazatlán.

La construcción del Rompeolas “H” se inició en el año de 1953, bajo la dirección del ingeniero Salvador Giordano, residente de Obras Portuarias de Mazatlán, con quien llegué a cultivar una gran amistad. El año de 1954 lo remplazó otro gran amigo mío el ingeniero Roberto Bustamante Ahumada, y en 1955 fué nombrado nuevamente Salvador Giordano a quién tocó concluir la construcción del Rompeolas, hecho que celebraron con una bonita y alegre reunión de amigos y colegas “ingeniebrios”.

En ocasiones ha cruzado por mi mente que cuando parta de este mundo pudieran esparcirse mis cenizas a lo largo del Rompeolas “H”.

 

Junio 8 de 1952, viaje a Estados Unidos y Canadá

Iniciamos un viaje a Estados Unidos, Porfirio Herrera González, Eriberto Zazueta Valadez y yo en un automóvil propiedad de Doña Carmen González Vda. de Herrera que le prestó a Porfirio para que hiciéramos ese viaje. Salimos la mañana del domingo 8 de junio tomando la carretera a Nogales. Cruzamos la frontera y tomamos la carretera a Yuma y de ahí a San Diego. Ahí tuvimos la suerte de ver un juego de base ball de ligas mayores entre el equipo de San Diego y otro que no recuerdo su nombre. Hacía mucho frío por lo que  terminando el juego nos dirigimos a una tienda a surtirnos de ropa térmica, de San Diego nos fuimos a Los Ángeles en donde recorrimos el centro y sitios de interés.

 

Estando ahí, un día entramos a un restaurante en el centro, de esos en que uno pasa a escoger la comida de su preferencia. Ahí estábamos los tres que formamos la cola. Primero pasó Porfirio, luego yo, que al terminar de seleccionar nuestras comidas llegamos con una señorita que sacó la cuenta de nuestra selección y nos la dio para que la pagáramos al terminar de comer, ya que podíamos pasar las veces que quisiéramos a servirnos más comida: Al llegar nuestro compañero Eriberto, con la señorita que le dio la cuenta que tenía que pagar, pero no en ese momento, como no hablaba inglés, insistía en pagar luego, provocando un desorden en la cola, hasta que nos dimos cuenta  Porfirio y yo, que luego fuimos a resolver el problema que inocentemente había provocado Eriberto. 

Al día siguiente continuamos hacía la Crescenta, California para visitar a mi hermana mayor Rosa que ahí vivía con su esposo Frank  A. Titus y su hija Margaret Rose, con quienes pasamos un tiempo platicando de algunos temas interesantes. 

Seguimos el camino hasta llegar a San Francisco, en donde en cuanto pudimos fuimos a saludar a la familia Amarillas, familiares de Chelín Salcido y amigos nuestros desde febrero de 1949. Con Margarita, Socorro y Maty Amarillas primas de Chelín fuimos a la playa, en donde hay juegos mecánicos, también fuimos a salones de baile con orquestas famosas como Tomy Dorsey y Harry James. Después de pasar unos días muy divertidos seguimos nuestro viaje cruzando el Oakland Bay Bridge y deteniéndonos en un Centro Comercial de Oakland en que entramos en una tienda en donde compré una chamarra azul claro que le encantó a Eriberto y pidió una igual y como la que había era color verde claro, aprovechando que Eriberto era daltónico, quedó conforme creyendo que las chamarras eran idénticas. Seguimos nuestro viaje por carreteras de California para continuar por las de Oregón a través de terrenos llenos de pinos. Llegamos a gozar de Portland, ciudad actualmente de 619 mil habitantes, 374 mil en 1950. Vimos el Puerto en el Río Willamatte en donde estaban más o menos 10 barcos cargando y descargando. La ciudad muy señorial con altos edificios y cinco o seis puentes que le dan un atractivo especial. De ahí nos fuimos a Seattle ciudad actualmente de 669 mil habitantes y 468 mil en 1950, visitamos el centro de la ciudad, el mercado, el barrio chino, Old Seattle (abajo del nivel de la calle), fuimos en lancha a Tillicum Village a cenar Salmón ahumado, también estuvimos en los campos de la Universidad.

En Seattle tomamos el ferry hacía Victoria Canadá, una ciudad chica (con 356,553 habitantes en 2014) muy atractiva en donde visitamos The Butchart  Gardens y algunos lugares interesantes. Luego tomamos el ferry  a Vancouver en donde estuvimos en el Stanley Park que es uno de los más famosos, también fuimos al Queen Elizabeth Park, visitamos el Acuario, Chinatown y algunos Centros Comerciales. Hasta ahora, todas las noches echábamos volados para decidir quiénes compartían la cama doble del cuarto y quién dormía en la cama sencilla y para mi buena suerte todos los volados me habían favorecido para dormir solo en la cama sencilla, por lo que Eriberto decidió, no propuso, a partir de este día iba a empezar a dormir solo y los días subsecuentes dormiríamos solos cada tercer día.

Tomamos el ferry de Vancouver a Seattle en donde llegamos nada más a dormir para salir el día siguiente hacía San Francisco por la carretera que va por la costa. Llegamos ahí tres días que disfrutamos con nuestras amigas Margarita, Socorro y María Amarillas, primas de Chelín Salcido, en restaurantes, tiendas y salones de baile. Llegó el momento de iniciar el regreso a Mazatlán en que Socorro Amarillas nos pidió que la aceptáramos como pasajera, lo que con mucho gusto hicimos. Todos decidimos manejar directamente de San Francisco hasta Guaymas, Sonora, en donde pernoctamos en un hotel y el día siguiente domingo 29 de junio de 1952 por la tarde noche, después de  haber disfrutado de 21 días de un inolvidable viaje llegamos a  Mazatlán.

 

Julio de 1953, Casa Maty Zaragoza en Culiacán

 A mediados de julio, nos invitó Maty Zaragoza, hija de Don Alfonso y Doña Maty Zaragoza, a una cena en su casa, en Culiacán, a Sergio de Cima, Oscar Barros, a mí y a otros de Mazatlán que no nos acordamos quien era. Nos reunimos en un Salón de Fiestas en el sótano de la casa en donde había un piano que nunca deje de tocar y nos la pasamos cantando, comiendo, tomando whishy y platicando de todo hasta la media noche que nos retiramos bien mareados. Al día siguiente que me di cuenta que me faltaba mi pluma Parker, hablé a Culiacán para preguntarle a Maty si la había dejado en su casa, pero me contestó su mamá diciéndome que la habían encontrado en el jardín por donde nos vio salir arrastrándonos bien “cuetes”. No me quedó más que pedir disculpas y agradecer su hospitalidad.

 

7 de noviembre de 1953, Luna de miel

 A las 12:00 salimos de Mazatlán en un auto Sedan Dodge de cuatro puertas color azul cielo que me prestó mi papá. Llegamos a Tepic a las 4:00 p.m. y nos alojamos en el Hotel Sierra de Alicia, en donde pasamos nuestra primera noche de Luna de Miel. Por la mañana fuimos a Misa a Catedral, que estaba muy cerca del Hotel; antes de salir hacia Guadalajara, hicimos un recorrido por el Centro de Tepic, deteniéndonos en el Monumento a los Niños Héroes en donde nos tomamos fotografías y película de cine de 8 mm. 

Llegamos al Hotel del Parque en Guadalajara, en la Avenida Principal cerca del Arco Monumental que señala la entrada a la Avenida. 

Visitamos diversos lugares importantes como el Centro de la Ciudad, los Portales que alojaban el Centro Comercial, la hermosa Catedral, el Teatro Degollado, el Palacio de Gobierno, la Capilla del Hospicio Cabañas, la Capilla Aranzazu que tiene en su interior los únicos Retablos Dorados sobrevivientes en Guadalajara, la zona del Agua Azul con calzadas, con esculturas, prados, frontones, albercas, área que se convierte en el Parque de  Recreo popular por excelencia.

El barrio de San Juan de Dios en donde se hacinaban barrancas y puestos fijos y ambulantes y que cinco años después cambio por completo su fisonomía con la Inauguración del mercado Libertad; pasamos por la casa en que nací, en la Calle del Liceo 252, a dos cuadras de la Catedral.

Visitamos también el lago de Chapala y San pedro Tlaquepaque llevé a Vira para enseñarle la Presa de Colimilas que visité en unión de un grupo de compañeros de la Escuela de Ingenieros de la UNAM, en 1948, cuando estaba en construcción, el Director de la magna obra era el ingeniero Eduardo Rojas, papá de los hermanos Rojas Treviño, que formaban parte de la famosa Orquesta de Ingeniería como saxofonistas. Posteriormente uno de ellos se convirtió en co-propietario de “Las Tres Islas” en Mazatlán. Esa visita fue cansada porque tuvimos que caminar al sitio de la Presa que, es una obra espectacular  con una cortina de concreto esbelta y de mucha altura, era una Planta Termoeléctrica de 158,600 Kw.

Después deseos días en Guadalajara, salimos hacia San José Purúa, balneario de aguas curativas en Michoacán con un Hotel de mucho prestigio, cuyo Gerente Don Ángel de Velasco y Sub-Gerente Mariano Abud, habían ocupado esos cargos en el Hotel Belmar de Mazatlán, en donde mi suegro, Don Luis Roberto González fue Gerente Administrativo años después. Gracias a su amistad con ellos, nos otorgaron, una suite de cortesía los días que estuvimos, como regalo de bodas. San José Purúa es un lugar muy pintoresco, con mucha vegetación, los balcones estaban enmarcados con enredaderas e bugambilias de diferentes colores, con calles adoquinadas, con faroles muy típicos, en el comedor siempre había jarras con limonadas y las comidas con platillos exquisitos y muy variados. Guardamos muy bonitos recuerdos de ese lugar.

San José Purúa está a 7.5 km. de la carretera de Guadalajara-México y a 190 km. de la Ciudad de México.A media mañana emprendimos camino hacia México, en donde nos alojamos en el Hotel Génova, en la calle Londres, ahí era Gerente Paco Parra, quien estuvo en Mazatlán, como gerente. Paco Parra era muy amigo mío y de mi suegro, Don Luis Roberto quien consiguió cortesía por los días que ahí estuvimos. Paco también era muy amigo de mis hermanas; me presentó a su segundo, el señor Alatorre y fuimos muy bien recomendados con el responsable en la noche, Señor Niebla. Recibimos muchas atenciones de los tres.

Fuimos invitados a comer a casa de mi abuelita en calle Jalapa 126 con toda la familia; también fue invitado el ingeniero Antonio Álvarez Pérez "Güero", quien fue mi tutor mientras estuve en la UNAM y que nos dio el gusto de levar en su automóvil a mi abuelita, a mi tía Ángela y a su esposa Lucha a Mazatlán para asistir a nuestra boda. No podía faltar el tradicional "Pico de Gallo" y el tequilita; pasamos el día muy contentos  y agradecimos a todos sus atenciones especialmente a mi abuelita que estuvo feliz. 

Mi querido amigo y compañero de generación en la UNAM José Alberto Parrao Enrile "Jape" nos llevó a desayunar a su casa en la calle Colima; él y su mamá Doña Amparo Enrile Vda. de Parrao nos agasajaron con un suculento desayuno que disfrutamos y agradecimos con mucho afecto.

Mi padrino de bautizo William Stanley y su segunda esposa Lilly Cossio, nos invitaron a cenar a su departamento, a donde nos acompañaron mis tías Ángela y Clementina. Siempre festejamos después de ese día que la cena fue un tamal estilo Tabasco para cada invitado y una píldora para cada anfitrión; “suculenta cena” que por cortesía elogiamos y agradecimos la invitación.

Vira y yo salimos a comer o a cenar a diversos restaurantes: al Normandy en Niza y Reforma, (a donde a Vira no se le olvidan los caracoles a la Bolognesa); al restaurante del Lago (frente al Lago de Chapultepec); al Chalet Suizo en Niza; al Focolare en Londres con los violines de Villa Fontana; al Ambassador en Reforma; al Rivoli en Hamburgo; a la Fonda Santa Anita en la Avenida Juárez y seguramente a uno que otro no me acuerdo.

Un domingo, al salir de la Plaza México, nos encontramos a Poncho Díaz Perches y a su esposa Licha Álvarez Coppel; Poncho siempre fue simpatiquísimo y muy ocurrente y no podía fallar ese día ya que mirándonos fijamente a los ojos con una sonrisa picarona nos dijo: Los veo ojerosos como si no hubieran dormido” y Licha nada más dijo: “Ay Poncho mira nada más como los hiciste sonrojarse”; entre risas nos despedimos. Una de las anécdotas más festejadas de Poncho también sucedió en la Ciudad de México: Un día por la mañana iba Poncho caminando por la calle Madero cuando se encontró a Chuy Cevallos Gómez acompañado de su prometida Yolanda Coppel Corvera chaperonados por su Tía María Luisa, después de los abrazos y saludos de rigor, Poncho empezó a chulear a Chuy diciendo: "Mira que elegante traje traes, que bonita corbata que combina con el traje". "Mira que bien planchada tu camisa, blanca con cuello almidonado, y que bonitos zapatos tan bien boleados", levantándole un poco el pantalón le dijo: “Mira calcetines de seda tan a tono, total eres todo un figurín de la moda”, mientras Chuy orgulloso se contoneaba como gato de angora, Poncho le dijo “Eso sí, no ha de fallar el sello de canela en los calzones”. El pobre Chuy se puso más colorado que una pitaya, mientras que Yolanda golpeaba el pecho de Poncho con sus manos empuñadas diciendo “Condenado mentiroso, le lengua se te haga Chicharrón” en su defensa Poncho le dijo a Chuy “A ver, enséñanos tus calzones a ver quién tiene la razón”, así terminó ese infortunado encuentro.  Años después Poncho fue Padrino de Confirmación de mi hijo José Guillermo.

Un día nos dirigimos hacia el Lago Xochimilco, en donde rentamos una chinampa para recorrer los canales a cuyos lados estaban los cultivos de hortalizas legumbres y flores. En algunas Chinampas, todas adornadas con flores, paseaban conjuntos musicales con las típicas marimbas que alegraban el lugar. Había muchos  turistas nacionales y extranjeros que ocasionaban una algarabí , fue un día muy agradable.

Era obligatorio visitar Teotihuacán, ciudad  arqueológica en el Estado de México; ahí encontramos la Gran Pirámide del Sol que mide en su base 225 x 22 metros, con altura de 63 metros; luego la Pirámide de la Luna cuya base mide 150 por 130 metros, con 42 metros de altura; también encontramos un complejo ceremonial que le llaman la ciudadela que consta de un cuadrángulo de 400 metros por lado aproximadamente. 18 años después regresamos a Teotihuacán a presenciar un espectáculo nocturno llamado “Luz y Sonido” en el que además de iluminar las pirámides, salían conjuntos indígenas quienes bailando con música propia, representaban a sus habitantes que hablaban la lengua náhuatl. Fue un show espectacular que disfrutamos en compañía de Andy y Lois Newhouse, amigos de Coos Bay, Oregón (nuestros invitados), Andy y yo habíamos realizado un intercambio en el que mi hijo Mario estuvo en su casa un año para asistir a la escuela (high school) y su hijo Tom estuvo en nuestra casa el mismo tiempo. Los Newhouse y nosotros quedamos gratamente impresionados con “Luz y Sonido”. 

Después de varios días en la Ciuad de México, salimos hacia la ciudad de Guanajuato, situada a 472 km. al noroeste de la Ciudad de México. Llegamos al Hotel “Castillo de Santa Cecilia” en donde el Comité de Recepción lo encabezaba un perro San Bernardo de gran tamaño, que según nos habían advertido los bell boys era muy mansito y sin ningún antecedente de mordelón; de cualquier manera nuestros saludos eran de lejecitos. Guanajuato es una ciudad Histórica y Cultural, que con el tiempo, a los muchos atractivos que tiene, se han añadido como poderoso estímulo que mueve el turismo y que ha contribuido con enriquecer el clima cultural, las representaciones de piezas de Teatro Cervantino. En los recorridos que hicimos por la ciudad, encontramos al Teatro Juárez, que tiene un pórtico de columnas Pórtico-Romanas, coronado por ocho estatuas de musas. Entre ellas la de Terpsícore. Construida con cantera local. 

Es uno de los orgullos de Guanajuato, en el Cementerio de San Sebastián, un sepulcro recuerda que ahí estuvieron las cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, del 28 de marzo de 1821 al 31 de agosto de 1823 en el Panteón Municipal. 

Están expuestos al público cadáveres momificados, en una estrecha galería subterránea abovedada. Pasamos por la Alhóndiga de Granaditas, por la casa donde nació Diego Rivera y por la Universidad de Guanajuato. Visitamos el monumento al Pípila, que construye al mirador más idóneo sobre la ciudad. Nos faltó mucho por ver por lo que considero necesario regresar un día.

Salimos hacia Guadalajara en donde pernoctamos para luego proseguir a Mazatlán al día siguiente.

En nuestra ausencia se casaron en Mazatlán Chelín y Amalia Salcido el 14 de noviembre y Jegro y Chica Gómez Rubio el 28 de noviembre. 

 Enero de 1954, Coronel Don José García Valseca

 Un día del mes de enero recibí una llamada de mi amigo Ernesto Zenteno Carreón, director del Periódico Sol del Pacífico para informarme que Don José García Valseca le había autorizado a comprar un lote de terreno ubicado en la esquina de las calles Aquiles Serdán y Hermenegildo Galeana con el objeto de construir un edificio para ubicar el Periódico El Sol del Pacífico y quería que el ingeniero Jaime Tarriba y yo, que éramos socios, hiciéramos un proyecto para luego encargarnos de su construcción. Cuando Jaime y yo le llevamos el proyecto, nos dijo que el el señor García Valseca le dijo que iba a ir a Guadalajara y que le gustaría que le lleváramos a mostrar el proyecto. A mí me correspondió llevar el proyecto a Guadalajara llegué al lugar de la cita, el edificio del Periódico “Occidental” me llevaron a la Sala de Redacción, que era grande aunque estaba sola porque estaba en Guadalajara el Secretario de Obras Pública y todo el mundo andaba en su recorrido. De repente entró a la sala alguien del periódico y me preguntó ¿“Estás de guardia”? Y yo, que tenía ahí como una hora y ya eran las 8:00 p.m. indebidamente le contesté; No, estoy de pen…, por supuesto que el preguntón me fue a acusar con algún jefe, no tardaron en llamarme de la oficina en donde estaba Don José García Valseca quien me recibió con una disculpa porque no me habían recibido, por estar tratando un asunto muy delicado que todavía no habían resuelto. Estuvimos comentando el proyecto que hicimos Jaime y yo que le agradó recomendando algunos cambios que hicimos posteriormente. Nos invitó a ir a México, Jaime quién se unió a nosotros en Guadalajara y a mí. Todo el trayecto nos invitó a su compartimiento en donde nos fuimos tomando jaiboles. Ya en México en donde después de visitar las instalaciones que tenía para una Sección Deportiva, en Bucareli, nos invitó a su casa en que nos acomodamos en los jardines junto a la alberca, con un servicio continuo de copas que temprano nos mandaron a la cama del Hotel Génova. Poco tiempo después fue Don José a Mazatlán para el inicio de la obra en que Jaime y yo correspondimos a las atenciones que tuvo con nosotros.