México. El debate entre el neoliberalismo, la educación y la utopía del desarrollo
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Centro de Investigación e Innovación Educativa de Sistema Valladolid
México es un país del que estoy muy orgulloso. El pueblo mexicano y específicamente el mazatleco han abierto sus puertas, para mí y mi familia con absoluta generosidad. Esta vocación solidaria también se ha manifestado con miles de personas de todas las partes del mundo.
Este aún bello país, posee una naturaleza privilegiada, un desarrollo artístico impresionante y su pueblo es portador de un potencial cultural inagotable. Sin embargo, para mi pesar, digo con modestia y con el ánimo de ayudar, que la ciudadanía mexicana debe replantearse varios aspectos de su vida individual y colectiva para prevenir que el país llegue agotarse por completo y se pierda para siempre el legado cultural mexicano.
Hoy, la situación social nacional es alarmante; tal es así, que lo ocurrido en Culiacán, hace tan sólo unos días, nos recuerda que ya hace tiempo comenzamos a transitar el camino del infierno, y aún no hemos encontrado los cómos, ni las vías para salir de esta pesadilla. Sin embargo, peor de lo acontecido en Culiacán, es el hecho de que los actores políticos, económicos, jurídicos y sociales, en vez de asumir su responsabilidad con la realidad histórica, apostándole a la unidad nacional y poniendo al país por delante, estén pretendiendo apagar con más fuego, lo que ya es un incendio perfecto.
A ustedes que leen esta columna, se los digo con total conciencia: México no necesita más fuego, lo que demanda es que todos cambiemos. Este cambio debe venir desde la educación tanto social, como escolar y del cumplimiento estricto de las leyes; de manera tal, que nos permita defender nuestros derechos; pero siendo ciudadanos cumplidores de nuestros deberes.
Como soy maestro me dedicaré a profundizar algunas ideas relacionada con la educación; pero esto no quiere decir, que el cumplimiento estricto de las leyes tiene menor importancia; para nada, ambos procesos conforman una unidad que contribuirá a que gradualmente regresemos al camino de la paz y al crecimiento económico con justicia social.
En relación con la educación, uno de los cambios más profundos debe provenir de la redefinición de los conceptos: economía, estilos de vida; calidad de vida; consumo, valores, riqueza, existir, bienestar. En otras palabras, se demanda que los educadores formemos al estudiantado en la filosofía de vida del existir y menos en la de tener recursos materiales a toda costa. La escuela debe educar en el valor y el respeto al bien más preciado, la vida.
En la escuela debemos educar en función de la revalorización de cada alumna y alumno; pero también de cada directivo, de cada maestro, de cada personal de apoyo a la docencia, de cada padre de familia; es decir, de cada integrante de la comunidad educativa. Este respeto común y la actuación ética-profesional son las vías básicas para que la educación sea preventiva y no remedial. Solamente personas educadas en valores como: el respeto, la inclusión, la responsabilidad, y la cultura de paz, pueden hacer del bienestar común la forma de relación humana que posibilitará la formación de una ciudadanía sin desigualdad social.
Es un hecho irrefutable que el modelo neoliberal, desgraciadamente, educó a varias generaciones en el pseudovalor de que la vida debe estar sustentada en la acumulación de riquezas materiales; esta es una de las causas esenciales que ha llevado a que varias generaciones de mexicanos; y más allá de nuestras fronteras, a varias generaciones de latinoamericanos, estén confundiendo las formas de vida, por lo cual, muchos consideran aún que el bienestar, la armonía, la calidad de vida y la felicidad se encuentran en la cantidad de bienes y en las marcas que usan.
En ese sentido toman cuerpo las ideas que atribuyen este crecimiento de la criminalidad al incremento de la desigualdad social y la falta de una educación de calidad y con equidad, en medio de estas carencias, se sumó la promoción desmedida de una cultura consumista que solamente ha traído como resultado el aumentó las grandes franjas de pobres y el debilitamiento de la clase media.
Estas ideas relacionadas con la realidad mexicana y los retos educativos no significan en lo absoluto que en México se cambie de sistema, como algunos dicen; en otras palabras, no se requiere que se abandone el capitalismo para educar a las personas en el bien común; la gran mayoría de los países desarrollados del mundo son capitalista, la diferencia está, en que ellos han sido capaces de educar en el bien y la vida en común, y al pueblo mexicano con el neoliberalismo fue educado para el egoísmo, y para hacer de la muerte la cotidianidad.
Por último, un mensaje a modo de cierre. Es muy cierto que la dura realidad nos absorbe, ese es el legado que nos dejó el neoliberalismo, y no sólo a México, ahí están los casos de Ecuador y Chile; pero nuestra realidad debemos cambiarla todos los que vivimos y amamos a este gran país; las soluciones no vendrán del exterior, las soluciones están y estarán en nuestras manos, en nuestras mentes y corazones. Hay que trabajar unidos, no para sentarnos a pensar en la utopía del México desarrollado con bienestar, paz, libertad y felicidad; sino, para hacerla realidad.