Miseria espiritual

Rodolfo Díaz Fonseca
08 abril 2019

""

rfonseca@noroeste.com

@rodolfodiazf

 

Jesús predicó la pobreza, no la miseria. La pobreza implica tener lo necesario para vivir sin buscar atesorar ni acumular bienes materiales. Miseria, en cambio, es carecer hasta de lo indispensable para vivir de manera digna.

 

Víctor Hugo llamó a su obra “Los miserables”, porque a la carencia física le sigue también un relegamiento social y hasta espiritual. En efecto, quien es excluido de lo más urgente para satisfacer sus necesidades materiales también incuba -normalmente- resentimiento, amargura, odio y egoísmo.

 

No obstante, la miseria espiritual no puede afectar solamente a los marginados sociales. Es natural que entre los ricos germine este tipo de miseria, porque aspiran a tener cada vez más bienes materiales como si fueran el fin último de todo. Al aspirar al lujo y a la ganancia exagerada se tapian el camino hacia los demás.

 

Quien vive la pobreza de Jesús no anhela más que lo necesario y, por eso, se vacuna contra cualquier brizna de soberbia, avaricia, prepotencia y orgullo. Esta actitud le brinda la apertura indispensable para hacer el bien, abriendo el corazón y las manos a las necesidades de los demás.

 

“Un alma que no camina en la vida haciendo el bien…, y que no  camina por la vida buscando a Dios y al Espíritu Santo que te mueve por dentro, es un alma que termina en la mediocridad y en la miseria espiritual”, señaló el Papa Francisco.

 

A su vez, el líder místico Paramhansa Yogananda, expresó: “Poseer riquezas materiales sin tener la paz interior es como morir de sed mientras se está inmerso en un lago. Si la miseria material se debe evitar, la miseria espiritual se debe aborrecer. Es la miseria espiritual, no la falta de bienes materiales, el corazón de todo el sufrimiento humano”.

 

¿Padezco la miseria espiritual?