No a los cantos de las sirenas

Emiliano Terán Bobadilla
10 febrero 2025

Establecer una democracia real en la Universidad Autónoma de Sinaloa es el primer paso hacia la transformación integral de nuestra institución. Es esencial promover entre docentes y estudiantes la importancia de participar de manera informada y activa en las próximas elecciones para Rector y en todos los procesos relacionados con la reestructuración de los órganos de gobierno.

Los contrapesos institucionales son fundamentales para garantizar que la administración se enfoque en fortalecer la academia y la investigación, alejándose de intereses personales o de grupo. Sólo a través de una participación comprometida lograremos consolidar una universidad que priorice el bienestar colectivo y el avance educativo por encima de cualquier otro interés.

Mediante el esfuerzo conjunto podremos establecer los cambios necesarios para fortalecer los valores académicos, la transparencia y la democracia, cimentando una universidad al servicio de la sociedad y comprometida con el conocimiento, la libertad, la pluralidad y la justicia.

Este es un momento para la reflexión y el fortalecimiento de nuestras convicciones. Evitemos respaldar decisiones que privilegien intereses particulares sobre el bienestar común de nuestra comunidad universitaria. La unidad, la colaboración y el compromiso con una nueva visión para la UAS son esenciales para avanzar hacia una verdadera transformación institucional que sea incluyente y duradera.

La democracia requiere un entendimiento mutuo entre las partes en disputa, basado en la idea de que no somos enemigos, sino adversarios políticos con perspectivas distintas. Esta diversidad de visiones forma parte de la pluralidad que define a las instituciones educativas. Sin embargo, no debemos actuar con ingenuidad ni ignorar las lecciones que nos ha dejado el pasado. Es necesario ser prudentes y reflexivos, manteniendo siempre el respeto por las opiniones diferentes, pero sin ceder en nuestros principios.

La convivencia democrática no implica renunciar a nuestras convicciones, sino avanzar hacia el cambio con vehemencia y responsabilidad. Avanzar en este camino significa mantener el equilibrio entre la pasión por transformar nuestra realidad y la prudencia necesaria para construir un futuro que refleje los ideales colectivos de una comunidad diversa y plural.

Es importante mantener la claridad en nuestro propósito de transformar profundamente la institución y recuperar su esencia educativa y democrática. Debemos estar atentos a los cantos de sirenas que, aunque atractivos, podrían desviarnos del camino hacia una nueva universidad.

Seamos irreductibles en nuestras metas y no permitamos que aparentes cambios de actitud o promesas conciliadoras nos distraigan del verdadero objetivo. La realidad se revela más en los hechos que en las palabras; observemos con atención cómo la administración actual mueve sus piezas y designa a sus representantes en los puestos clave. Más allá de los discursos conciliadores, evaluemos las acciones concretas que definan sus verdaderas intenciones.

Aspiremos a más que lo mínimo indispensable para cubrir nuestros derechos laborales o educativos; estos deben considerarse el punto de partida para construir una universidad que realmente responda a las expectativas y necesidades de su comunidad. Más que concesiones extraordinarias, estos derechos constituyen la base mínima sobre la cual avanzar hacia una institución más inclusiva y comprometida con sus valores.

Más aún, es esencial recordar que el cambio institucional no puede surgir de las mismas estructuras que desviaron a la universidad de su vocación original. Aquellos que hoy intentan convencernos de su compromiso con la transformación son los mismos que en el pasado se opusieron con fiereza a cualquier indicio de cambio.

La Reforma a la pasada Ley Orgánica, que ahora buscan aprovechar en su propio beneficio, se ha convertido en un claro ejemplo de un modelo que intenta perpetuarse en favor de intereses particulares, relegando el bienestar general de la comunidad universitaria.

Aunque reconocemos con optimismo la actitud más abierta que la administración actual presenta, no podemos pasar por alto que, hace apenas unos meses, su discurso era diametralmente opuesto al cambio que hoy se busca celebrar. Este contraste debe invitarnos a reflexionar y a construir, desde la memoria y la crítica, una universidad realmente democrática y comprometida con el conocimiento.

Mantengamos la firmeza y claridad en nuestra búsqueda por una transformación auténtica, recordando que la universidad que deseamos no se logrará con pasividad, sino con compromiso y acción decidida. Recordemos, nuestro objetivo es una institución que no solo sea un lugar de aprendizaje, sino un espacio de inspiración, libertad y progreso para todos.