Nostalgias de mi adolescencia (2)

Guillermo Fárber
13 septiembre 2023

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Aportación de Eduardo “Lalo” Ordóñez

“Entre los útiles escolares, se pedían juegos de geometría Baco, cuadernos Scribe, colores Prismacolor, Fantasy o Dixon Vividel, Blanca Nieves y lápices Mirado.

Haste seguía siendo la hora de México, aunque quienes podían afrontar el gasto usaban Rolex, Omega y Longines. Las plumas elegantes eran Scheaffer o Parker.

En el mundo intelectual, Carlos Fuentes y Juan García Ponce se reunían con las jóvenes promesas Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas y Elena Poniatowska. Las editoriales de moda eran el Fondo de Cultura Económica, Joaquín Mórtiz, Era, y la recién nacida Siglo 21.

En la televisión, además de los canales 2, 4 y 5 de Telesistema Mexicano y del canal 11 del Politécnico, la oferta se había enriquecido con los canales 13 (Corporación Mexicana de Radio y Televisión), de Francisco Aguirre, que transmitía desde la Torre Latinoamericana desde 1968 y que pasaría a manos del Gobierno en 1972, y 8 (Televisión Independiente de México), que inició formalmente sus transmisiones el 25 de enero de 1969, creado por un grupo de empresarios de Monterrey que realizaron una fuerte inversión y representaron tal competencia que cinco años después, en 1973, las dos empresas decidieron fusionarse para crear Telesistema Mexicano (la actual Televisa). En 1985 el canal 8 pasó a ser el 9 y nació XEIMT canal 7, que junto con el 13 eran propiedad del gubernamental Instituto Mexicano de Televisión.

Excélsior era el periódico más leído en México, después de La Prensa. Había superado en la competencia a Novedades, que llevó la delantera durante la primera mitad de los 60 (en 1976, mediante una maniobra del gobierno de Luis Echeverría, Julio Scherer y sus principales colaboradores fueron echados del periódico y fundaron en 1977 la revista Proceso). En 1969 se hizo cargo de El Universal el joven Juan Francisco Ealy Ortiz, quien habría de inyectarle nuevos bríos; permanece como presidente y director general. Los recién llegados (fundados ambos en 1965), El Sol de México y El Heraldo de México, luchaban por ganar la preferencia de los capitalinos. El primero fue adquirido por Mario Vázquez Raña (junto con el resto de la Cadena García Valseca), quien años más tarde se hizo también de La Prensa. El Heraldo fue comprado por José Antonio Pérez Simón y José Gutiérrez Vivó.

La revista más leída era Siempre!, dirigida por José Pagés Llergo.

El Café Oro rivalizaba con el Nescafé; la mayonesa era McCormik; el atún, Calmex; los chiles enlatados, Herdez o Clemente Jacqes; el puré de tomate, Del Monte; la salsa para condimentar, Maggi; el aceite de cocina, Libertador; el chocolate en polvo Express o Choco Milk; la cajeta, Coronado; el consomé instantáneo, Rosa Blanca, aunque Knorr Suiza empezaba a ganar terreno con su campaña ‘Es de pollo; $10,000 pesos lo garantizan’. Los jabones eran Camay y Lux, aunque el Palmolive seguía siendo el preferido de las clases populares. Las cremas para manos y cara eran Teatrical y Ponds. Las pastas de dientes, Colgate y Forhans, el jabón para la ropa, Fab.

La oferta hotelera de la capital se había enriquecido un año antes con la inauguración del Camino Real, diseñado por el arquitecto Ricardo Legorreta, que junto con el María Isabel (entonces sin el apellido Sheraton), eran los más elegantes de la Ciudad de México. Estaba en marcha el proyecto para edificar el Fiesta Palace (hoy Fiesta Americana Reforma).

Las líneas aéreas eran Aeroméxico y Mexicana de Aviación. Ambas alternaban los tetramotores con jets en sus rutas nacionales.

El destino turístico preferido seguía siendo Acapulco, donde el Mirador, el Flamingos, Hilton, Pierre Marqués, Ritz, Paraíso Marriott, Copacabana y Papagayo eran los hoteles preferidos.

La nostalgia nos hace recordar aquella época con agrado, espero te haya traído buenos recuerdos”.