Onlyfans como objeto de estudio
En mi clase de Metodología, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa, suelo motivar a mis alumnas y alumnos a que realicen investigaciones que rompan moldes: que se atrevan a explorar nuevos temas y métodos, que cuestionen estereotipos y tabúes, y, sobre todo, que elijan objetos de estudio que realmente les apasionen.
Porque una investigación académica que nace del interés genuino no solo se traduce en una tesis para titularse, sino que despierta el talento, curiosidad y vocación que pudieran tener como científicos sociales.
En ese espíritu, mi alumna Marina Judith, estudiante de la Licenciatura en Economía, elaboró un trabajo tan interesante como pertinente: se propuso hacer un diagnóstico económico y social con enfoque de género sobre el emprendimiento de jóvenes mazatlecas que se dedican a vender contenido digital en la plataforma mundialmente conocida como Onlyfans.
Esta página fue creada en el año 2016 por el británico Tim Stokely, como punto de encuentro entre influencers de moda y sus seguidores.
Es cierto que no sólo está dedicada al negocio sexual, pues también hay chefs, músicos o pintores que muestran sus creaciones.
Sin embargo, el éxito que ha tenido es principalmente por el contenido explicito que se comercializa. Ya sea mediante una suscripción mensual, un pago único, o un pago por visión de una determinada fotografía o video, las creadoras dan un servicio a cambio de dinero.
La popularidad de la página se disparó durante la pandemia y los confinamientos, pues pasó de tener 20 millones de usuarios en 2019, a tener más de 120 millones actualmente.
Y es que, en un contexto donde los salarios mínimos no cubren el costo de la canasta básica Onlyfans (y otros medios digitales) aparece como una alternativa económica que combina emprendimiento, exposición y estigma social.
A través de cuatro entrevistas a creadoras de contenido en Mazatlán, la investigación de Marina documenta cómo las jóvenes mujeres han convertido la red en su espacio de trabajo, su mercado y su fuente principal de ingresos.
Los resultados son reveladores: los ingresos mensuales de las entrevistadas oscilan entre 16 mil y 100 mil pesos, cifras muy por encima del promedio que ofrece el mercado laboral local.
Para tres de ellas es su principal ingreso; son madres y sostén principal del hogar, otra combina su emprendimiento en la plataforma con un trabajo formal.
No obstante, la aparente prosperidad se construye sobre un modelo de autoempleo sin seguridad social, sin derechos laborales y sin estabilidad: una forma extrema de lo que los economistas llaman gig economy o economía de plataformas.
El estudio muestra que las creadoras invierten entre 3 y 10 mil pesos en imagen, equipo, fotografía y promoción digital.
Es decir, funcionan como microempresarias de sí mismas, asumiendo los riesgos y costos de un emprendimiento donde el producto es el propio cuerpo.
Onlyfans actúa como intermediario financiero, reteniendo el 20 por ciento de las ganancias. En términos económicos, se trata de una relación asimétrica: la plataforma concentra el valor agregado sin asumir ningún riesgo productivo, típica característica del capitalismo digital contemporáneo.
Algunas de ellas aprovechan otras redes sociales virtuales como Facebook, Instagram o Telegram para promocionar su “página azul”, de manera que capitalizan su capital influencia en aquellas plataformas primarias para monetizar posteriormente.
Desde la teoría económica, el fenómeno puede interpretarse como una respuesta adaptativa al fracaso del mercado laboral formal.
La participación de las mujeres en Onlyfans no surge de un impulso hedonista, sino de una racionalidad económica frente a la exclusión y la búsqueda de la maximización del ingreso.
El problema no es su elección individual, sino las condiciones estructurales que hacen de la exposición digital una forma viable -aunque riesgosa- de movilidad social.
El estudio también destaca la dimensión local del fenómeno. Mazatlán, ciudad turística y desigual, ofrece un escenario propicio para esta economía híbrida: abundan los empleos temporales, los ingresos inestables y la competencia estética.
En ese contexto, la plataforma se convierte en un “mercado del deseo” donde el Capital Erótico (en palabras de la economista Katherine Hakim) reemplaza al capital educativo como vía de ascenso económico.
La tesis concluye que Onlyfans reproduce una ilusión de libertad económica bajo una lógica de mercado que traslada todos los riesgos a las creadoras: fluctuaciones de ingresos, acoso, censura y vulnerabilidad social.
Onlyfans, al final, no solo muestra cuerpos: expone las grietas de una economía que sigue fallando a las mujeres jóvenes. Aquí la verdadera pregunta es ¿por qué un país con millones de jóvenes universitarias sigue sin ofrecerles empleos dignos?
Es cuanto....
Posdata
Mañana martes, en el auditorio de la Escuela de Turismo en Mazatlán, presentamos un interesante libro sobre la aporofobia turística: la discriminación a lo que peyorativamente algunos llaman “turismo sandwichero”. Si no tiene nada más interesante qué hacer a las 11 de la mañana, por ahí nos vemos.