Organización y productividad empresarial
Ante tantos problemas generales a los que se está enfrentando el sistema empresarial, es urgente que se busquen soluciones que pudieran dar salida y esperanza para continuar con los negocios, con la vida familiar y social y para enfrentar la presión gubernamental que pretende dirigir al País por caminos por los que sólo el Gobierno transite, dejando en un segundo o hasta tercer plano a la Iniciativa Privada y a la libre empresa:
1. La primera propuesta se refiere a la necesidad que tienen los empresarios de organizarse, no precisamente en cuanto a la organización interna de la empresa, sino más bien a la organización externa. Los actuales organismos empresariales no han podido o no han querido presentar un frente unido, coordinado y fuerte; la Coparmex no se “junta” con la Concamin ni con la Canaco y cuando se reúnen, luego emergen los intereses personales, económicos o políticos; si esto es grave, peor lo es que las grandes organizaciones ignoran o poco saben de las organizaciones de las pequeñas y micro empresas y algunas veces, tampoco se considera a las medianas empresas de algunos ramos.
Esto es un factor que muestra la debilidad del sector empresarial, pues si las “organizaciones de los pocos, pero que tienen mucho capital”, no aprenden a relacionarse con “los muchos, pero que tienen poco capital”, nunca tendrán la fuerza necesaria para hacer valer sus derechos; la iniciativa tiene que venir de los mayores, que deben conocer los muy diferentes grupos que existen en las pequeñas empresas y a sus líderes, algunos de los cuales estarían más que dispuestos a encabezar alguna oposición ante gobernantes y ante leyes adversas.
Esta sería una primera solución: integrar a todo el sistema empresarial nacional o local, pues tan empresario es el grande industrial como el que tiene su pequeño taller, que también paga impuestos y recibe servicios públicos deficientes.
2. Para enfrentar las decisiones autoritarias del Gobierno que pretenden minar la capacidad empresarial de crear y aportar bienes y servicios al mercado, la empresa privada cuenta con su herramienta exclusiva, que es su capacidad de ser más productiva, hoy más que ayer y mañana más que hoy, dentro de un proceso constante, diario y sin tregua, con la intención, claro, de obtener mejores resultados y mejores utilidades, gracias al mejor aprovechamiento del capital, del trabajo y de la organización empresarial, buscando siempre ser más competitivos, con la convicción de que un buen sistema empresarial crea más y mejores empleos, evita el desperdicio y pagaría más impuestos, de los cuales vive el gobierno y con los que se espera otorgue mejores servicios.
La productividad no se da sola ni por decreto y buenas intenciones, sino a través de la investigación y del análisis de los procesos internos; es una búsqueda constante de cómo mejorar las cosas, de cómo ahorrar tiempo, espacio y costos; es también una constante preparación y educación del personal, tanto administrativo como laboral; es una constante búsqueda de cómo mejor aprovechar la maquinaria, las herramientas, el equipo de transporte y hasta del material de aseo.
La productividad no se abstiene sólo por las grandes ideas, las grandes inversiones o los últimos sistemas digitales o de “la inteligencia artificial”, sino que muchas veces está en los pequeños ahorros dentro y fuera de la empresa; está también en el mejor conocimiento del mercado, en cómo hacer que los productos o los servicios lleguen con mayor rapidez y eficiencia a los consumidores y estar muy al tanto de los cambios y preferencias de “los clientes”; en muchas ocasiones la respuesta está en el empaque más que en el producto, es decir, está en “el continente más que en el contenido”.
Los resultados de la productividad empresarial deben compartirse con el personal, con mejores sueldos y prestaciones, con un mejor precio para el mercado, con apoyos a la comunidad y con el correcto pago de impuestos.
La productividad, finalmente, es el resultado de estar en un constante proceso innovador, de búsqueda de lo nuevo y lo diferente que mejore los resultados. Algunas veces la innovación viene de afuera, pero también se encuentra adentro en el mismo personal, que sabe cómo hacer mejor las cosas.
El empresario y sus trabajadores deben tener ojos y oídos bien abiertos para aprovechar las novedades y las oportunidades para beneficio propio, de la sociedad y de las autoridades, para que estas últimas se dediquen a dejar trabajar la iniciativa de los ciudadanos, en donde está la verdadera fuerza del desarrollo.