Pemex ya no aportará en 2026, ahora cobrará a los mexicanos
Cada año, mientras las transferencias del presupuesto federal para mantener a Pemex a flote van en aumento, la empresa contribuye cada vez menos a financiar servicios básicos como salud, educación o seguridad. Pero este 2026 marcará un punto de quiebre.
El año próximo la paraestatal apenas entregará el equivalente a mil 731 pesos por habitante. Para dimensionar, esto es 57 por ciento menos de lo que aportaba hace 10 años (2 mil 299 pesos). Sin embargo, la caída en las aportaciones no es lo que ha cambiado. Lo nuevo es el balance negativo. Cada persona en México deberá poner mil 960 pesos para cubrir las deudas de la petrolera: no sólo es un alza de 85 por ciento respecto al año anterior, sino que la diferencia entre lo que aporta y lo que se lleva marca una pérdida de 230 pesos per cápita. Hay tres factores para entender este déficit:
Tanto por el agotamiento natural de los pozos petroleros, como por una menor inversión en exploración, la producción de crudo en el País no ha dejado de caer desde 2021. A junio de 2025 se produjo en México un promedio de mil 366 miles de barriles diarios (mbd), el monto más bajo en por lo menos 35 años. Si comparamos esta cifra frente al promedio de 2004 (3 mil 306 mbd), la producción ha caído en más de la mitad. Si se produce menos crudo, hay menos ingresos por su venta.
Aquí hay que hacer una precisión. Desde 2018, las cifras oficiales de producción de hidrocarburos contienen no sólo la producción de crudo, sino de condensados. Estos son hidrocarburos que en el subsuelo se encuentran en forma gaseosa y que, al salir a la superficie, se transforman en líquidos. Los condensados se utilizan principalmente para fabricar plásticos, solventes y gasolinas ligeras, mientras que el crudo tiene aplicaciones más amplias en la refinación.
Antes de 2018, estos volúmenes no se contabilizaban dentro de la producción nacional, y sólo se incluía al crudo. Al integrar los condensados en las cifras actuales, la caída en la producción de hidrocarburos parece menos pronunciada.
En cualquier caso, para 2026 se estima una producción de mil 794 mbd de hidrocarburos incluyendo condensados, algo que no se ha alcanzado desde 2023. A junio de 2025, la producción promedia un nivel de mil 626 mbd, el monto más bajo desde 2018 que hay cifras comparables.
A pesar del contexto, para 2026 se espera que el total de ingresos por la venta de petróleo de Pemex (ingresos petroleros del sector público) sea de 1.2 billones de pesos, un crecimiento de 20 por ciento, o 204 mil millones de pesos (mmdp) frente al cierre estimado de 2025. El alza se basa en el supuesto de una mejora en la producción, lo cual es optimista. De no cumplirse la meta, como probablemente sucederá, los ingresos petroleros serán menores a lo anticipado.
El año pasado se anunció un nuevo cambio en la estructura fiscal de la empresa, al unificar todos los gravámenes que pagaba en un solo derecho. Así, pasó de pagar el Derecho por la Utilidad Compartida, el Derecho de Exploración de Hidrocarburos y el Impuesto por la actividad de Exploración y Extracción de Hidrocarburos a pagar sólo el Derecho Petrolero para el Bienestar. En los últimos años, además, el Derecho por la Utilidad Compartida se redujo de 65 por ciento en 2019 a 30 por ciento en 2024. Ello ha provocado que Pemex se quede con una mayor “rebanada” de los ingresos.
Según la Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos en su artículo 39, el pago del Derecho Petrolero para el Bienestar se calcula en función del valor de los hidrocarburos extraídos por una tasa base del 30 por ciento más una sobretasa en función del precio del crudo. Básicamente, cuando el precio del petróleo sea inferior a los 57.8 dólares por barril, Pemex pagará menos del 30 por ciento de tasa y cuando el valor sea superior, pagará más. Hacienda estima que el precio del petróleo promedio para 2026 sea de 54.9 -debajo del rango de los 57.8 dólares por barril- lo que significa que, de cumplirse tal estimado, Pemex pagará a la Federación una tasa de 29.6 por ciento en lugar de 30 por ciento.
Al final, del total de ingresos por la venta de petróleo, la empresa se quedará con 81 por ciento de los ingresos (2.5 puntos del PIB o 971 mil millones de pesos), mientras que la Federación tendrá sólo 19 por ciento (0.6 puntos del PIB o 233 mil millones de pesos), la menor distribución histórica. Este monto de 233 mmdp también sería el segundo menor registro histórico, sólo por arriba del observado en 2024 (220 mil millones de pesos). En pesos por persona, la petrolera otorgará sólo mil 731 pesos. Sin cambios normativos, la única explicación a esto es que Hacienda está previendo “perdonar” o postergar el pago de impuestos a Pemex mediante decretos, como lo explicamos en esta investigación. Pero eso no es todo, que todavía faltan las transferencias a Pemex...
Entre 2019 y 2024, la empresa recibió del Gobierno -a través de la Secretaría de Energía- 1.24 billones de pesos, que fueron usados principalmente para el pago de deuda y, en menor medida, para obras productivas. Esto equivale a que, durante el sexenio pasado, cada ciudadano pagó a Pemex 9 mil 585 pesos.
Para 2026 se proponen transferencias por 263 mil millones de pesos, que son superiores a todo el presupuesto del recién creado Seguro Social para el Bienestar (172.4 mil millones de pesos). Es igual a que los mexicanos pagáramos a la paraestatal mil 960 pesos per cápita.
Entonces, si los ingresos que aportará Pemex a la Federación en 2026 serán de 233 mil millones de pesos, pero el Gobierno le devolverá incluso más: 263 mil millones vía transferencias, no habrá ingresos petroleros sino pérdidas por 31 mil millones de pesos. Es el primer saldo negativo en la historia que se plantea desde un Presupuesto de Egresos de la Federación.
Pese a todo el apoyo fiscal que recibirá Pemex, su inversión en infraestructura será la segunda menor en más de 25 años: sólo 0.6 por ciento del PIB. En sus mejores momentos invirtió hasta 2 por ciento. Esto significa que no apuesta a volverse más productiva para ser independiente de apoyos fiscales y eventualmente aportar al bienestar de los mexicanos.
Las implicaciones de este cambio son profundas. Pemex pasa de ser una fuente estratégica de ingresos públicos a convertirse en una carga estructural para las finanzas del País. En la práctica, los contribuyentes pagamos más impuestos no para financiar salud, educación o seguridad, sino para sostener a una empresa que no logra generar utilidades ni reducir su deuda. Este esquema compromete la sostenibilidad de las finanzas públicas, al destinar recursos crecientes a una petrolera cuya rentabilidad permanece en entredicho.
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El autor es Jorge Cano, coordinador del Programa de Gasto Público en México Evalúa.