Perder el piso

Rodolfo Díaz Fonseca
23 febrero 2018

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Cuando una persona pierde la memoria, lastimosamente solicita ayuda para llegar a descubrir ¿quién es? Pero, más lastimosa resulta la persona que inflando el pecho y en actitud retadora pregunta: ¿Acaso, no sabe usted quién soy yo? A esta actitud se le llama coloquialmente “perder el piso”.
 
Por lo general, las personas famosas, poderosas o encumbradas adoptan esta actitud cuando se sienten ninguneadas o no tomadas en cuenta. Empero, hay que precisar que en ocasiones no tienen razón, sino que se dejan llevar por su presunción, orgullo o soberbia. No todos son capaces de reaccionar con humildad y sencillez, sin embriagarse de prepotencia ni dejarse llevar por sus ínfulas.
 
Incluso, hay quienes son tan susceptibles a los mordiscos de la vanidad, que se sienten demasiado importantes cuando obtienen un pequeño puesto. El comentario generalizado acerca de estas personas es que se les suben inmediatamente los humos a la cabeza, o que se marean al subirse en cualquier ladrillo.
 
Aun las personas sensatas y prudentes pueden llegar a perder los estribos, como le sucedió a Christian Herter, Gobernador de Massachussets, cuando estaba haciendo campaña para su reelección.
 
Un día en que no había probado alimento, acudió a una comida organizada para recaudar fondos para la campaña. Se puso en la fila y cuando llegó su turno le sirvieron un trozo de pollo.
 
“Perdone, señora –dijo-, pero estoy hambriento”.
 
“Lo siento, señor, le respondió la encargada, pero sólo se da un trozo por persona”.
 
El Gobernador, habitualmente sencillo y amable, quiso “charolear” con su oficio y prestigio, y le dijo: “Señora, ¿sabe quién soy? Soy el Gobernador de este estado”.
 
Y ella le contestó: “Señor, ¿sabe quién soy yo? Soy la encargada del pollo. Siga la fila, por favor”.
 
¿Pierdo el piso fácilmente? ¿Me marea cualquier cargo?
 
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@rodolfodiazf