Periodismo urgente
02 junio 2018
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Ricardo Raphael, articulista de esta casa editorial, publicó un libro titulado Periodismo urgente. Manual de investigación 3.0, en colaboración con Lizeth Vázquez Castillo, en el que se afirma lo siguiente: "Ante el relativismo y la epidemia de posverdad cuya constante es el menosprecio por la evidencia y los hechos, el antídoto es hacer periodismo, mucho periodismo, riguroso, sólido, imbatible. ¡Y hacerlo con urgencia!".
La revista Proceso publicó el 20 de mayo, en su sección de Cultura y Espectáculos de la edición 2168 por cortesía y permiso de Grupo Planeta México unos fragmentos del prólogo del libro, los cuales reproduciremos en dos partes debido a la extensión del escrito, insertando algunas cabecitas de descanso para relevar el contenido y facilitar la lectura del texto.
La epidemia
de la posverdad
"Un hombre mira un número dibujado sobre el suelo y dice en voz alta: "seis". Enfrente, otro observa el mismo trazo y, sin embargo, grita: "nueve". Ambos se hallan alterados porque cada uno está convencido de que tiene la verdad. En la parte baja de la imagen aparece un reproche: "Solo porque tú estás en lo correcto, no significa que yo esté equivocado. Cabe que no hayas visto la vida desde mi punto de vista".
No obstante, hay una trampa en este gráfico: aproximarse a la verdad no suele ser un asunto relacionado con los buenos modales. O bien la Tierra es plana, o es redonda. O bien gira alrededor del Sol, o no lo hace. Sin importar cuán grande sea la condescendencia entre los seres humanos, los argumentos falsos seguirán siendo falsos y no es honorable ofender la inteligencia humana exigiendo indulgencia. Aceptar como ciertas dos verdades antagónicas -por un supuesto arreglo basado en la mutua cortesía- termina significando una mayor falta de respeto hacia el otro que considerar las razones de cada quien en función de lo que verdaderamente pesan.
Después de escuchar una composición de Beethoven un hombre dice en voz alta: "¡Maravillosa la Sexta Sinfonía!" Junto a él otro asistente al concierto refuta con vehemencia: "Perdone, pero lo que venimos de escuchar es la Novena". Los dos se obcecan al punto de olvidar las preguntas fundamentales: ¿Se trató de una pieza introspectiva, sutil y reflexiva, o de una música heroica y libertaria? Si fue lo primero, era la Sexta Sinfonía, La Pastoral. De lo contrario fue la Novena, que desde 1972 es el himno del continente europeo.
Una enfermedad compleja de nuestra época es el relativismo que quiere considerar como equivalentes piezas de información que no lo son. Es la epidemia de posverdad que tiene como constante el menosprecio por la evidencia, los hechos y los elementos objetivos del contexto.
Cuando lo verdadero y lo falso pueden ser confundidos masivamente llegó el momento de preocuparse por la civilización. Afirma Barack Obama: "Si todo parece lo mismo y no somos capaces de hacer distinciones, perdemos la capacidad para saber lo que vale la pena defender y tampoco sabremos por qué luchar".
Síntomas
de la posverdad
Contrario a lo que promueve el gráfico de los dos señores alterados, los síntomas de la posverdad afectan la posibilidad de habitar en la misma comunidad porque las creencias individuales, la fe o las emociones íntimas adquieren ancla absoluta en la conversación. Esta enfermedad provoca que el monólogo triunfe sobre el diálogo; la gesticulación elocuente sobre los argumentos; las pasiones más bajas por encima de las razones y el marketing desprovisto de sentido sobre la política democrática.
Cada vez que se destruye el diálogo razonable y razonado, las libertades dejan de ser el eje a partir del cual nos relacionamos los seres humanos. Durante su primera conferencia de prensa como habitante de la Casa Blanca, Donald Trump se negó rotundamente a responder una pregunta de Jim Acosta, periodista de CNN, quien quería saber si alguno de los asesores de ese Presidente se había reunido con el gobierno ruso durante la campaña electoral del año previo.
Ese miércoles, 11 de enero de 2017, algo definitivo cambió para la vida democrática de los Estados Unidos, y posiblemente para el resto del mundo. Desde una posición autoritaria de poder, Trump desestimó la importancia que tiene el derecho a la información. Acosta insistió: "Ya que usted nos está atacando, concédame hacerle una pregunta". En revancha, apelando primero a los buenos modales, el líder del mundo libre exigió varias veces al reportero que dejara de lado su rudeza. Pero, al final, ofuscado ante la insistencia, arremetió aplicando todo el peso de su recién estrenada investidura con una acusación: "Usted es fake news".
Periodismo serio
Las noticias fabricadas (fake) son expresión de la propaganda destinada para desinformar a través de los medios de comunicación. Son noticias intencional y verificablemente falsas, cuya principal finalidad es engañar o confundir a la audiencia. Su motivación es siempre económica o política y jamás informativa o periodística. Trump cometió un abuso de la retórica al afirmar que los medios o las personas son fake news: lo serán en todo caso las noticias, pero no sus emisores.
El periodismo serio es una disciplina que permite distinguir entre la información fabricada y aquella que podría ser verdadera. Se trata, por ello, de uno de los antídotos más eficaces para enfrentar el relativismo y la posverdad. Sus procedimientos ordenados y sistemáticos ayudan a verificar datos y fuentes, aportan contexto, agregan valor para el análisis, contrastan opiniones y logran trascender las subjetividades.
Otros campos del conocimiento humano tienen propósitos parecidos, por ejemplo la ciencia política, la sociología, la economía o la antropología. A estas disciplinas las une el método científico que obliga a observar con rigor la realidad. Su objetivo es producir, a partir del ensayo y el error, verdades científicas perdurables.
Método científico
del periodismo
El periodismo, de su lado, también echa mano del método científico pero, a diferencia de las disciplinas académicas, sus procedimientos sirven para obtener resultados en un periodo de tiempo reducido, a partir de información escasa y con frecuencia fragmentada. El consumidor de noticias periodísticas no tiene la paciencia que posee el lector de los textos académicos. Mientras el estudioso de la geofísica se aproxima sin velocidad a las causas que provocaron un terremoto, el oficio del periodista está sometido a la urgencia de proporcionar información inmediata sobre la magnitud del fenómeno natural, los daños materiales o la reacción social desplegada.
En efecto, la principal distinción que puede hacerse entre el periodismo y la academia es el ritmo con el que corren los relojes entre las personas consumidoras de sus respectivos productos. Esta distinción no debería llevar a descalificar el periodismo como si se tratara de una disciplina de segunda división. Con el paso del tiempo, academia y periodismo cumplen funciones distintas pero complementarias para el discernimiento informado y metódico que necesitan las personas.
Agradezco sus comentarios, quejas, dudas,
críticas y sugerencias.