Perseguido por el éxito
La formación musical y rítmica de Ennio Morricone era tan inmensa, que introducía motivos clásicos en sus producciones, como en la canción “Voz en la noche”, de 1963, que interpretó Miranda Martino, donde inició con la sonata Claro de Luna, de Beethoven.
Su primera música para película, dijimos, fue “El federal” (1961), le siguieron los westerns “Duelo en Texas” y “Las pistolas no discuten” (1963), aunque usó el seudónimo de Dan Savio (nombre de una amiga de su esposa). Estos temas musicales atrajeron la atención de Sergio Leone, quien le pidió la música para la película “Por un puñado de dólares”. Morricone la inventó partiendo de un silbido con aleteos de trompeta, como si fuera un nuevo vocabulario. Era, como dijo Clint Eastwood, música de ópera para una película de western.
En realidad, Ennio contribuyó de manera decisiva en la reivindicación de la música de cine, pues a los puristas les parecía que quien componía para los filmes se prostituía. Sin embargo, la música de la película La batalla de Argelia, de 1966, en palabras de Roland Joffé (director de La misión), le hizo comprender que la música crea un mundo que no existe en la pantalla.
Pier Paolo Pasolini pidió a Morricone incluir música de Bach y otros clásicos, pero, indignado, le respondió: “Disculpe, soy un compositor que escribe música, no tomo la música de otros y la pongo en la película”.
Para componer la música de “El bueno, el malo y el feo” (1966), se le ocurrió imaginar el grito de unos coyotes aulladores, entre lo dramático y lo divertido, y le gustó la combinación. De acuerdo con Nicola Piovani, autor del tema musical de la película “La vida es bella”, Morricone fue un artista que nunca persiguió el éxito.
¿Logro trascender?