Portafolio electrónico de aprendizaje
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Las nuevas reformas curriculares así como han integrado el uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) al ambiente académico, también han propuesto otras modalidades de evaluación académica, como es el caso de los portafolios de aprendizaje electrónicos. Los que al igual que las TIC han sufrido de resistencia académica, tanto por docentes como por estudiantes.
A los alumnos quienes comentan “¿Qué es eso del portafolio? Ya no saben ni que inventar”, respondo: Queridos alumnos, hace mucho tiempo, cuando yo estudiaba preescolar, mi maestra recolectaba cada uno de los trabajos realizados en clase. Al final del año, la maestra organizaba los trabajos por alumno en una secuencia cronográfica; y los entregaba encuadernados rústicamente a cada uno de los padres de familia. Así los papás podían palpar en sus manos cómo fuimos mejorando en ciertas habilidades, como hacer líneas, letras y hasta palabras. En sus manos estaba la evidencia de nuestro progreso.
Para mí, más que mis logros académicos, fue mi pasaporte para al mundo de la pintura. La belleza de los dibujos que realizaba en clase destacaba entre los demás trabajos; por lo que fui invitada por un pintor, amigo de la familia, a formar parte del taller de arte que él dirigía. Así a los 8 años llegué a ilustrar mi primer libro, uno de poesías infantiles, textos que aún siguen rondado en mi memoria hasta estos días. Todo fue, gracias al portafolio de aprendizaje que formó la maestra en el preescolar.
Ahora como docente de tecnologías de comunicación e información en la escuela normal, cuando me asignaron la tarea de solicitar a los alumnos el desarrollo de sus portafolios, estaba más que convencida del beneficio que aporta esta actividad.
El portafolio es un conjunto de trabajos que evidencian el desarrollo de una competencia; en otras palabras, en un principio puede ser la colección cronológica de todos los trabajos realizados. Más tarde, después de la revisión reflexionada de cada uno de ellos, es la recopilación de los trabajos que demuestran haber alcanzado en algunas competencias. Nuevamente, enseguida de otra reelección de trabajos, pueden ser el conjunto de evidencias de los que mejor se sabe hacer; lo que en ocasiones llega a ser una confirmación o un descubrimiento.
Cuando eres recién egresado de una carrera, sin experiencia laboral y te solicitan un currículo vitae, generalmente escriben sus logros académicos, es decir, los estudios cursados. Y se olvidan de quiénes son realmente, de qué los distingue de los demás, de lo que saben hacer mejor que nadie; lo olvidan porque nunca dedicaron su tiempo a hacer un portafolio de aprendizaje.
He dirigido el desarrollo de portafolios de aprendizaje electrónicos durante cuatro años, las ventajas de haber solicitado este formato es que quedan resguardados en la nube, en Internet. Ellos, quienes están a punto de terminar su carrera, ahora comentan la comparación de sus primeros trabajos con los últimos, se percatan del desarrollo profesional que han tenido y alcanzado, más aún, de cuáles son las competencias profesionales que dominan.
Los docentes aún no hemos comprendido la lógica subyacente en la educación basada en el desarrollo de competencias; la que tiene su lado positivo y también negativo. Por ejemplo, todavía no conseguimos superar la tendencia de considerar que una buena calificación garantiza automáticamente el empleo.
Tampoco, de la importancia de no limitarse únicamente al desarrollo de las competencias laborales, las dictadas por las empresas para entrar rápidamente a la economía capitalista esclavizadora.
Los portafolios de aprendizaje electrónicos se pueden transformar en portafolios profesionales, que fuera del mundo de la sumisión, permitan a los egresados percatarse de sus competencias profesionales y dirigir sus necesidades e intereses laborales al ingreso del sector económico deseado; o bien al desarrollo de su propio emprendimiento.