Primero los más vulnerables

Pablo Ayala Enríquez
11 abril 2021

La declaración del Presidente con relación al momento en que los médicos de hospitales privados serán vacunados, por decir lo menos, fue muy desafortunada.

Le pasó lo de siempre. Enredó sus palabras con las tripas. Lamentable y reprobable, porque el tema resulta un asunto de vida o muerte para muchas personas, y crucial para definir el rumbo y futuro próximo del país. Manosear ideológicamente la vacunación, además de mezquino, resulta inhumano. Me explico.

En la mañanera del nueve de abril, el reportero Antonio Baranda, abre su pregunta a partir del siguiente contexto: “Hay varias asociaciones de médicos privados que están reclamando, que están exigiendo vacunación, incluso el día de hoy hay una protesta afuera de Palacio Nacional de personal médico que está solicitando que se le vacune. El día de hoy planteaba... Perdón, el día de ayer planteaba que la población objetivo en este momento son los adultos mayores. En ese sentido, preguntarle si hay posibilidad de que se abra la vacunación a los médicos privados o tendrían que esperar a que les toque en función de su rango de edad, Presidente”.

El Presidente abordó la respuesta en los siguientes términos: “Sí, miren, se está llevando a cabo un programa en el que, de acuerdo a la recomendación de los médicos especialistas se prioriza, es decir, se le da atención especial a los grupos que se considera más vulnerables. Lo primero, para aclararlo, fue atender a médicos, a enfermeras, trabajadores de la salud que desde el principio están en hospitales Covid, ese fue el primer grupo a proteger, los que están salvando vidas, arriesgando sus vidas, porque al inicio, cuando no teníamos la vacuna, desgraciadamente algunos de estos médicos enfermeras perdieron la vida. Entonces, eso es lo primero que se hizo. Ya casi terminamos de vacunarlos en segunda dosis a todos. Lo segundo son los adultos mayores de 60 en adelante, porque se argumentó, además de la solidaridad, del humanismo, de que como es una población más vulnerable a la pandemia, por la edad, se manejó por los médicos de que si vacunábamos a todos los adultos mayores de 60 años se reducía la mortalidad por Covid hasta en un 80 por ciento. Entonces, lo más importante de todo es salvar vidas, lo más importante de todo es la vida, es el principal de los derechos humanos. Terminando con adultos mayores vamos a destinar como una semana, 10 días, a vacunar a todos los trabajadores de la educación, a todos, y estamos analizando el hacerlo con la vacuna CanSino, que es una sola dosis. Estamos pensando en un universo de más de tres millones de trabajadores de la educación, tanto de escuelas privadas como de escuelas públicas, no sólo maestras, maestros, sino todo el personal que tiene que ver con un centro educativo [...] Y en paralelo, casi al mismo tiempo, seguimos con segunda dosis y vamos a iniciar la vacunación de la población de 50 a 60 años, de 50 a 59 años. Si no nos falla el abasto de las vacunas, a finales de este mes ya comenzamos con población de 50 a 59 años”.

Esta primera parte del abordaje no tuvo desperdicio. Con bastante claridad, el presidente, desde una perspectiva ética, explicó la estrategia de vacunación: primero fueron los más vulnerables, es decir, los médicos que estaban al frente de batalla en los hospitales Covid, luego a las personas mayores de 60 años para luego dar paso al profesorado que atenderá a niños y niñas que volverán a las aulas de manera presencial.

La cuestión se comenzó a complicar cuando Andrés Manuel dijo: “Entonces, yo entiendo la demanda de los médicos, no la tiramos al cesto de la basura, pero tenemos ya una estrategia que consideramos nos va a ayudar a todos. También que quede muy claro, para que no haya manipulación: la vacuna se aplica de manera universal, no interesa que los médicos estén en hospitales privados o que los maestros den clases en escuelas particulares, no, es para todos, es un plan que se aplica con el principio de igualdad. Aquí no se le da preferencia a nadie, ni al Presidente, que le dio Covid y que pudo vacunarse bajo cualquier pretexto, ya lo he dicho, para dar el ejemplo de que la vacuna no hace mal y aquí se vacuna el Presidente. No”.

Y justamente, para sortear el sofisma, el reportero insistió: “¿Está descartado definitivamente la apertura de un proceso de vacunación para el personal médico privado?”. No, no, porque si te digo: Está descartado, ese va a ser el titular de Reforma de mañana -contestó el Presidente–. Pero, entonces ¿van a tener que esperar? Que nos esperen -replicó AMLO-. ¿Hasta que les toque por edad? Hasta que nos toque a todos -volvió a señalar López Obrador-. Entonces, sí está descartado -afirmó el reportero-. No. Bueno, esa es su interpretación, póngalo así, pero yo lo explico de que va poco. Con el Reforma no podemos, porque el Reforma está muy enojado con nosotros...” siguió el Presidente.

¿En qué momento se cayó la argumentación moral del anfitrión de las mañaneras? Cuando su idea de derecho universal, vulnerabilidad e igualdad echaron aguas. Bastó con que el reportero le tirara de la lengua para que el presidente dejara ver la torpeza con la que se ha manejado la estrategia nacional de vacunación y la parcialidad con la que en ella hacen su presencia algunos principios asociados a la justicia.

Los López (Obrador y Gatell) parecen haber olvidado: que buena parte del personal médico, trabaja de manera simultánea en hospitales privados y públicos que, sin ser propiamente hospitales Covid, atienden a un sinnúmero de pacientes asintomáticos o recién contagiados; que muchos hospitales privados han venido apoyando a los públicos que no se dan abasto; y, entre otros casos más, que los médicos de los hospitales privados de manera solidaria han acudido como voluntarios a apoyar a sus colegas cuando el trabajo se desborda. Aunque sean privados, están en el frente de batalla. Y a la lista de médicos, habría que sumar a los dentistas, oftalmólogos, neumólogos, médicos generales, enfermeras, etcétera, que a diario se las ven con pacientes encovidados.

Los López, también parecen haber olvidado que no solo los mayores de 60 años son vulnerables. También lo son, y quizás más que algunas rozagantes que rondan los 70 y 80 años, las personas diabéticas, las que padecen cáncer, las inmunosuprimidas, las que están recibiendo hemodiálisis, las obesas mórbidas, etc., incluyendo, en este grupo a niños y niñas.

Por tanto, la idea de universalidad e igualdad del Presidente está lejos de ser una donde todas las personas sean reconocidas del mismo modo. Da la sensación que en el ideario presidencial, el valor y derecho a la vida de las personas viene dado por la procedencia y lugar que se ocupa en la estructura social. Esto no solo es lamentable, sino humanamente inadmisible.

Y por no dejar, van unas cuantas preguntas al margen: ¿Qué acciones emprenderá el gobierno para corregir la estrategia fallida contra la violencia? Más allá de los que deja el Covid, ¿sabe usted cuántas personas murieron esta semana por causas asociadas al narcotráfico?