Propuestas para una reingeniería con sentido
EN la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) se vive un momento de definiciones. La llamada Reingeniería Universitaria propuesta por el rector, ha pasado la primera etapa que era una consulta con los trabajadores de confianza, académicos, administrativos; jubilados y activos. Por encima de la polémica inmediata, el debate abre un espacio necesario para pensar qué tipo de reingeniería necesita realmente nuestra universidad.
El término “reingeniería” nació en el ámbito empresarial, cuando Michael Hammer y James Champy (1993) en su libro “Reengineering the corporation: a manifesto for business revolution” propusieron rehacer las estructuras de las organizaciones para adaptarlas a los nuevos tiempos. Pero aplicado al contexto universitario, el concepto debe ir más allá de la simple contabilidad y tener un enfoque social: no se trata solo de adelgazar estructuras o reducir salarios, sino de repensar integralmente el modelo académico, administrativo y financiero para fortalecer el sentido humano y público de la institución.
La propuesta oficial incluye medidas como la fusión de departamentos, la reducción del personal de confianza, el replanteamiento de la oferta educativa y el ajuste en los pagos a jubilados con doble pensión.
Sin embargo, la reingeniería solo será legítima si se acompaña de condiciones claras de transparencia, equidad y participación. Por ello, desde la comunidad universitaria surgen propuestas que vale la pena destacar, pues pueden convertir esta crisis en una oportunidad de renovación institucional.
Primero: la UAS debe gestionar un aumento en el financiamiento federal y estatal. No se puede pedir sacrificios a los trabajadores sin exigir al mismo tiempo un trato presupuestal justo y equivalente al que reciben otras universidades públicas del país. La reingeniería no puede significar austeridad para los de abajo y silencio frente al poder. Si el rector convocara a una movilización para gestionar mayores recursos para la institución, yo estaría en la primera fila.
Segundo: es indispensable crear un fideicomiso sólido, transparente y vigilado por representantes de todos los sectores universitarios. Este fondo no puede convertirse en un instrumento político ni alimentar clientelas partidistas; debe estar blindado legal y moralmente para garantizar que cada peso se use en beneficio de la comunidad, y no para beneficio de ningún instituto político o de algún particular.
Tercero: cualquier descuento a los salarios o pensiones debe aplicarse con justicia. No es lo mismo afectar a quienes ganan los sueldos más altos, que a quienes sobreviven con lo mínimo. La equidad, el sacrificio y el ejemplo deben venir de arriba hacia abajo.
Cuarto: urge una depuración profunda de los proveedores y contratistas de la universidad. La transparencia financiera empieza por eliminar las redes de favoritismo que en el pasado desviaron recursos y minaron la confianza ante la sociedad y entre los miembros de la misma institución.
Quinto: toda reingeniería debe ir acompañada de un proceso de comunicación, de profundo respeto, y diálogo amplio. Es fundamental que cada facultad, escuela y centro universitario conozca con detalle un diagnóstico actual y, sobre todo, en qué consisten las medidas, sus objetivos y sus impactos. Solo con información y participación se podrá construir un consenso real.
Sexto: el recorte a personal de confianza debe ser justificado. No se debe recortar a los que realmente hacen el trabajo duro y dan la cara por la institución, y que casi siempre son los más vulnerables, sino que la depuración debe dirigirse hacia aquellos “aviadores” que cobran sin presentarse nunca a los planteles, algunos de ellos recontratados.
Estas propuestas no niegan la necesidad del cambio; sino que la enriquecen. La UAS requiere modernizarse, sí, pero con justicia, corresponsabilidad y visión colectiva. Si la reingeniería se convierte en una imposición, lo más probable es que a mediano plazo fracase con una lluvia de demandas legales. Si se convierte en un proyecto compartido, puede ser el punto de partida de una nueva etapa de fortalecimiento institucional.
Es cuanto....
Posdata
Estas reflexiones surgieron en un café de Mazatlán, en conversación con un grupo de jubilados universitarios que, con sabiduría y amor por su institución, siguen pensando en cómo mejorarla.