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la carta

Rodolfo Díaz Fonseca
01 mayo 2025

“Te odio porque te arremangaste en el Sínodo y escuchaste más de lo que hablaste.

Porque no tuviste miedo de abrir debates, ni de que la Iglesia se parezca al pueblo de Dios, con sus dudas, sus búsquedas, sus heridas.

Te odio porque fuiste a lugares donde nadie iba.

Porque fuiste el primer Papa en pisar Irak.

Porque en Filipinas reuniste la multitud más grande de la historia, y no fue por vos, fue por la esperanza que llevabas.

Te odio porque hablaste en el Capitolio de Estados Unidos y les recordaste que los inmigrantes también tienen rostro y nombre.

Porque en la ONU no hablaste de geopolítica, hablaste de humanidad.

Porque cuando decías “no a la guerra”, yo sentía que me estabas hablando a mí, no a los líderes, sino al tipo común que ya se había resignado.

Te odio, Francisco, porque me hiciste volver a creer que la Iglesia puede parecerse a Jesús.

Porque nos mostraste que el poder, si no sirve, no sirve para nada.

Porque nos dejaste una Iglesia con olor a Evangelio, no a naftalina.

Te odio porque sonreías con los ojos.

Y eso desarma a cualquiera.

Porque en medio del barro,

en medio de tanta miseria y tanto miedo, vos encontrabas ternura.

Y eso... eso también salva.

Te odio, Francisco,

porque abrazaste a los gays,

a la comunidad LGTB,

a quienes siempre fueron dejados al margen.

Porque cuando todos les daban la espalda,

vos abriste los brazos.

Y no preguntaste cómo vivían.

Preguntaste si sabían que eran amados por Dios.

Te odio, Francisco...

porque te hiciste querer con una fuerza brutal, de esas que no se olvidan.

Porque nos mostraste que el amor verdadero incomoda, desinstala, exige”.

¿Me arropo en el poder? ¿Sirvo a los más humildes y necesitados?