Reaparece la educación ambiental en el escenario educativo

María Isabel Ramírez Ochoa
27 marzo 2019

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Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación
Educativa del Sistema Educativo Valladolid
 
Uno de los retos de este siglo será pasar de una sociedad informada a una que utiliza la información para tomar decisiones y realizar acciones colectivas a favor de las condiciones ambientales que mantienen la vida en el planeta.
Cercanos a una gran catástrofe mundial, la UNESCO llama todos los sectores de la sociedad a tomar acción para disminuir sus actividades depredadoras, erosionantes y contaminantes. Los especialistas afirman que cambio climático es irreversible de seguir un estilo de vida marcado por un consumismo de usar y tirar productos que no se integran a los ciclos naturales de descomposición y reingreso de materia y energía a la naturaleza. En este sentido, la proyección es devastadora para el 2030; y el sector más vulnerable será el agrícola.
En paralelo, algunos científicos y empresas han desarrollado tecnología verde, ejemplos como, los calentadores solares de agua y celdas para la generación de electricidad son una realidad en diferentes ciudades de la República Mexicana; aunque la respuesta de la sociedad no ha sido la esperada. Generalmente la falta de apropiación de estas tecnologías la atribuyen a razones económicas por considerarlas inaccesibles. Cuando existen varias fuentes de financiamiento para adquirirlas.
Otra respuesta ha sido el rechazo al uso de plástico y otros desechables, que se usan sólo minutos y tardan cientos de años en descomponerse, si es que se descomponen. Porque, la realidad es que se micro-fragmentan; ahora es común ver estas partículas en la sal marina o dentro de las heces de diferentes animales marinos, terrestres e incluso el humano. Cada bolsa de plástico que usamos y no mandamos a un proceso de reciclaje, indiscutiblemente termina dentro del estómago de un animal marino, en una isla de basura tóxica o en forma de micropartícula en el mar. Piensa en eso cada vez que utilices un plástico. Ante este escenario, algunas instituciones, comercios y ciudades han emitido políticas de exclusión de plásticos dentro de sus territorios. En Mazatlán universidades como Tecmilenio y algunas cafeterías que usan barro y popotes hechos de hueso de aguacate, son ejemplos de esta aplaudible iniciativa. Así como, los grupos de surfistas interesados en limpiar las playas, como Viva La OLA, que mes con mes realizan saneamientos. Son pequeños cambios sociales significativos que están ocurriendo en nuestra sociedad.
Y aunque la crisis ambiental se viene anunciando desde los ochenta, la razón por la cual es difícil cambiar hacia una forma de actuar más armónica con la naturaleza, es que, la educación ambiental es un proceso de desarrollo socio-cultural, evidente como ocurre en la escuela, o incorporado como ocurre en la sociedad, de donde copiamos y afiliamos las formas de apropiación de la naturaleza. Así, la forma de vivir, pensar, producir, valorar, utilizar, contaminar son el reflejo histórico de un determinado modelo de desarrollo socio-económico. El cual es aprendido, compartido, transmitido socio-culturalmente, mismo que incrusta en nuestra mente un modo de pensar, sistemas de valores y símbolos y costumbres; y crea instituciones, organizaciones, economía, comercio e intercambio, producción y legislación que están en contra la vida en el planeta; en todas sus expresiones, naturales (plantas y animales) como incorporales (bioculturales).
En México, la Educación Ambiental se ha tratado de integral al sistema educativo desde los ochenta, iniciativa que se fue diluyendo con el paso del tiempo. Ahora el proyecto de decreto por el que se abrogan las diversas disposiciones de la Reforma Educativa 2013 contempla planes y programas de estudio con una perspectiva integral, donde se incluye la promoción de estilos de vida saludables y el cuidado del medio ambiente. Esperamos, que este sea un segundo aire donde la Educación Ambiental sea el reencuentro del ser humano con su mundo, es decir, del ser humano consigo mismo, con los otros y con la naturaleza. Formación que implique hacer del sujeto y reconocer en él un ser activo y capaz de revalorar activamente la relación recíproca entre la sociedad y la naturaleza. Que sea una búsqueda en el entorno social que nos rodea, tanto regional como globalmente, como pasado y presente, donde se articula en igual referencia la productividad ecológica, la productividad humana, la organización social, la cultura y el estado del desarrollo y el ambiente.
Bajo esta perspectiva, la educación ambiental parte de las realidades mismas de los sujetos, de sus experiencias y percepciones, tiene que formar subjetividades individuales y colectivas capaces de enfrentar las formas de apropiación, transformación y repartición de los bienes socialmente producidos a partir de la naturaleza. Por eso la entiendo como una travesía dirigida a vislumbrar los posibles futuros a los que la comunidad puede llegar al aplicar las tecnologías, los conocimientos, reflexiones, reconstrucciones transversales y cosas incorporales (derechos y facultades), en la búsqueda de un mejor presente y futuro para todos. Como toda travesía, requiere de planeación, preparación y compromiso, pero también de la fuerza ética, estética y política que tenga la posibilidad de coadyuvar a resolver los problemas del devenir.
Esta fuerza solo puede venir de un planteamiento pedagógico que retome de las pedagogías pasadas las preguntas acerca del futuro del hombre, pero que las responda en contra de nuestras circunstancias: neoliberalismo, capitalismo global, positivismo, ahistoricismo y parcialización cognoscitiva, los enemigos a vencer.

 

Por consiguiente, la educación ambiental debe propiciar la meditación colectiva sobre cómo cada una de nuestras actividades condicionan el estado del ambiente en el que vivimos y viceversa, con la finalidad de generar pensamientos que faciliten la toma de decisiones colectivas, activas, conscientes y responsables, sobre cuál es el camino por el cual la sociedad quiere transitar, es decir, hacia donde quiere encauzar sus acciones para lograr un futuro mejor para todos, tanto sociedad, como naturaleza.