Representación proporcional y gobernabilidad en América Latina

Laboratorio electoral
25 diciembre 2025

En México, la representación proporcional (RP) ha generado debates intensos en los últimos años. Las discusiones se han dividido entre su papel en la inclusión política y en la reproducción de prácticas cuestionables al asignar escaños, por ejemplo. Por eso, no solo para comprender su impacto sino para orientar la adopción de mejores prácticas en el sistema electoral mexicano, es crucial analizar las múltiples fórmulas aplicables. América Latina, como laboratorio de sistemas electorales, es un excelente punto de partida.

La RP es la regla en casi todo el mundo. En nuestro último análisis sobre el tema, de 17 países de la región, mostramos que el 59 por ciento utiliza el sistema D’Hondt o variantes; el 24 por ciento el método Hare o versiones modificadas; el 12 por ciento combina fórmulas mixtas, y el 6 por ciento aplica el método Webster. Sin embargo, su impacto trasciende el diseño de la fórmula y depende de factores como la estructura de los partidos, la distribución territorial del voto o la simultaneidad de las elecciones presidenciales y legislativas y su efecto arrastre.

A su vez, algunos sistemas de representación proporcional pueden funcionar como si fueran sistemas mayoritarios: en El Salvador se redujo el número de diputaciones y, luego, se sustituyó la fórmula de asignación de escaños, permitiendo que, en las últimas elecciones legislativas y con casi el 70 por ciento de los votos, el partido oficialista Nuevas Ideas obtuviera el 90 por ciento de la Asamblea. Existen otros ejemplos de ello, como el MAS en Bolivia en 2020 o el FSLN en Nicaragua.

El nivel de representación de cada fórmula dependerá de arreglos institucionales y la configuración del sistema de partidos. Por eso, para dimensionar las distintas formas que puede adoptar un sistema de representación proporcional, resulta crucial analizar también el tipo de lista mediante el cual la ciudadanía elige las candidaturas.

El caso de Brasil es ilustrativo: se usan listas abiertas que permiten elegir candidaturas de distintos partidos, contando con alrededor de 30 partidos en el Congreso y permitiendo que candidaturas de un mismo partido compitan entre sí. El resultado es un presidencialismo de coalición que requiere alianzas en un contexto de fragmentación y polarización partidista.

Este tipo de listas puede representar más libertad para votantes y candidaturas, pero también un elevado multipartidismo, gobiernos de coalición con obstáculos para la alternancia y polarización política. Ello dependerá de las regulaciones a la conformación de listas y partidos, los periodos de campaña y las formas de votar. 1

Por el contrario, Uruguay emplea listas cerradas y bloqueadas, pero ha destacado por sus alternancias políticas sanas, estabilidad en las preferencias partidistas, elecciones pacíficas y disciplina partidaria, lo que ha contribuido a consolidar su democracia. Pese a ello, debido a que en este tipo de listas la decisión sobre las candidaturas recae en el partido, las dirigencias son quienes suelen determinar quiénes acceden a ellas. También existen las listas cerradas y desbloqueadas, como las de Perú o República Dominicana, en donde se pueden usar votos preferenciales para plasmar una segunda y/o tercera opción sin tener que respaldar una lista completa.

Todo lo anterior permite determinar que la proporcionalidad, por sí misma, no asegura una representación auténtica si los partidos no cuentan con procesos internos democráticos, si carecen de acuerdos y consensos entre ellos, o si las leyes no regulan de manera clara la selección de candidaturas. La búsqueda de equilibrio entre representación y gobernabilidad no puede derivar en modelos que distorsionen fórmulas para beneficiar de manera desmedida a las mayorías.

En el fondo, América Latina no necesita trastocar sus sistemas electorales esperando que la democracia le sea dada como simple mandato de papel, sino una nueva relación entre sus sistemas de partidos y la ciudadanía, donde existan pactos entre partidos, alianzas y candidaturas, e instituciones sólidas capaces de hacerlos valer.

Por ahora, México está fuera de la zona de peligro de la eliminación de la representación proporcional. 2 Sin embargo, el desafío central de la próxima reforma electoral será fortalecer una democracia legislativa que garantice gobernabilidad mediante una fórmula que amplíe la representatividad de todos los distritos, limite los privilegios de los partidos y coaliciones mayoritarios, impulse la presencia de las fuerzas minoritarias y consolide una disciplina partidista basada en la unidad, el diálogo y la cooperación, donde los partidos promuevan candidaturas comprometidas con la ciudadanía.

1 Wall, A. (2021). Open list proportional representation: The good, the bad and the ugly. International Institute for Democracy and Electoral Assistance (International IDEA).

2 El titular de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral afirmó en días recientes que solamente se buscará modificar el sistema de RP.