Salvador Alvarado y su reclamo, a 60 años. Municipios pequeños también son Sinaloa

Alejandro Sicairos
28 febrero 2022

Con el traslado de poderes a Guamúchil, cabecera del municipio de Salvador Alvarado, Sinaloa se pavoneó por el orgullo de tener en su geografía a este fragmento de mil 197 kilómetros cuadrados que ha aportado bastante para la historia, el presente y futuro del estado, siempre con la frente en alto. Pero algo conmovedor flotó en el evento conmemorativo de ayer que no hizo del todo festiva la efeméride al atravesarse el recuento de los olvidos asestados por los gobiernos recientes.

Aunque desde el Valle del Évora emerge para el resto de la entidad, de México y el mundo el recuento decoroso de 60 años y el porvenir infinitamente alentador para los tiempos y generaciones que asoman, resaltó ayer ante la memoria y la sensibilidad de los presentes la realidad que no por ser la del más pequeño territorialmente hablando de todos los municipios, y el séptimo en cuanto al número de habitantes, lo obliga a sufrir el abandono de políticas públicas estatales y federales.

A seis décadas de su creación, Salvador Alvarado reclamó el obsequio de un esfuerzo gubernamental sin precedentes para rescatarlo. Algo así como la convergencia anómala del canto memorable de Pedro Infante, el inmortal ídolo del pueblo, y las demandas perennes de los espíritus insurrectos de Rosario y Alejo Uzárraga, los héroes de Tultita que en la década de los 80 pagaron con sus vidas el atrevimiento de blandir el mismo estandarte empuñado hoy para que la justicia social les llegara a los alvaradenses.

La sesión solemne que realizó el Congreso del Estado, misma que conjuntó a los poderes Ejecutivo y Judicial, y llevó a Guamúchil a servidores públicos que deciden sobre las cuestiones más trascendentes, acabó siendo la convocatoria a voltear hacia las batallas diarias por hacer de esa parte de Sinaloa el lugar donde se pueda vivir en toda la dimensión de la palabra: con progreso, libertades, tranquilidad, legalidad y armonía. A darse por enterados de que los sueños de este fragmento de sinaloenses no son distintos a los del resto de ciudadanos de la tierra de los once ríos.

Escúchese entonces el exhorto del Alcalde Armando Camacho Aguilar que prefirió recrudecer la autenticidad en vez de caer en la tentación de la oratoria festiva en la cual todo transcurre sin problemas, como si fuera el páramo de la felicidad. Para sacar al municipio del estancamiento, dijo, se necesita de la acción decidida de los tres poderes en sus esferas estatal y federal, todos de la mano, para crearles oportunidades a las nuevas generaciones que proceden a emigrar porque aquí no hallan el porvenir que quieren.

Las inversiones que generan esas posibilidades de mayor bienestar, consideró Armando Camacho, se están concentrando en los polos sur y norte de Sinaloa y poco se voltea a ver a los municipios pequeños del centro donde “la gente tiene deseos de unirse para transformarlos y embellecerlos”. Un grito muy puntual en lugar de la ruidosa pirotecnia que hace resplandecer el cielo mientras en la tierra oscurece el destino de los más vulnerables.

Y del pronunciamiento del Alcalde derivó la promesa de Feliciano Castro Meléndrez, presidente de la Junta de Coordinación Política de la 64 Legislatura, para con base en el ambiente de entendimiento democrático sea la pluralidad una fuerza para la transformación donde se recupere aquella economía social fundada en el progreso del campo y el ejido y vuelvan a marchar Sinaloa y los municipios por los caminos del bienestar.

Por su parte, el Secretario de Gobierno, Enrique Inzunza Cázarez, expuso en representación del Gobernador Rubén Rocha Moya que el binomio justicia social y desarrollo jamás pueden ir desapartados, jamás pueden ir por caminos distintos, y refrendó la política estatal de coadyuvar con los municipios para hacer causa común en beneficio de las personas que más lo necesitan. “Seamos congruentes con la Cuarta Transformación en el esfuerzo para satisfacer los derechos de todos, pero comenzando con aquellos que más lo requieren”. Dijo que Salvador Alvarado será una fuente de inspiración para una agenda de transformación de los municipios.

Al menos al cumplir 60 años Salvador Alvarado atrajo la atención de los poderes públicos, aunque fuera algo similar al acto en que los nietos escuchan con respeto al abuelo y enseguida desatienden sus consejos. Algo es algo y desde allí podría convertirse en mucho si en congruencia con lo expresado el Ejecutivo, Legislativo y Judicial reflexionan en lo fundamental de llevar el desarrollo no sólo a los municipios más grandes sino también abrirles cauces de progreso a aquellos que de menor importancia territorial y demográfica igual constituyen a Sinaloa.

Salvador Alvarado aguanta,

A que mejor gallo le cante,

Y por si no, Pedro Infante,

Aquí persiste, canta y canta.

Avanza el Carnaval de Mazatlán y su Alcalde Luis Guillermo Benítez Torres camina a paso veloz en la senda de mentiras, negligencias y tonterías al ser derribado el protocolo sanitario que evitaría, así lo ofreció, que los mazatlecos y turistas se expusieran al contagio de la enfermedad Covid-19. ¿Lo están registrando, señores diputados de la 64 Legislatura del Congreso del Estado; Gobernador Rubén Rocha Moya; Secretario de Salud, Héctor Melesio Cuén Ojeda; Presidente Andrés Manuel López Obrador; y Hugo López-Gatell, zar anticoronavirus? ¿Están notando las imágenes con multitudes desobedeciendo las más básicas medidas de prevención como evidencia irrefutable de que la fiesta debió ser cancelada para proteger a la vida de la gente en el más elemental sentido de responsabilidad gubernamental? ¿Cuántos decesos habrá que agregarle a la conciencia de “El Químico” de por sí hacinada con los muertos de desidias anteriores?