¿Ser despistado es malo?

Alberto Kousuke De la Herrán Arita
05 diciembre 2021

El estereotipo del “profesor de mente ausente” se remonta hasta la antigua Grecia con el filósofo Tales de Mileto, el cual cayó en un pozo mientras admiraba el cielo nocturno durante una caminata. Incluso una de las mentes más brillantes de la historia, Albert Einstein, era considerado un gran despistado.

Esta combinación de inteligencia y amnesia ha consternado a los neurocientíficos, ya que una mala memoria era considerado como una falla en los circuitos cerebrales que se encargan de almacenar la información.

No obstante, un artículo publicado en “Frontiers in Psychology”, (https://doi.org /10.3389 / fpsyg.2020.591231) ha concluido que el acto de olvidar es esencial para el proceso de aprendizaje. Este trabajo postula que el propósito de nuestra memoria no es recordar hechos, sino ayudar a tomar decisiones inteligentes al retener información valiosa y descartar aquella que es innecesaria o poco valiosa.

Cuando el cerebro olvida un recuerdo, no está defectuoso, sino que se encuentra activamente tratando de desechar ese recuerdo para enfocarse en algo más importante o se encuentra reconstruyendo una imagen que es más fácil de entender. Uno de los autores del trabajo asevera que “es importante que el cerebro olvide detalles irrelevantes y se enfoque en cosas que le ayudarán a tomar decisiones en el mundo real. Si estás tratando de navegar por la vida tratando de recordar constantemente múltiples memorias inútiles o conflictivas, eso dificultaría tomar una decisión informada”.

El tipo de información que se descarta depende de la situación. Por ejemplo, un escritor recuerda la mayoría de los libros que lee, mientras que un gobernante no puede ni recordar los tres libros más influyentes en su vida.

Este trabajo estipula que la interacción entre la memoria (persistencia) y el olvidar (transitoriedad) permiten tomar decisiones inteligentes en ambientes dinámicos y “ruidosos”.

Específicamente, la transitoriedad promueve la flexibilidad al reducir la influencia de información anticuada en la toma decisiones influenciadas por los recuerdos.

A final de cuentas, el propósito de la memoria es optimizar la toma de decisiones. Así que la próxima vez que te estés mortificando por no recordar como resolver ecuaciones diferenciales, recuerda que esa información probablemente no te servirá para decidir qué salsa le vas a echar a los tacos.