Sin fecha de caducidad

Rodolfo Díaz Fonseca
11 febrero 2019

""

rfonseca@noroeste.com

@rodolfodiazf

 

La fecha de caducidad (o de consumo preferente) constituye una importante guía que indica el óptimo consumo de un producto.

 

No es una fecha taxativa o determinante en todos los casos, pues no necesariamente se descompone el producto inmediatamente. Además, si no se observan ciertas reglas o condiciones de manejo, traslado, clima, refrigeración y uso, es posible que el producto se degrade prematuramente.

 

Afortunadamente, los seres humanos no tenemos fecha de caducidad. Es cierto que llegará el momento de nuestra muerte, que es un límite ineludible e inevitable. Sin embargo, no se debe aceptar la cultura del descarte, mediante la cual se deslinda a las personas mayores, como si fueran elementos inservibles que ya no tienen nada que aportar.

 

Menos aún, es tolerable que los propios adultos mayores se descarten a sí mismos considerando que ya pasó su mejor época. En ningún momento de la vida se deja de aprender, además el bagaje y experiencia que han atesorado no se puede derrochar ni despreciar.

 

En su libro Disciplina inteligente, Vidal Schmill, pedagogo y especialista en Desarrollo Humano, subrayó: “No te pongas tú mismo (a) una etiqueta de caducidad, asumiendo que a partir de cierta edad ya no funcionas igual. Todo empieza en tu mente y se traduce en tu actitud e, incluso, en tu cuerpo”.

 

Precisó que la obsolescencia y caducidad son consecuencia de pensamientos negativos. “La obsolescencia es consecuencia de no actualizarse. La caducidad lo es de quedarse atorado emocional y mentalmente en el pasado”.

 

Explicó que los padres de familia, como cualquier otro profesionista, requieren actualizarse: “Seguirás dando órdenes, continuarás sermoneando, pero ¿influyes realmente en tus hijos?, ¿no crees que si no te actualizas perderás claridad, perspectiva y vigencia ante lo que realmente les ocurre y necesitan?”

 

¿Me impongo fecha de caducidad?