Sociología del amor
Mañana es catorce de febrero, y uno de los días más esperados del año por los enamorados.
El sentimiento que llamamos “amor” ha sido estudiado científicamente desde la psicología, la antropología, la neurología y la sociología, entre otras disciplinas.
Desde un enfoque psicológico, el amor es una experiencia afectiva, la cual es conformada por un conjunto de variables que responden a necesidades, como la de vincularnos a otra persona, necesidad de intimidad, de pasión y sexualidad.
La antropología ve el amor como una expresión y una nota distintiva del ser humano, que se da en diferentes formas y mediante diferentes ritos, de acuerdo al contexto cultural. Por otra parte, la neurología, lo ve como el resultado de la liberación de diversos neurotransmisores y sustancias químicas de nuestro cerebro que generan placer, como la dopamina, norepinefrina y serotonina.
Sociológicamente, las relaciones amorosas no son más que conexiones personales que se dan en una estructura social, y que rara vez se dan por casualidad. Hay una serie de teorías que explican por qué un individuo (o agente) se empareja con otro, en una sociedad (o estructura).
Una de ellas es la Teoría de Proximidad e Interacción. De acuerdo a esta teoría, las personas tienen una mayor probabilidad de emparejarse con otras con las que tienen proximidad geográfica. Una persona elije una pareja entre un grupo de personas que conoce en su entorno habitual. De acuerdo a esta lógica, un individuo tendrá mayor probabilidad de encontrar pareja en lugares que visita con mayor frecuencia, ya sea en el lugar de residencia, en la escuela, en el trabajo, o clubes de recreación.
Una crítica a este enfoque es que las personas que comparten proximidad, también comparten el mismo nivel socioeconómico. Por lo que no está claro qué influye más; la proximidad geográfica o la clase social.
Por otra parte, también se ha establecido la Teoría Sociocultural, la cual argumenta que nuestra percepción sobre los valores y creencias de otras personas se correlaciona directamente con nuestra atracción hacia ellas y ellos. La cultura que se pasa de generación en generación tiene gran influencia en la selección de pareja. Por ejemplo, el que una mujer se case con un hombre mayor en edad, o que tenga que emparejarse con un hombre más alto que ella; estos son prejuicios culturales que tienen una influencia en la elección de pareja. De igual manera explica los emparejamientos entre miembros de una misma religión.
A mediados del siglo pasado se formuló también la Teoría del Intercambio Social, de acuerdo a esta teoría, la conducta social es un intercambio de bienes; bienes materiales, pero también no materiales, como los símbolos de aprobación o prestigio. En una relación entre dos personas, debe tener como resultado algún tipo de gratificación para las partes involucradas, o de lo contrario la relación desaparecería.
Hasta hace un par de décadas, estas teorías sociológicas podían explicar la mayoría de las conexiones amorosas, pero en la segunda década del Siglo 21, el ciberespacio ha ampliado el abanico de opciones para emparejarse. Con las redes sociales virtuales basta mandarle una invitación por Facebook, Instagram o Tinder a esa persona y hacer un “match”. Las posibilidades no son limitadas al espacio de interacción social, o al entorno
sociocultural; el umbral es casi ilimitado. Si no hay química, simplemente le eliminas de tu red de amigos, y listo, desaparece de tu vida.
Personalmente, creo que no existe una teoría única que pueda explicar el emparejamiento humano, pero estas teorías permiten entender mucho de las relaciones amorosas de hoy en día, desde una perspectiva sociológica.