Tengo móvil, luego existo

Rodolfo Díaz Fonseca
18 octubre 2021

La famosa frase cartesiana: “pienso, luego existo”, con la que el filósofo - a través de la duda metódica- llegó a una verdad indubitable ha sufrido múltiles variantes en la historia.

En octubre de 2003, la filósofa española, Adela Cortina, colaboró en un cuaderno del centro de estudios Cristianisme i Justícia, bajo el título “Consumo... luego existo”, donde reflexionó sobre qué, quién y dónde consumir.

De manera semejante, Guadalupe Loaeza publicó en 2013 un libro llamado Compro, luego existo. Asimismo, el Instituto Nacional de Bellas Artes impulsó un programa de lecturas en voz alta, titulado “¡Leo... luego existo!”, entre otros casos.

En la entrevista hecha a Byung-Chul Han, por el diario El País, el 9 de octubre, el filósofo surcoreano subrayó que actualmente el móvil es quien nos proporciona identidad.

Especificó que en la era de la digitalización y del smartphone perdemos la relación con el mundo y con el otro, de ahí que nos hundimos en un ego difuso que nos conduce a la depresión.

Han señaló: “Hay historias de odontólogos que cuentan que sus pacientes se aferran a su teléfono cuando el tratamiento es doloroso. ¿Por qué lo hacen? Gracias al móvil soy consciente de mí mismo. El móvil me ayuda a tener la certeza de que vivo, de que existo. De esa forma nos aferramos al móvil en situaciones críticas, como el tratamiento dental”.

Recurriendo a su experiencia infantil, agregó: “Yo recuerdo que cuando era niño me aferraba a la mano de mi madre en el dentista. Hoy la madre no le dará la mano al niño, sino que le dará el móvil para que se agarre a él. El sostén no viene de los otros, sino de uno mismo. Eso nos enferma. Tenemos que recuperar al otro”.

¿Me aferro al móvil?