¿Tienes amigos o solo contactos?

Omar Lizárraga Morales
29 mayo 2023

Para responder a esta pregunta, primero habría que definir qué es la amistad. Según la Real Academia Española (RAE), ésta se define como el “Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”.

Al hablar de amistad, tendríamos que citar necesariamente a Aristóteles en “Ética a Nicómaco”, libro en el cual hace una especie de tipología. Según este filósofo, en las relaciones humanas existen la “Amistad por utilidad”, “Amistad por placer” y “Amistad por virtud”.

La primera, se trata de una amistad imperfecta, se da sólo como un valor instrumental, puesto que se sostiene mientras la otra persona es útil o recibimos algo a cambio. Se puede decir que es una amistad por interés, y suele darse entre individuos en condición de igualdad socioeconómica, ya que es más probable recibir algo a cambio de alguien que mantiene cierto status. Bajo este enfoque, una persona rica, tiene poco que recibir de una persona pobre, y la amistad es insostenible.

El segundo tipo de amistad se sostiene en la sensación placentera que resulta de estar con esa persona. Se da principalmente entre los niños y jóvenes, ya que puede incluir actividades como compartir comidas, ver películas, o participar en deportes y pasatiempos juntos. Para Aristóteles, esta amistad también es imperfecta (o frágil), ya que estas actividades placenteras suelen ser pasajeras.

La amistad más sólida es la “Amistad virtuosa” porque está fundada en el apoyo y la confianza mutua. Los que comparten este tipo de amistad, lo hacen en total libertad, lo que les permite ayudarse mutuamente a crecer y mejorar. Esta definición es la que más se acerca a la que nos comparte la RAE.

Ahora bien, para que la amistad (y todas las relaciones humanas) sean duraderas, se debe trabajar en ella. Es decir, debe haber confianza, comunicación y, sobre todo, tiempo para compartir.

Cuando uno está en la etapa de la infancia, se tiene todo el tiempo para invertir en la amistad; se tienen pocas responsabilidades y la desinteresada inocencia, pero al llegar a la edad adulta se adquieren compromisos familiares y laborales. Resulta que el círculo de amigos es cada vez más reducido. El tiempo para socializar con ellas o ellos, es cada vez menor. Y esto al parecer ocurre en todas las culturas del mundo y afecta a ambos sexos. Es lo que se conoce como “Recesión de la amistad” (friendship recession).

Yo que soy padre, esposo y adulto económicamente activo, he vivido esta “recesión”. Los pocos amigos que mantengo, solo es posible verlos personalmente en algún espacio libre de algún fin de semana. Aquellas amistades que tenía de niño, son casi ya desconocidos para mí. Y esa distancia se debe principalmente a nuestros compromisos de adultos.

Un artículo periodístico que leí hace días, afirma que la amistad responde a una fórmula de tiempo invertido de “11-3-6”. Es decir, un mínimo de once encuentros de al menos tres horas de duración, en un periodo de seis meses, para convertir a un conocido en un amigo. Esto es treinta y tres horas en seis meses. Distribuido ese tiempo de una forma distinta, sería 1 hora y 30 minutos a la semana.

Hasta el día de hoy, dice Facebook que tengo 4,783 amigos. Pero sólo puedo socializar ese tiempo (fuera del ambiente de trabajo) si acaso con unas tres, entre esos miles de personas. En resumen, al crecer, se da uno cuenta de que los mejores amigos los tuviste en la infancia. Ahora, muchos de ellos son solo contactos.

Es cuanto...