Travesía y ensenada

Rodolfo Díaz Fonseca
24 septiembre 2022

Poéticamente, siempre se ha catalogado a la vida como una travesía; es decir, como un viaje o aventura donde existen muchos riesgos, pero donde se encuentran también refugios o ensenadas para descansar, abrigarse, protegerse y reparar fuerzas.

Thomas Cole, pintor británico-estadounidense, quien inició la llamada Escuela del Río Hudson, creó una serie de cuatro cuadros titulada El viaje de la vida, que se encuentra en la Galería Nacional de Arte, en Washington. Cada cuadro representa una etapa de la vida: infancia, juventud, madurez y vejez.

En los cuatro cuadros, la vida es representada como una barca: en la infancia va al timón el ángel custodio; en el segundo cuadro, es el joven quien guía el timón y el ángel lo saluda desde la orilla del río; en la madurez, la barca se desliza entre unos rápidos del río y el tripulante es un hombre maduro y barbudo, mientras el ángel contempla que se acerca el final del viaje. En el último cuadro, la barca navega en un río apacible, el viajero ya es canoso y el ángel le señala el más allá.

La travesía, por antonomasia, es la que narró Homero en su relato de La Odisea. Ulises, de regreso de la guerra de Troya, debe salir avante de muchos peligros y adversidades para llegar a su patria, Ítaca, donde lo esperan su fiel esposa Penélope y su querido hijo Telémaco.

Nuestra vida también está llena de riesgos y peligros. Podríamos compararla a una inmensa paella aderezada con los más diversos ingredientes. Sea cual sea su cantidad, hay que cocinarla en un recipiente extendido y no remover continuamente la mezcla.

Toda barca reposará en su ensenada, cobijada amorosamente en el regazo de su adorada Bea...titud.

¿Disfruto la travesía? ¿Se apelmaza la paella? ¿Preparo mi ensenada?