Trump le da otra vuelta a la tuerca

Arturo Santamaría Gómez
17 mayo 2025

Cada semana que pasa, Trump y/o sus funcionarios sin falta le dan vueltas a la tuerca que aprieta cada vez más a México.

La más reciente es la que va a reducir el 5 por ciento de las remesas que envían los emigrantes mexicanos desde Estados Unidos debido a una iniciativa que propone un Legislador republicano. En 2024 nuestro País recibió casi 65 mil millones de dólares y todo parecía que en este año la cuenta sería más alta, pero si se mantuviera la cifra alrededor de los 65 mil millones, los hogares mexicanos recibirían aproximadamente 3 mil 250 millones de dólares menos, volando esos billetes a las arcas de la administración Trump.

En 2022 el promedio de remesas que recibió mensualmente un hogar mexicano fue de 390 dólares, si aumentó a 400 en los primeros meses de 2025, la pérdida por familia sería de 20 dólares o aproximadamente 400 pesos mensuales, una cantidad importante para un hogar de bajos ingresos, como son los de millones en nuestro suelo.

La iniciativa de ley que pretende reducir el monto de las remesas que envían los migrantes a sus países no afectaría exclusivamente a México sino a decenas de ellos, y proporcionalmente golpearía mucho más al PIB de varias naciones centroamericanas y caribeñas, pero a nosotros nos interesa particularmente ver qué efectos tiene sobre nuestro País.

Al mismo tiempo está el cierre de la frontera al ganado que se exporta de nuestro territorio, más la exigencia de agua en medio de una de las sequías más grandes de la historia mexicana y días antes aranceles del 20.91 por ciento al tomate a partir del 14 de julio. Para ya no hablar de los aranceles al acero, aluminio, y a la industria automotriz. La lista sigue.

Si lo anterior, y más, lo relacionamos con las medidas que está adoptando la Casa Blanca contra el crimen organizado mexicano, entonces pareciera que lo que pretenden Trump y sus halcones es someter a México, y no tan sólo al gobierno de Claudia Sheinbaum, a una estrategia neocolonialista de largo plazo, aún más intensa de lo que ha sido en etapas pasadas.

Si Trump a Canadá lo quiere anexar como parte de su territorio y a Groenlandia la quiere comprar, a México lo quiere arrodillar para que siga cada uno de sus dictados. No habla de convertirlo en un estado más de la bandera de las barras y las estrellas porque desprecia y desconfía de la cultura y el pueblo mexicanos, pero también está convencido de que la anexión no es necesaria para someterlo. Sin embargo, parece cada vez más evidente, de que sí se plantea algún tipo de intervención militar para enfrentar a los cárteles de la droga, tendiendo en el fondo la intención de incidir mucho más directamente sobre el Gobierno y la sociedad mexicanas.

Por otro lado, contradictoriamente, el Gobierno de Estados Unidos negocia con Ovidio y Joaquín Guzmán, la libertad y la protección de la familia de los capos, encabezada por su mamá, a cambio de información; pero, por otra parte, a otros miembros de lo que fue el Cártel de Sinaloa- Pedro Inzunza Noriega y su hijo- los enjuicia por narcoterroristas, cuando Trump y gobernantes anteriores han dicho que ellos no negocian con miembros de organizaciones calificadas como tales.

Ahora bien, periodistas mexicanos especializados en el tema narco, hablan de dos posibles escenarios como resultado de las negociaciones de los hijos de Joaquín Guzmán Loera con las autoridades estadounidenses.

Uno: los hermanos Guzmán López entregarían información de su propia organización, lo cual pone en gran riesgo a muchos operadores centrales y la operatividad de su fracción, pero sobre todo la de sus hermanos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar. De ser cierta esta interpretación, está en peligro la existencia misma del clan creado por su propio padre.

Dos: la información que entrega Ovidio no sería contra su propia organización sino la que afectaría a “La Mayiza”.

Al mismo tiempo que esto se dice, los organismos de seguridad de Estados Unidos también estarían negociando con “El Mayo” Zambada, lo cual implicaría, es lógico suponer, entregar información sobre sus ahora contrincantes.

En cualquier caso, esto supondría una profundización de la guerra encarnizada que libran las dos fracciones centrales del otrora Cártel de Sinaloa, la cual ya se extendió a otros municipios del estado, profundizando la crisis económica y de seguridad que padece severamente nuestra entidad.

Si ocho meses de narcoguerra han afectado con gravedad a Sinaloa, no nos podemos imaginar qué podría pasar si el conflicto se extiende por un año o más, tal y como sucedió en la disputa que hubo en 2008-2010 entre las fuerzas de “El Chapo” Guzmán y los Beltrán Leyva.

Por lo pronto, lo que le queda a la Sinaloa enemiga de la ilegalidad es resistir y trabajar arduamente, a pesar de todo.